» 15-07-2020

Reflexiones tipográficas 256. El rey financiero.

Tal como se van revelando -presuntamente- los datos, el rey traficaba con dinero negro (en maletas, como los narcos), pitufeaba (pagaba en cash a sus familiares para blaquear la asignación de la casa real), tenía cuentas en suiza y parece que en otros paraísos fiscales, hacía cuantiosas donaciones a mujeres de su intimidad, utilizaba testaferros para engañar a hacienda (que parece que no lo necesitaba), etc. El rey es un financiero de tomo y lomo. No se le ha escapado ni una de las maniobras que son habituales a los delincuentes del ramo. En su defensa podemos decir que este modo de actuar es habitual en todas las monarquías, europeas… y donde las haya.

 

Evidentemente la culpa es de su irresponsabilidad (lo de inviolabilidad suena a estupro) constitucional ante cualquier eventualidad pasada, presente y futura. Ahora sabemos que el Jefe del estado es un mangante y no podemos sino preguntarnos ¿Y de ahí para abajo? Cuando el rey es corrupto lo normal es que la corte también lo sea. Al fin y al cabo la constitución blindó al rey pero también blindó a todos los agentes políticos con aforamientos, amnistías, dispensas de incompatibilidad, presunción de veracidad, indultos, opacidad y sobre todo la facultad de legislar en su propio beneficio. No podemos pensar que todos vean al rey vestido cuando está desnudo, a no ser que toda la corte esté desnuda. Estamos en la corte de la corrupción y por eso nos va como nos va. Todo se arregla subiendo los impuestos porque esos otros impuestos (robados) que son el pago de los corruptos son intocables.

 

Lo sorprendente es que sea un medio informativo (lo que no quiere decir que solo informe a la mitad) sicario de la derecha quien destape este escándalo. En la derecha no se da puntada sin hilo por lo que si se destapa algo tan gordo (sabido pero nunca demostrado) es por que a la derecha le conviene. La velocidad con la que han salido a defender la monarquía hace pensar que no quieren que se les asocie con este desvelamiento (insisto, de uno de sus medios de cabecera). Nadie niega la veracidad de la noticia (lo primero que se suele hacer), solo se sale a sacar pecho monárquico en ese contubernio de bandera y monarquía que “garantiza” la constitucionalidad de la (ultra)derecha. ¿Donde están las amenazas de querellas habituales en estos casos? Analizamos cuales son las las posibilidades. Ninguna de las opciones es clara (son singularmente turbias) pero eso no puede sorprendernos dada la deriva posverdad en la que está sumida la derecha tratando de subvertir los datos en vez de atenerse a los resultados.

 

1) El partido del gobierno no ha perdido ni un voto por la crisis coronavírica. Por tanto hay que buscar otros campos en los que minarlo. Tampoco ha perdido nada en las elecciones vascas y gallegas donde el batacazo del PP en las primeras ha sido de libro… descontando que en las gallegas ha ganado una opción que esconde el anagrama, apuesta por la moderación y no deja hablar a la vocera oficial. Para que hablar de que los partidos independentistas han subido como la espuma impulsados quizás por los agrios ataques del PP. Resumiendo: el PP ha hecho en estas elecciones un pan con unas hostias. Ante tal situación el PP tiene que generar inmediatamente una forma de socavar el gobierno. La monarquía es esa estrategia. Es evidente que los republicanos (que son muchos) largarán en contra de la monarquía y entonces saldrá el PP para salvar a la patria de los radicales, anarquistas y gentes de mal vivir. Los conflictos eternos (monarquía/república, eutanasia, aborto, Madrid/Barcelona, etc.) son siempre rentables (como determinó la metafísica en su día).

 

2) Lo del emérito ha pasado de castaño oscuro. Echarle la culpa de su sistema a Urdangarín le salió bien; lo de pedir perdón, le salió bien. Lo de engañar a los medios españoles (que no a los internacionales) le salió bien. El campechanismo lo convirtió en un rey popular, los periodistas que se han dedicado, full time, a ensalzarlo han colado, pero las cosas han llegado demasiado lejos. Todo el dinero que se lleva el rey no se lo llevan los políticos. Hay que cortarle las alas. Pero eso no se puede hacer desde la derecha. Hay que suscitar el debate para que las propuestas surjan de la izquierda, mientras la derecha se rasga las vestiduras y deja hacer. Afortunadamente para la derecha, la izquierda (constitucionalista) le teme a una reforma constitucional lo mismo que ellos. Por ahí no hay problema. El vocerío que levantará la izquierda “radical” e independentista será de abrigo. En su mejor estilo la derecha tira la piedra y esconde la mano. Y a esperar.

 

3) En Europa estas cosas molestan. Europa esconde infinitos casos de corrupción política desde Draghi a Junquers que no quiere que se asocien con otros casos demasiado evidentes. Cuando se empieza la caza cualquier pieza es objetivo. No sería de extrañar que una derecha hipercorrupta europea no quiera que se aireen estos casos. No sería de extrañar que hayan dado órdenes de que se procese al rey emérito para acallar los sonidos de tambores que pueden acabar en tamborrada. Otra cosa es cómo hacerlo y ahí interviene la ingeniería política de la (ultra)derecha.

 

Estoy seguro que hay muchas más razones (que no se me ocurren). Basten estas para que signifiquemos que el PP está involucrado en la caída de la monarquía antigua en beneficio de la nueva. ¡Viva Felipe, que es un modelo de honradez, juicio y serenidad! A los chorizos (que les han pilado) que se les aplique todo el rigor de la ley. Así es la vida. Así fue para Bárcenas, González, Cifuentes, y próximanete Camps, etc. ¡Te has caído Juan Carlos!

 

El desgarrado. Julio 2020.

 




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