» 03-08-2020 |
El camino ya estaba trazado. Hace días que se barajaba la posibilidad. Cuando un sujeto está involucrado en presuntos delitos no se le deja irse. ¿Por que se hace? Evidentemente para defender la monarquía. Todo el mundo tiene derecho a la presunción de inocencia. Si se le permite irse ya nunca se le podrá juzgar y por tanto nunca será condenado. Será una injusticia que se vaya, pero será un acto de caridad para una monarquía que tiene muchos detractores y para la que la presunción de inocencia es crucial. Una vez ido (por mucho que se ponga a disposición del ministerio fiscal) el tema -que ya ha sido defendido por los partidos del bipartidismo- se diluirá como un azucarillo en un vaso de agua.
La discusión de la inviolabilidad tampoco favorece la imagen de la monarquía. Que el rey sea inviolable es profundamente injusto. Todos debemos responder de nuestros actos sobre todo cuando no tienen que ver con su cargo (como es el cobro de las comisiones) o se han desarrollado cuando ese cargo ya no existía (sino en la emeritez). Es mejor que se largue, para la monarquía, para los partidos del bipartidismo y para todos los testaferros y sicarios que tampoco saldrían bien parados. Evidentemente no para los españoles que volvemos a ver que no somos iguales ante la ley. El rey sigue siendo absoluto en muchos aspectos. Y se larga con todo el dinero que ha “conseguido” con sus comisiones, dinero que ya tenía fuera porque más vale prevenir.
Cuando se suscitó el caso Urdangarín ya comenté que el yerno no hacía otra cosa que lo que hacía el suegro: aprovecharse del cargo. En aquel caso (con la ayuda de los políticos de la transición) se desvió totalmente la sospecha del rey y se le hizo pagar los platos rotos al yerno, al que se defenestró de la corte como justo castigo a su perversión. En el extranjero es un secreto a voces que su fortuna es cuantiosa. También es cosa sabida que ha tenido múltiples líos de faldas que se le han consentido por ser quien era distinguiéndole no solo con un trato jurídico especial sino con un trato moral improcedente. La figura de machismo desaforado que daba que el Corinnavirus asistiera a eventos de la corte, viviera en el recinto de la Moncloa y conviviera con la reina me parece improcedente, inmoral y chabacano.
La transición fue un apaño para que los franquistas no pagaran por sus crímenes. J. A. Sánchez en “Cuerpos ajenos” Ediciones la uña rota 2017, dedica el capítulo 34 (página 265) a la transición española que compara con el punto de vista de Oppenheimer: la persistencia del crimen en una sociedad como la Indonesia que cancela la posibilidad de una ética del cuidado y obliga a adoptar la perspectiva del verdugo. “Un planteamiento como el de Oppenheimer en Indonesia hubiera sido difícilmente aceptable en Camboya, Sudáfrica, Argentina o Chile, donde las sociedades, al menos simbólicamente, han confrontado la verdad de lo sucedido bajo los regímenes recientes (por más que, en muchos casos, esto no signifique la completa restitución de justicia o dignidad a las víctimas ni el fin del privilegio de los criminales)” (Sánchez, 2017, 265). Entre otras consecuencias de esa “transición modélica” son los desmesurados privilegios del Rey y de los políticos en el ejercicio de su cargo.
Naturalmente retocar los privilegios del rey supondría retocar los privilegios de todos los políticos lo que no figura en sus agendas. No entraré en las barbaridades que dice el comunicado (en forma de carta de padre a hijo como si la jefatura del Estado fuera una cuestión de familia). El bien de España no se soluciona con la huida. La decisión serena y meditada es ni más ni menos que cuestión de Estado y defensa de los privilegios de los políticos por cuenta de la transición. Ahora salen los defensores de la monarquía a sacarle la cara (el inefable Marhuenda), a felicitarlo y a congratularse de los muertos en las cunetas, del bloqueo de la ley de memoria histórica y de la glorificación de un dictador sanguinario y sus secuaces. Y sobre todo: defender su magnífico trabajo como rey… como si lo cortés no quitara lo valiente. El pueblo español es mezquino. Así lo dice el Marhuenda que de esto sabe mucho.
El desgarrado. Agosto 2020.