» 20-09-2020 |
Hace ya unos años Lipovetsky escribió (con Sarroy) “la pantalla global” en la que destacaba que la televisión había pasado de la verdad a la espectacularización y la estelarización (ésta, heredada del cine). Sobre ello escribí en su momento. Esa tendencia no solo afectaba a los programas de ficción o de entretenimiento sino que alcanzaba a los informativos y a los deportes (de alguna manera la documentación en directo de la realidad deportiva). Esa tendencia no ha hecho sino aumentar. Los programas de famoseo convierten en estrellas a simples pasavolantes; los reálitis y los talent, convierten en estrellas a desconocidos. Pero esa tendencia no afecta solo a los protagonistas sino que también afecta a los trabajadores de la TV. No solo los cámaras y los auxiliares salen cada vez más ante la cámara sino que se ha producido un fenómeno insólito: los reporteros-espectáculo. Y no me refiero a las primeras figuras (que lo han sido siempre) sino a los reporteros auxiliares.
Los reporteros ya no -simplemente- informan, sino que deben imprimir una personalidad y un estilo a sus intervenciones que les haga acceder al favor del público. Dentro de esta categoría de reporteros-espectáculo podemos distinguir dos tipos: los insólitos (ampliamente celebrados por los programas onanistas, es decir los que hablan sobre la televisión) y los de gran personalidad. Y lo curioso es que se reproducen. Cristina Pardo destacó como “personalidad” en su labor política. Ahora, consolidada, invita a su programa a reporteros “personales” el último de los cuales es bastante patoso. Los reporteros que informan desaparecen… porque la información ya no se puede entender sin espectacularización. Arús acuña el término del info-ctáculo o espect-ación.
Evidentemente los informativos han perdido gancho y tratan de compensarlo por diversas medidas. Las presentadoras tienen cada vez los ojos más grandes (símbolo de credibilidad), los tacones más altos, los escotes más marcados y las faldas más cortas. Pero también se recurre a sutilezas como los hombros desnudos, que perpetúan el erotismo por otros medios. Pero no solo. Las noticias se decantan hacia lo policial (tele-caso), la cultura (cine, música, literatura, etc.) y otras zarandajas que solo marginalmente son noticias. La centralidad de los informativos ha cedido espacio. En la Sexta hay tantos informativos que la preponderancia de los telediarios ya ha claudicado. ¡Y no hablemos de los canales de todo noticias! De hecho la Sexta es un mixto entre canal de noticias 24 horas y un canal tradicional (si es que queda alguno).
Antes, un reportero estrella, era una rara avis (susceptible de fichaje y de adoración), pero con la actual tendencia los reporteros estrella son tan comunes que pronto se venderán a precio de saldo. Siguiendo la senda de Ferrán Adriá, Évole se desmarco de su posición de reportero para acceder a otras metas. Dijo que se retiraba y nombró a Gonzo su sucesor. Pero no se retiró sino que siguió con su trabajo por otros medios (cine, Emys). En consecuencia Gonzo no tenía papel, porque Évole no se había retirado… y desapareció, prácticamente sin estrenarse. No dudo que Évole sea una gran persona, pero a Gonzo (reportero comprometido e incómodo donde los haya) le hizo una putada. Convertir a los reporteros en rivales es algo que interesa especialmente a las direcciones de las cadenas que no solo disponen de recambio inmediato, sino que pueden escoger lo que más conviene a la dirección política de la cadena. En este caso, librarse de Gonzo.
El camino de la espectacularización cada vez es más evidente en la televisión. Aquel camino de la verdad que Eco intuyó, ha desaparecido. La TV es un medio de entretenimiento y por tanto de espectáculo. Sin embargo muchos todavía siguen creyendo que la televisión informa. Y en esas ambigüedad se aprovechan de ese mixto entre espectáculo e información. Pero con la paulatina desaparición de los diarios de papel (que, por cierto, se habían lanzado a la senda de la kiosko-tienda) los diarios digitales se han apropiado (o están en camino) de la información. Resumiendo: la TV es un espectáculo, un entretenimiento y no sirve para informar. Si en algún sitio se puede encontrar la información es en los periódicos digitales, porque los periódicos de papel son, hoy por hoy, kiosko-tiendas. La última argucia del capitalismo: el cambio de etiquetas. Como el neo-confinamiento de la Diaz.
El desgarrado. Septiembre 2020.