» 21-11-2020

Reflexiones tipográficas 272. Amazon.

Colau ha abierto la caja de Pandora (parece que siguiendo a Hidalgo de Paris) de las superplataformas superinternacionales. La alarma se centra en los misérrimos impuestos que pagan en España, y si a mano viene “favorecer” el comercio local. Parece razonable pero ¿son los ciudadanos los que tienen que defender la recaudación de impuestos? ¿No sería más razonable que fuera hacienda (el gobierno) quien exigiera a las supermultinacionales que tributen lo que les toca? ¿No será que el comercio de proximidad se ha acomodado a no competir? (y solo hace falta ver a los súper de paquis y los bazares chinos). Resumiendo ¿qué están haciendo hacienda y el comercio de proximidad? y ya puestos ¿Es el alcalde el que tiene que resolver estos entuertos? ¿o son los ciudadanos los que tienen que sacarse/le las castañas del fuego?

 

Pero todos opinan. Bernardos (analista económico de la sexta) conocido anticolau y de posiciones variables entre el capitalismo acérrimo y un cierto sentido-comunismo, arremete contra Colau. Dice: nunca ha defendido, hablado o apoyado al comercio de proximidad; es Hacienda quien debe ajustar las cuentas a las supermultinacionales. Lo que dirá la derechona ya lo sabemos: ¡viva el ultraliberalismo, la desigualdad y la dominación! Por supuesto hay que defender la igualdad de oportunidades de negocio, la sacrosanta libertad de mercado. Mientras, la izquierda, dividida, se debatirá entre las dos posiciones de siempre: o bien ladrará pero no morderá o bien ni ladrará ni morderá. La política es acción, no reflexión. Sin embargo hace mucho que los políticos están paralizados excepto en el uso de la lengua que no deja de ser un instrumento del conocimiento.

 

Que las multinacionales no paguen impuestos es un agravio comparativo que los políticos -cualquiera que sea su ideología- deberían combatir. Pero la cruda realidad es que hace años que los poderes fácticos (bancos, gasísticas, eléctricas, petroleras y multinacionales) no pagan los impuestos que les corresponden. Ni siquiera se vigilan los paraísos fiscales para que la evasión (ilegal) fiscal deje de ser una sangría. ¿Por qué deberíamos pensar que el caso de las ultraplataformas (Google, Facebock, Amazon, Alibaba, Microsoft, Apple, Tesla, etc.) es distinto? Ellos no pagan por tres razones: 1) disponen de un equipo legal capaz de encontrar todos los resquicios del sistema impositivo y además disfrutan del contubernio política-empresa estatuido por Reagan y Thatcher (argumento legal), 2) están salvando el mundo y los superhéroes no pagan impuestos (argumento funcional), 3) ¿si no pagan los poderes fácticos por qué han de pagar ellos? (argumento social). Además tienen: la fuerza, los medios de corrupción, e incluso, la simpatía que el pueblo otorga a los ladrones de los sistemas injustos.

 

Que Amazon se aproveche de su situación no es consecuencia de su propia estrategia sino de un sistema que se lo pone en bandeja. Es el sistema capitalista (endiosado por la caída del comunismo de estado) que se ha desbordado. La desigualdad es un afán y no un accidente. El contubernio aplaude sus logros, su eficacia, su eficiencia. No hay por qué escarbar en sus miserias: su aprovechamiento de posición dominante, la explotación de los trabajadores, la estrangulación de sus empresas colaboradoras, la ambición de monopolio (trust). Pero lo más execrable de ese sistema es que explota a los pobres para enriquecer (más) a los ricos. Un trabajador paga un 20% de sus ingresos como impuestos. Los poderes fácticos pagan un 8%. Las superplataformas apenas pagan el 2%. Los impuestos indirectos (los que gravan sin progresividad, es decir, exactamente a los pobres, igual que a los ricos) son todos, excepto el impuesto sobre la renta, e incluso éste, cada vez es menos progresivo. El estado de bienestar ha muerto. Volvemos al caciquismo. Los poderosos (políticos y empresarios) tienen privilegios sin cuento mientras los trabajadores son asados a impuestos y sometidos a la explotación. Y todo ello bajo el amparo de una democracia que hace mucho tiempo que es virtual (una palabra, un eslogan) y que está al servicio del contubernio políticoempresarial.

 

La democracia es, hoy en día (¡quién lo diría!), el mecanismo privilegiado de la explotación, la dominación, la sojuzgación. Podría llamarse sin grandes quebrantos: la ley del embudo. Pero la democracia nominal, esa que reduce la soberanía del pueblo a un voto cada cuatro años, a la rendija electoral, se mantiene como un karma que ya no opera en lo racional pero que ilusiona en lo emocional. La labor política para desarticular la democracia ha sido inmensa: separar lo ideológico de lo operacional, desvirtuar la verdad, potenciar la demagogia, aferrarse al populismo. Mentir, robar, engañar, intoxicar, proyectar la mierda en los demás, ignorar la responsabilidad, anteponer la poltrona a cualquier otra consideración. ¿Que es un político? Es un tipo cuya verdad es el error de los otros. No tiene que actuar sobre sí mismo sino sobre la confusión de los que lo miran, ante los que actúa (la similitud con los actores, esos grandes mentirosos, es evidente, aunque los fines sean radicalmente distintos). No tiene esencia, solo apariencia. Es un bluff. Su dependencia de las apariencias le delata (¡todos esos asesores!). Es una vaina vacía (o quizás llena de mierda). Pues bien, a “eso” votamos para que nos gestionen la vida. ¡Así nos va!

 

Política es responsabilidad. De los administrados y de los administradores. La responsabilidad de los segundos ya sabemos que es imposible (deberíamos llamarles simplemente: irresponsables, por que lo que se han esforzado en evadir cualquier responsabilidad, ha sido un esfuerzo titánico). Solo nos queda nuestra responsabilidad. Si nosotros tampoco la asumimos, estamos jodidos. Sí, lo sé. Siempre nos toca a nosotros. Pero es nuestra vida y a nosotros corresponde defenderla. Olvidemos los cantos de sirena que nos seducen con falsas promesas de redención, progreso y desarrollo.  Sabemos que la redención es mentira, el progreso solo lo es para ellos y el desarrollo se está cargando el planeta. La democracia se ha reducido al esmirriado voto cuatrianual. Pero aún así es una fuerza. Un voto informado puede conseguir pequeños cambios que con los años se conviertan en grandes cambios. Hay que doblar la curva del virus de la política de partidos. Hay, primero que cambiar la tendencia para, después, reconstruir la democracia.

 

¿No hay a quien votar? ¿Ningún programa tiene cara y ojos? A estas alturas de la película es lo normal. No se trata de votar a la mejor opción sino a la menos mala. Busca los que defiendan -aunque sea sectorialmente- opciones que favorecen al pueblo… y comprueba después que cumplen. Huye de la retórica, de las grandes palabras que no pueden tener concreciones reales. Busca las opciones que se miden con cifras. Dudo que podamos evitar que se rompa España, que salvemos la civilización occidental o que evitemos que desaparezca el idioma español, sin embargo que la I+D+I suba a al 3% es posible y real, que las pensiones se ajusten al IPC, o que no se arreglen las crisis financieras con recortes laborales parece mucho más concreto. Los de Amazon son unos crápulas pero no más de lo que les permiten nuestros políticos. ¿No será que los crápulas son ello?

 

El desgarrado. Noviembre 2020.




Published comments

    Add your comment


    I accept the terms and conditions of this web site