» 09-12-2020 |
La verdad -eso que durante siglos era un dogma indiscutible- se ha convertido en algo cada vez más opaco. Es evidente que a los políticos no les mola. La verdad pone de manifiesto su contraria: la mentira, y eso es algo que disgusta a los políticos. Para soslayar la mentira lo mejor es evitar la verdad. Todo es gris, todo es del color con el cristal que se mira. Todo es relativo (menos esta frase que es un absoluto).Vivimos la era de la posverdad, es decir de la duda existencial sobre la verdad. ¡La verdad está sobrevalorada! diría (dirá tarde o temprano) un político! Pero ¿que era y qué es la verdad? Del “no sabe, no contesta, no recuerdo, no me consta, no es de mi incumbencia, etc.” a la verdad pura y dura media un abismo. Los periodistas tratan de que se les conteste con un “si” o un “no” buscando un titular (que no la verdad). La verdad se ha hecho contextual, oportunista, esquiva.
La verdad nace científicamente (antropológicamente es otra cosa) del principio del tercio excluso: entre una opción y su contraria no existe término medio. Es evidente que si entre las dos opciones cubren todo el campo, el principio es irrefutable pero si la división de lo sensible se hace con habilidad las dos opciones no serán mutuamente excluyentes y la manipulación estará servida. Entre la huida y la no huida no hay término medio, pero entre la huida y la lucha cabe (como afirmó Laborit) la hibernación. Es la división de lo sensible (como clasificamos las cosas del mundo) lo que tergiversa un principio tan claro e incontrovertible. ¿Es lo mismo la disyuntiva material/espiritual que material/inmaterial? No. Hay cosas inmateriales que no son espirituales. La división (clasificación) de lo sensible determina la lógica (el método de determinar la verdad) del procedimiento.
La metafísica -el método de conocer el mundo y sus razones incluso ocultas- hizo de este principio una de sus banderas (las otros fueron el principio de no contradicción y el de identidad). Pero estos principios no tienen justificación científica: son axiomas evidentes “que no necesitan ser demostrados”. Cuando el empirismo de Hume y Kant impusieron que lo mental tiene que ser corroborado en lo real, a nadie se le ocurrió que estos principios debieran ser revisados. No en vano se llaman principios. Hoy en día sabemos que ninguno de los tres se cumple en la física cuántica (y con matices en astrofísica). Una cosa es nuestro mundo cotidiano y otra lo enormemente pequeño o grande. El sistema de la verdad (la lógica) daría lugar a la matemática (aliada con otra abstracción extraordinaria: la cantidad), y es más: sigue dando lugar a la matemática actual.
La metafísica excluyó de sus premisas la verdad parcial, la verdad probabilística, la verdad fraccionaria. Cada cara de un dado contiene un sexto de verdad: 0.166. Era contraria al principio de exclusión y se asentaba en el principio de complementariadad parcial. Lo importante es que las verdades parciales sumen exactamente la verdad total… la unidad. La probabilidad no nos habla de lo posible sino que como la estadística demostraría (la ley de los grandes números) nos habla de la verdad. Es evidente que aquí se mezcla el ser con el devenir, pero ¿es la división de lo sensible en ser estático y devenir dinámico una verdad de fe? El concepto de ergodia nos habla de eso, de la equivalencia de ser y devenir: es lo mismo tirar un dado cien veces (devenir) que tirar cien dados una vez (ser).
La verdad está viciada de origen: La división de lo sensible, el principio de tercio excluso, la probabilidad (la verdad parcial) nos indican que la verdad no es el monolito que pensábamos. La posmodernidad así lo afirma y de paso deconstruye la metafísica (que ese es el significado de deconstrucción). Pero no es por eso por lo que los políticos “deconstruyen” la verdad. La deconstruyen para poder mentir. No les importa su cientificidad sino la oportunidad que les brinda para ser todavía más corruptos. Por eso es importante saber de qué hablan: hablan de manipulación, de demagogia, de populismo, de intimidación, de… Porque la mentira no es lo contrario de la verdad. Lo contrario de la verdad es la no verdad. La mentira es la verdad de los políticos. La posverdad es la diferencia que hay entre la verdad y la no verdad. Y ahí cabe todo.
El desgarrado. Diciembre 2020.