» 10-12-2020 |
¿Por qué los niños son adorables? ¿Inocentes, ingenuos? Os lo diré: es porque no son políticos. La política es una forma de inter-acción que lo que pretende es modificar la conducta de los demás. Y no es que los niños no quieran modificar nuestra conducta, es que lo hacen de forma instintiva y no racional. La diferencia entre un niño y nosotros (su futuro inmediato) es que la intención de la modificación de la conducta deja de ser instintiva para convertirse en intencional, volitiva. Entre lo instintivo, que solo pretende la supervivencia, y lo volitivo que pretende una ventaja diferencial hay una diferencia abismal. La diferencia entre la ingenuidad y la intención, que, lamentablemente suele ser torva. Mientras los niños son instintivos (animales) son adorables. En cuanto persiguen fines más allá de la supervivencia, se convierten en los monstruos que todos los adultos somos. Quizás la adolescencia es eso: la evidencia de que la ingenuidad se ha acabado y que lo que se espera de ellos es la hijoputez generalizada.
Durante milenios de milenios (eones, eras geológicas) el instinto fue la norma, pero apareció la razón y la razón puede perseguir no solo la utilidad sino la superutilidad, la conveniencia, la ventaja, la dominación. Casi nunca nos planteamos como se pasó del instinto a la racionalidad, pero no debió ser fácil. Había que abandonar lo seguro para optar por lo probable, pero ese abandono exigía tirarse a un vacío que era un abismo. Quizás en ese impasse se gestó la estulticia, la pérdida de la inocencia, eso que vemos en los niños y que sabemos que no existe en los adultos. Pero no perdamos de vista lo dicho: perder lo seguro para optar por la probable. Eso es específicamente la razón. Lo que estaba en juego era pasar del seguro instinto a la inseguridad probable de la razón. En aquel momento la especie decidió que era mejor la inseguridad (de la razón) frente a la seguridad (del instinto). En aquel momento cambió todo. ¿por qué? Porque el instinto es democrático (todos son iguales) y la razón permite la dominación, que unos sean superiores a otros. El león no es superior a la gacela, Simplemente se alimenta de la gacela más torpe para mejorar su raza… y la suya. Nada de eso es la dominación.
Y entonces tuvimos que reinventar la democracia Cuando el instinto se perdió, hubo que reinventarla sobre unas bases -las de la dominación- que no eran las adecuadas. Por eso no funciona, porque es un parche. Ranciére lo dice abruptamente: en el mundo de la razón la democracia es imposible; la democracia es una sinrazón. Tuvimos la democracia natural del instinto y la rechazamos atraídos por la luz de la razón, como las polillas. Ahora no tenemos ni una cosa ni otra. La razón es exactamente lo contrario de la democracia. Nadie quiere decirlo como nadie quiere decir que el rey está desnudo (¡y anda, que el emérito está en pelota!) Solo un niño puede decirlo porque el niño sigue viviendo en el paraíso del instinto y tiene la visión limpia de la democracia animal, ancestral.
Lo que persigue la ciencia, la filosofía, el conocimiento, es simplemente las certezas del instinto. El modelo de la certeza es el instinto. Pero la ciencia nunca ha conseguido algo igual. Y no lo ha conseguido porque no es posible. Y con eso no quiero decir que el sueño del mono loco no haya conseguido logros impresionantes. Pero nunca ha conseguido la certeza. Y esa es precisamente el reproche que nunca se le pude hacer, porque nunca acepta: su afán es el sueño de un mono loco. Diré más: ha conseguido esos logros, porque se desligó de lo seguro para adentrase en lo probable. Ese era el camino que la naturaleza animal nunca hubiera escogido y lo que nos distingue de ellos: el riesgo, la capacidad de adentrarnos en la inseguridad, el funambulismo. No éramos un mono loco, éramos un mono funámbulo. Nunca conseguiremos la certeza del instinto pero moviéndonos en la incerteza de la razón conseguiremos que este mundo sea más cierto, inestablemente cierto, pero más cierto. La probabilidad como dice la ley de los grandes números, puede ser certeza. Lo siento Albert pero estabas equivocado. Tu instinto te falló.
El desgarrado. Diciembre 2020.