» 01-01-2021

Reflexiones tipográficas 284. ¡Bienvenidos al 2021!

Bienvenidos a 2021, pero no perdamos de vista que solo ha cambiado un dígito. Todo lo demás sigue igual. El virus sigue entre nosotros y no desaparecerá (si lo hace) antes de entre seis y doce meses. Tendremos tiempo de que venga la cuarta, la quinta y la sexta ola. La esperanza no es la solución. La constancia activista es la solución. Dentro de poco los mayores de las residencias estarán a salvo, los sanitarios estarán a salvo y entonces las bajas se producirán entre los que, hasta ahora han estado a salvo… hasta que alcancen a los jóvenes, los que ahora están exentos. No es casualidad que las vacunas se defiendan como si fueran oro. Pronto, colectivos relegados exigirán preeminencia en la vacunación mientras se evidencia que las posibilidades de morir se acrecentan con la dilación. Y no hay que descartar que tomen medidas. No estamos en la solución sino en el principio del problema.

 

Ya sabemos que 100.000 muertos no son suficientes para que nuestros políticos cambien de rumbo. Toda la mierda que han sido capaces de generar en tiempo de paz es la que aplican ahora en tiempo de guerra: corrupción, partidismo, reinos de Taifas, despilfarro, nepotismo, la constitución como escudo (inviolabilidad, irresponsabilidad, prebendas, desigualdad, inseparación de poderes, democracia amordazada, la rendija electoral en unas elecciones absolutamente mediatizadas…), etc. No estar interesado en política es no estar interesado en la justicia, la igualdad, el justo reparto de cargas y beneficios, la defensa de los desfavorecidos -empezando por los trabajadores y siguiendo por el estado del bienestar, la dependencia, la memoria histórica, el control de los poderes fácticos (energéticas sucias, bancos, multinacionales, financieras, empresas de economía colaborativa…). No estar interesado en política es dejar en manos de los zorros el control del gallinero. No votar es lo mismo que votar a la lista ganadora. Así es la ley de Hont, la ley de proporcionalidad que junto a otras medidas, mediatiza las elecciones.

 

Y entonces ¿a qué votar si está todo atado y bien atado? Esto no es la lucha de la (ultra)derecha contra la (ultra)izquierda. Es la lucha de los ciudadanos contra el poder. Esto es una revolución incruenta. La respuesta es que no tenemos otra: ni ceder, ni encontrar mejores cauces de representación. Ceder es poner el culo y si bien aprovechar la esmirriada rendija electoral es desesperante, es lo único que tenemos… además de resistencia pasiva. A no ser que queráis la revolución no tenemos otra opción. También podéis montar un partido que apueste decididamente por la defensa de los ciudadanos, pero aunque no lo hagáis ese partido aparecerá tarde o temprano. Y no será el último, a ese le seguirá otro y otro. Solo hace falta seguir el ejemplo de la derecha que siempre tiene otro partido de ultras más a la derecha y así hasta el infinito. Podéis pensar que no es un gran plan pero es un plan. Mejor que entregarles el poder por no ir a votar.

 

Esto es una mezcla de resistencia (el poder es suyo) y de revolución (queremos que sea nuestro), pero  democrática e incruenta. Se acabó la épica. Trabajo duro y mal reconocido, largo y desesperante, pero les hemos dado mucha ventaja y ahora tenemos que recuperarla. La democracia (real) es posible pero solo vendrá de la mano de los ciudadanos. Nos creímos que las élites militares, sociales, políticas hablaban en serio cuando enunciaron la soberanía del pueblo. Mentían (como mentían los hombres cuando enunciaban la igualdad de las mujeres). Solo alcanzaremos la soberanía popular, la democracia, si la conseguimos nosotros mismos. Y empezando desde bien abajo porque las élites se han encaramado bien arriba. ¡No somos machos pero somos muchos! decía el mariquita en el chiste. Es ese espíritu el que tenemos que seguir: sin violencia (sin machismo) y con constancia (no será una lucha corta). El movimiento de liberación Gay-etc. es un ejemplo a seguir. El empoderamiento de las mujeres es otro. La resistencia pasiva de los Indios un tercero. Se acabó la épica (testosterónica) pero empieza la epopeya (estrogénica). El SXXI no solo es el de la liberación de la mujer sino el de la liberación del pueblo. Es hora de acabar con la dominación, con la oligarquía, con la política representativa, con la corrupción. ¡Democracia directa ya!

 

El coranavirus es el resultado de una determinada forma de hacer política: la de los recortes y las privatizaciones. Las crisis son mecanismos de regulación de los salarios. La política es una forma de embaucar a los ciudadanos a mayor gloria del bolsillo de los políticos. La desigualdad es una estrategia (sesgada) de redistribución de la riqueza. Hay que combatir tanta iniquidad con la única arma que tenemos: el voto… y la resistencia civil. ¡Olvídate de la derecha y la izquierda: vota pueblo, vota democracia. Desigualdad, privilegios, nepotismo, corrupción, recortes, despilfarro, privatizaciones, etc., todo eso no es pueblo, no es democracia. Todo eso es la mierda que ya conocemos. No estamos desamparados. Nuestra fuerza es nuestro número. Si sacamos todos nuestros depósitos de los bancos, los hundimos; si hacemos una huelga fiscal, hundimos al estado. Podemos bloquear autopistas, eventos deportivos, podemos colapsar lo que queramos cuando queramos (o, no). Sin infringir la ley y sin armas (¡por ahora!. Pronto legislarán para evitarlo). No estamos totalmente desprotegidos. Si Assange, Snowden, Martin han desafiado al poder, también nosotros podemos hacerlo. Esta mierda tiene solución si trabajamos unidos. Todavía no hay un partido político que haya recurrido a nuestra fuerza pero está al caer.

 

El desgarrado. Enero 2021.




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