» 03-01-2021 |
Un fotógrafo es alguien que sabe cómo decir las cosas pero no sabe porque las dice. Las superiores instancias periodísticas decidirán como se “utiliza” su foto. Se separa así de un mundo que puede ser atroz. La generalidad de los ciudadanos (se supone) pensamos con la cabeza. Los fotógrafos piensan con la cámara. No es una idea nueva. Sontag o Benjamin, quizás Barthes ya lo dijeron. Un fotógrafo no tiene que pensar, tiene que actuar y eso tiene implicaciones. Actuar no es pensar, no es reflexionar. Actuar es política y es ética. Sería muy fácil que los fotógrafos fueran pensadores pero son activistas (no en el sentido de que aúnan acción y reflexión, sino en el sentido de que se limita a la acción). La disyuntiva entre actuar o fotografiar es tremenda. Cuando un fotógrafo se separa de la realidad para constatarla se convierte en dios (ejerce de tal). En nuestro mundo no hay quien observa y quien sufre. Todos somos lo mismo (Spinoza). Reconozco que no es fácil: ser humano o ser dios; pertenecer al mundo o separarse de él. ¿Es la cámara un filtro o un escudo?
El gran recelo que causó la fotografía entre los artistas plásticos arranca de esta analogía: ambos trabajan sobre la realidad desde la acción y no desde la reflexión. En este sentido -y dada su superior facilidad para reproducir la realidad- es que se produjo la gran confrontación. No era una polémica cierta. A pesar de que parecía que el problema residía en la reproducción de la realidad, no era así porque tampoco la fotografía reproducía la realidad sino que la reinterpretaba. Y sin embargo la presencia de la fotografía empujo al arte plástico hacia una mayor libertad en la plasmación de la realidad que inauguró el arte moderno… camino que posteriormente también siguió la fotografía. Si el enfrentamiento se escenificó sobre lo real la competencia se lidió, en realidad, en que ambos tenían el mismo enfoque: la acción sobre la reflexión. La polémica si era arte o no (por la utilización de un arte-facto) era estéril. Ambos eran y son artistas; ambos interpretaban la realidad desde la acción y no desde la reflexión.
Esta corriente de diferenciación entre la reflexión y la acción se acusaría enormemente con los años hasta llegar a la performance, el accionismo, la instalación. El arte representativo se acercó al arte plástico y las barreras cayeron. Porque la gran diferencia entre el arte y el pensamiento es que el primero pretende conocer el mundo desde el trabajo y el segundo desde la reflexión. La diferencia entre el devenir y el ser. La política y la ética también son disciplinas de la acción, la primera de lo común y la segunda de lo individual. La estética no fue comprendida como disciplina autónoma hasta tiempos recientes. Sabemos el recelo que suscitaba en Platon, como todo lo que se centraba en la apariencia y no en la esencia. Cuando la metafísica (tan próxima a la ontología, al ser) se empieza a tambalear a manos de la hermeneútica, la fenomenología, la filosofía de la diferencia y la posmodernidad, es cuando el arte se libra de la dependencia de la analogía con la realidad y se emancipa. La analogía, la similitud, la metáfora al fin, fue su coartada mientras la metafísica impuso su ley. Cuando mostró su debilidad el arte pudo “formalizarse” (es decir perder la conexión con la realidad). Desgraciadamente perdió también la conexión con el espectador, precisamente cuando la hermenéutica lo entronizaba como intérprete privilegiado dando lugar a la teoría de la recepción. Y lo perdió porque el espectador no supo seguir al arte en su giro formal; no supo abandonar la referencia de la naturaleza; no supo entender que la acción tiene menos trabas (ideológicas) que la reflexión.
Pero hablaba de fotógrafos: en 1994 Kevin Parker fotografió a una niña acosada por un buitre. Se suscitó el debate entre ética (salvar a la niña) y arte (salvar la imagen icónica). Años después Parker se suicidó. La acción (arte, ética, política) tiene distintos fines. Nuestros políticos no han vacilado en sacrificar 100.000 ciudadanos por el coranavirus por salvar la economía y su sagrado culo partidista asentado en su sagrada poltrona. Los políticos no se suicidan porque están del lado de la dominación. El suicidio es cosa de oprimidos y los políticos nunca los están… porque son los opresores disfrazados de redentores.
Metafísica, ética, política, arte. No son campos separados. Son manifestaciones de lo mismo: el alma humana. Quizás no les diferencia tanto los pares de oposición metafísicos como acción/reflexión, material/espiritual, útil/fútil sino simplemente la instrumentalidad de la dominación/opresión. La solidaridad y el altruismo son antimetafísicas (anti-racionales); la inducción es anti-lógica; la ontología es anti-evolutiva; el arte es anti-metafísico; la política es anti-todo en el sentido que solo mira por sí misma. En el fondo el mundo es sencillo.
El desgarrado. Enero 2021.