» 18-03-2021

Reflexiones tipográficas 313. “Qui no labora non fa l’amore”. El que no trabaja no tiene votos. El Fascismo que viene.

La continua confusión que los políticos procuran entre los ciudadanos ha conducido a que, éstos, hayan optado por otras vías que la comprensión para escoger a sus representantes. Y esa vía es el trabajo. Ante la imposibilidad de entender lo que dicen han optado por evaluar lo que trabajan.  Arrimadas ganó las elecciones en Catalunya y se fue. En las siguientes elecciones la ignoraron los electores. Gabilondo ganó las elecciones en Madrid. En su discreción profesoral nadie le vio trabajar. Perderá las próximas elecciones por goleada porque Diaz la Madrid ha trabajado de lo lindo y las encuestas vaticinan que doblará sus resultados. Pensaréis: Gabilondo tiene un discurso inteligente, comedido, equilibrado. Diaz es alocada, grosera y estúpida. ¿Que pasa? Pasa que cuando entender los mensajes es imposible la evaluación se desplaza a otros campos. En este caso al trabajo: voto, a quien se preocupa por mí. Es un poco lo que pasó con la publicidad tal como la explicó Baudrillard: no se trata de “explicar” las bonanzas de un producto. Se trata de mostrar que ese producto te quiere, trabaja por ti, se preocupa, te contempla.

 

Los electores no quieren promesas en las que no creen, ni explicaciones de cómo será su vida cuando todo cambie. Lo que quieren es que alguien los quiera, trabaje por ellos, de la impresión de que les importan. Por supuesto los eslóganes son importantes, pero no por lo que dicen sino porque muestran trabajo, dedicación, cariño. Esa aspiración a ser cuidado es típicamente femenina. Las mujeres son las campeonas del cuidado hasta el punto que se puede caracterizar su forma específica de pensamiento de género como el cuidado (Haraway, Puig). El hombre pertenece a la cultura de la destrucción/reconstrucción (guerra/paz; desarrollo/rehabilitación; progreso/retroceso). La mujer pertenece a la estrategia de la  prevención, conservación, cuidado. De alguna manera el ciudadano entiende que la obligación del político es cuidar de él, protegerlo, cuidarlo, preservarlo. La relación del ciudadano con sus políticos es la del hijo con su madre. Naturalmente el cuidado no es solo de los administrados. El cuidado bien  entendido empieza por uno mismo y los políticos se cuidan a más y mejor.

 

Decía Harari (“Homo sapiens”) que la ideología es el medio de construir grupos mucho más numerosos que los producidos por el parentesco de modo que la cosa común pueda ser mucho más eficaz. La ideología es el parentesco de los grandes grupos. La ideología nos propone la familia política a la que queremos pertenecer y como tal familia se debe encargar de cuidarnos, protegernos y preservarnos. Es el eje familia/cuidado el que define la política y la sociedad política. El fascismo es una ideología a-ideológica. Su extremo pragmatismo, utilitarismo, le permite prescindir de la ideología. El fascismo es un movimiento de acción, consciente de que las cosas no funcionan, respetuoso con la Nación como familia política de unión, pero no el partido, que aspira a que sea único. La fuerza, el pragmatismo y el coraje son su ideología. Se rompe aquí el vínculo familiar/ideológico que en los partidos políticos tradicionales constituye la cláusula de cierre y los cohesiona. Por eso asistimos al desplome, a la desbandada de partidos como C’s cuyo pragmatismo los convierte en filofascistas. Por eso no desaparece el partido comunista a pesar de la caída del muro de Berlín y del bloque soviético. Y por eso, finalmente, la inquina de la derecha hacia el comunismo y el socialismo que aunque herido de ultraliberalismo, nunca acaba de desaparecer. UPyD desapareció y C’s desaparecerá porque no tienen ideología, no forman familia. Si los fascismos clásicos: el fascio italiano, el nazismo alemán y la falange española, no desaparecen es porque no son partidos políticos, son totalitarismos que aspiran a ser dictaduras de pensamiento único, religión única y partido único.

 

El planteamiento de Diaz la Madrid, de que Madrid es España dentro de España y la exigencia de una autonomía que excede en demasía al estatuto de autonomía, e incluso al federalismo. La confrontación (incluso rebeldía) contra el Gobierno español por el mero hecho de que es de izquierdas. La simpatía por la ultraderecha, hasta el punto de cerrarse cualquier puerta que no sea su alianza con ella. Todo eso es fascismo en los términos en los que lo desarrolló el eje fascista en la segunda guerra mundial y lo caracterizó Habermas en contra de heidegger. Son los hijos de la dictadura a la que se añora y de la que se espera su reinstauración… aunque no pueda decirse más que en pequeñas reuniones y foros de militares nostálgicos. Ha llegado el momento de establecer la defensa de Madrid contra el fascismo. De nuevo el ¡No pasarán! será determinante. Frente a ese eslogan mentiroso y taimado de socialismo/comunismo o libertad, habrá que oponer fascismo/dictadura o democracia plena. Libertad no es un concepto político sino ético, en el típico “giro ético” que Rancière vaticinó en la derecha.

 

Esta situación excede en mucho lo que es el simple juego de partidos políticos, con distintas ideologías, dentro del juego de la democracia. El PP coquetea con el fascismo (que no es un partido ideológico, sino un totalitarismo de pensamiento único) y lo hace desde la hipocresía y la mentira, la opacidad y la torticería. Nos jugamos demasiado como para no poner toda la carne en el asador. Y si no ¡al tiempo!

 

El desgarrado. Marzo 2021.




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