» 13-11-2023 |
El mundo se compone de materia y energía que de acuerdo con la formulación de Einstein, son intercambiables. La diferencia de magnitud entre ambas es exponencial -la velocidad de la luz al cuadrado- de modo que una pequeña porción de materia equivale a una enormidad de energía- La materia es energía concentrada. La bomba de fisión (atómica) nos ha mostrado el poder energético de una pequeña cantidad de materia. No toda la materia y energía del universo es conocida. Las materia y energía oscura forman la mayor parte del universo (95%) y su estructura y composición nos son desconocidas aunque sabemos que existe. Las ondas son una forma de energía “oscilatoria” o vibratoria que -como tal energía- puede ser convertida en materia dando lugar a dos facetas del universo: la ondulatoria y la corpuscular. La energía no se crea ni se destruye, se transforma, pero además, en sus diversas transformaciones pierde calidad, se hace menos útil (según las dos leyes de la termodinámica, que es la ciencia que estudia las transformaciones de la energía). Estas leyes -que tienen escasa repercusión en el espacio (tiempo=0) manifiestan, sin embargo, una enorme importancia en el tiempo: la complejidad. Como consecuencia de que la velocidad de la luiz es constante (no es afectada por el movimiento relativo de los cuerpos) el espacio y el tiempo también son intercambiables. El espacio y el tiempo son las condiciones de posibilidad del universo, que es como decir que espacio-tiempo y universo son intercambiables… de una manera distinta a como son intercambiables la materia y la energía. Esa manera distinta de intercambio es la información.
La información es el equivalente universal de la equivalencia. Allí donde dos cosas se transforman la una en la otra (equivalen) lo que se produce es una reordenación de la información. Por lo tanto la información es una determinada manera de ordenar materia/energía, onda/corpúsculo, espacio/tiempo. Incluso -y este es el quid de la cuestión- la equivalencia fundamental entre el vacío y lo lleno, entre la nada y la existencia, entre la materia y la antimateria. El universo se produce cuando la nada se divide espontáneamente en materia y antimateria y estas dos facciones (de la materia/energía) se estabilizan (pues lo normal es que se descompongan en vacio, nada, inmediatamente) por la aplicación de la antimateria a otro cometido que “jugar” con la materia. Por ejemplo constituir el espacio/tiempo. El big Bang “crea” no solo la materia/energía sino también el espacio/tiempo. El universo no tiene origen porque las composiciones y descomposiciones de la nada en materia y antimateria son eternas. Lo diferencial es la estabilización de la materia al determinarse la antimateria en espacio/tiempo. Todo lo expuesto es una “explicación” que se produce porque el ser humano se empeña en dar sentido al universo, en informarlo, en estructurarlo de acuerdo a las posibilidades y necesidades de su raciocinio. La inteligencia es -por ahora- el último grado de la información del sentido, el más alto y más complejo. Lingüísticamente, “informe” es lo que no tiene forma… y lo que la tiene, la prueba de que el sentido (entendido como forma de ordenar) no existe de forma unívoca, indiscutible, definitiva. Hay otros mundos pero están en este (Eluard).
Vaya por delante que equivalente universal es lo mismo que necesidad, comportamiento imperativo, ausencia de disyunción. No sabemos si la necesidad rige el mundo. Lo que sabemos es que la necesidad rige la explicación del mundo que el ser humano necesita darse a sí mismo para no morir de zozobra y, de paso, dominar el mundo. Pero hagamos un poco de historia. La primera función del proto-cerebro humano fue clasificar, ordenar, jerarquizar. El mundo era un alud de información incomprensible que solo se podía asumir si se ordenaba en conjuntos por afinidades u otras consideraciones. Paralelamente a esta función de síntesis (agrupar) se produce una función de análisis (descomponer, dividir) que trata de convertir lo complejo en simple. La síntesis tiene como objetivo entender el mundo como globalidad. El análisis se centra en cada objeto del mundo que se descompone hasta hacerlo comprensible en su simplicidad final. Son dos formas de simplificar, empezando por los dos extremos: el todo y las partes. Porque el enemigo a batir era la complejidad, la del mundo como objeto global y la de cada objeto individual. Estas dos maneras de atacar el conocimiento forman lo que Platón llamó “el arco del conocimiento” con una rama ascendente de los casos concreto a los principios generales, las leyes de la naturaleza (inducción), y una rama descendente de las leyes generales a los casos particulares (deducción). El arco ya nació tarado pues los conceptos ascendente de lo concreto a lo general y descendente de lo general a lo particular podría perfectamente haberse nombrado al revés: lo ascendente de los principios generales a los casos particulares y descendente de lo particular a lo general. La contradicción (¿buscada?) Perseguirá al método. El “arco” se convertirá finalmente en un círculo en el que ascenso y descenso forman un método integrado (analítico-sintético) y en el que arriba y abajo no tienen sentido ya. Lo que no cambiará es que el fin de ambos es obtener información, conformar la realidad, explicar el mundo… y finalmente actuar eficazmente sobre él: dominarlo.
La dificultad de manejar intelectualmente las cosas intangibles (abstractas, sin materia) condujo a la equiparación de lo inasible con lo espiritual, lo que estaba más allá de lo material, el animismo, la magia, los espíritus, los dioses. Existe un mundo más allá de la física (metafísico, trascendenta). Las cosas esconden esencias inmateriales distintas de las apariencias físicas. Pronto esa esencia se convirtió en más importante que la apariencia: el alma, el espíritu, las ideas platónicas, el noúmeno) y la metafísica que las sustenta se convierte en sistema de pensamiento. Lo necesario (lo inequívoco, lo cierto, lo seguro, la verdad) se convierte en la premisa de todo conocimiento y se trata de desarrollar mecanismos que obtengan esas verdades universales (en las que todos estén de acuerdo). La omnipotencia de las ideas, la revelación de los dioses, la analogía, la topología, la mitologías. Se erigen en paladines de la verdad, pero todos ellos son exteriores al ser humano. Hacía falta un mecanismo que fuera netamente humano (como forma de emancipación) y este es la formación de universales (válidos en todo caso) por abstracción. La abstracción consiste en simplificar las cosas (podarlas de peculiaridades) hasta que se avengan a cualquier caso. El concepto (el lenguaje) opera esta abstracción clasificando el mundo en clases de cosas y dando lugar a la verdad universal conceptual o definitoria. La reducción de la verdad a verdad absoluta (o todo o nada) obtenida por medios formales, operando los conceptos dará lugar a la lógica formal. Le sigue la cantidad (el número) que prescinde de cualquier cualidad y da lugar a las matemáticas (aritmética y geometría). Finalmente la igualdad, que es la operación de reducir diferencias hasta la igualación mediante cambios en el contexto o en la estructura de los comparandos, o en el descubrimiento de afinidades insospechadas. La igualdad se adentra en el mundo de la acción, mediante la ética y la política. Desde otros puntos de vista se establecen otros universales (el género único en sicoanálisis, el comercio como relación social, el dinero y la mercancía en economía política, siempre con la realización parcial de sus afanes pues solo es universal el universo y lo demás son aproximaciones. Más que universales deberíamos usar “equivalente general” (la cantidad, el concepto, la verdad, la igualdad) que nos acerca al concepto de información.
La metafísica se asienta en la sustancia menospreciando el devenir, el cambio, la historia. Es cierto que pensar el movimiento es mucho más difícil que pensar lo estático por lo que más que desprecio es utilidad. Durante siglos reina la sustancia en el panorama del pensamiento, como también reina la idea de Dios. El universo mecánico es su gran logro. Kant -al unificar racionalismo y empirismo- abre el melón del entendimiento activo que culminará en el SXVIII con la aparición de las ciencias del cambio. En primer lugar la evolución que explica la humanidad actual como el final de un proceso de cambio que ha llevado desde el origen de la vida a la complejidad actual. Y la complejidad es la palabra clave pues parece oponerse a la la segunda ley de la energía: la energía se degrada cualitativamente. Efectivamente la energía se degrada en un sistema cerrado pero la vida no es un sistema cerrado sino que está en continua interacción con el sol, por ejemplo que es una fuente de energía exterior a través de la fotosíntesis. La biota se complejifica a costa de sistemas contiguos que se degradan en su beneficio. La complejificación es un reparto desigual de la energía. La complejificación lleva aparejada un aumento de la información. Tras la evolución aparece la termodinámica que estudia precisamente los avatares de la energía con una consecuencia asombrosa. Dado que estudia el comportamiento de conjuntos de innumerables partículas aplica métodos estadísticos. Bolzman introduce la probabilidad en la fórmula de la entropía (la medida de la degradación de la energía, de la falta de orden). La verdad absoluta de la lógica da paso a la verdad fraccionaria de la probabilidad. Las ciencias evolutivas (centradas en el orden/caos, el cambio temporal, la complejificación, el devenir, la verdad fraccionaria) se multiplican: la deriva de los continentes, la sicología evolutiva, etc.
El descubrimiento de la estructura de la molécula de ADN involucrada en la transmisión de la información genética, por Watson y Crick supone una hecatombe en la conciencia de la información. Una molécula con prácticamente solo cuatro nucleótidos (adenosina, guanina, citosina y timina) es capaz de codificar toda la información genética que se transmite de una a otra generación. El orden (la información) es comparativamente infinito comparado con la composición material (cuatro nucleótidos). Su método de partición en dos cadenas iguales es de una simplicidad y una eficacia sin par. La vida es mucho más que materia: es información (transmisible). Saussure establece que el signo se compone de significante (el vehículo: el grafema, el fonema, el gesto) y significado (el contenido, el mensaje) y que su relación es arbitraria. El contexto será añadido por Pierce. La información empieza a ser estudiada como tal. McLuhan enuncia que el medio es el mensaje y Dabord que toda ideologÍa que fracasa se convierte en espectáculo, solo hace falta añadir que el espectáculo es el opio del pueblo para cerrar la ecuación. Si el mensaje (el contenido de la información se reduce al medio (es verdad… lo que dice la TV: “Cortina de humo” Levinson 1997) y las ideas acabarán indefectiblemente convertidas en espectáculo (pues a la larga todas fracasan al ser sustituidas por otras), la información no es más que una desmesurada maquinaria de manipulación y de dominación.
Los noticiarios (en cualquiera que sea su vehículo) nacen con el cometido de informar, de contar lo que pasa. Paro solo pueden sobrevivir si tienen audiencia que financie su empresa. El fin último es la información pero el fin inmediato o práctico es vender (unidades, publicidad, suscripciones, etc.). Las noticias se mediatizan por este fin práctico sin el cual el medio no existiría. Los fines de los periodistas como individuos (informar, ganar dinero, ganar fama, ganar el Pulitzer) difieren de los fines de las empresas mediáticas cuya ética es la de las empresas capitalistas: ganar dinero… por cualquier medio. Es el mismo caso en los políticos que solo pueden aplicar sus ideas (fin último) si gobiernan (fin práctico), si ganan las elecciones (fin inmediato), si conservan la poltrona fin subsistencial). También aquí los fines de los políticos individuales y los de los partidos políticos (que son empresas políticas) difieren grandemente. Tanto en grupo como en otro la información fidedigna es vital para la sociedad pero se ha de equilibrar con otros fines en competencia. ¿Es posible la información fidedigna en una economía capitalista? No. ¿Es posible en una empresa socialista (de economía dirigida) que compensara las necesidades económicas con subvenciones o ayudas? Tampoco. ¿Es posible la información? En ningún caso. Lo mismo que para los políticos, en los que hay que añadir a la información, la consecución del bien común.
La información (la esencia del universo si tal esencia fuera de recibo en cuanto término) es imposible, porque su valor es tan alto que se convierte en poder. El equivalente universal de la equivalencia se convierte en equivalente general de la dominación. La información es poder. La información es dominación. ¿Tiene todo esto alguna racionalidad? ¿Es una pregunta retórica, verdad?
El desgarrado. Noviembre 2023.