» 30-10-2023 |
He empezado a analizar la irracionalidad de nuestro comportamiento sin mostrar -aunque sea de forma somera- en que consiste la racionalidad. Intuitivamente entendemos por razón aquello que nos diferencia de los animales. El producto de nuestro cerebro hiperdesarrollado evolutivamente. El reflejo de que estemos hechos a imagen y semejanza de dios. El método de pensamiento que establecieron los filósofos griegos en el siglo quinto antes de cristo (SV AC). Una forma de pensar (procesar información para un fin) que incluye la libertad (libre albedrío). Todo es cierto, lo difícil es encontrar una definición unitaria. No lo haré, me gustan las definiciones -tipo bases de datos- que acumulan facetas de una cuestión, desde puntos de vista distintos. Sé que infrinjo el principio de identidad aristotélico pero si dos electrones (fotones, protones…) son indistinguibles debe ser porque la individualización no es tan importante (por lo menos en el micromundo de las partículas).
Nuestra razón es el producto de una evolución física y funcional. Físicamente McLean describió tres cerebros aditivos (los anteriores no desaparecen cuando los posteriores hacen su aparición) que identificó como: cerebro de los reptiles; cerebro de los mamíferos y cerebro humano que aproximadamente coinciden con la parte occipital, temporal y frontal de nuestra anatomía. Cada uno tiene sus funciones, pero no finalistamente distintas dada su adicionalidad. Lo más llamativo es su mala comunicación funcional lo que los hace comportarse independientemente en muchas ocasiones. La evolución puso coto a esa independencia creando una conexión entre ellos (la corteza cingular), pero lo hizo tarde y no siempre el cerebro funciona como una unidad integrada. Las funciones del cerebro reptiliano son la vida y la supervivencia: comer, reproducirse, defenderse, en una palabra sobrevivir (los instintos básicos). Para ello dispone de distintas partes aditivas: tallo cerebral, cerebelo, amígdala, hipocampo, hipófisis… El cerebro mamífero es más unitario y más grande y se encarga de las funcionas sociales además de muchas emociones y sentimientos. El cerebro propiamente humano (el lóbulo frontal)es la sede de la razón (el raciocinio, la lógica) y constituye nuestro pensamiento más evolucionado. Es relacional, capaz de percibir la causalidad (y por tanto de predecir el futuro) y lógico formal. Es la inteligencia racional. La cuestión es que nuestro “yo” es la suma de la respuesta de los tres cerebros (en la parte en que se comportan de forma independiente). Somos esquizofránicos múltiples con múltiples respuestas al medio… si no personalidades. (Ver “Señoras y señores 68-72).
Consideramos razón a la integración de todas las respuestas al entorno, de los distintos cerebros. Consideramos racional todo lo que reside en el cerebro desde los instintos, la inteligencia emocional (Goleman), la inteligencia social hasta la inteligencia racional propiamente dicha, cuando deberíamos distinguir entre cada una de esas manifestaciones cerebrales. Consideramos las emociones y los sentimientos irracionales (no comprensibles por el pensamiento racional) pero, sin embargo, humanos. Es decir humano no coincide con racional. Es más amplio. Deberíamos distinguir entre lo racional-cerebral y lo racional-humano. El recurso a la autoconciencia tampoco resulta definitivo, una vez que sabemos que el cuervo, el pulpo, el elefante y el delfín (entre otros) la comparten con nosotros. Laborit citando a MacLean, afirmaba que el honor, el valor, y por tanto el patriotismo residen en el cerebro mamífero, es decir, no son racionales.
El amor -máximo grado de satisfacción humana- buscado, deseado y sancionado como humano (casi como específicamente humano) es absolutamente irracional: un cocktail de hormonas. Pero además reside en los tres cerebros citados: instinto de reproducción y cuidado reptiliano, formación de una sociedad de respeto y apoyo mutuo mamífero y contrato (entre otras cosas) para la razón específicamente humana. Y además, apreciamos más sus manifestaciones animales (ser una buena madre es ser una madre mamífera que cuida del desarrollo de las crías) que las específicamente humanas.
Nuestra relación con las mascotas (individuos de una especie animal) está teñida de fantasías antropoformes. Las adjudicamos inteligencia humana, comprensión, sentimientos, amor, solidaridad, generosidad, altruismo, etc. En pocas palabras “solo les falta hablar” Las mascotas son animales que han evolucionado al lado del ser humano adquiriendo los sesgos necesarios para su supervivencia. Evidentemente se nos parecen porque nos imitan, sabiendo que es eso lo que queremos y lo que les conviene. Confundir comportamientos animales (lealtad, apego, socialidad…) con comportamientos humanos no es difícil dado que -como hemos visto- también se confunden en nosotros. Es absolutamente comprensible buscar en un animal específicamente “de compañía” consuelo para la soledad y cariño para el desafecto. Incluso hacerlo funcionar como marcapasos. Pero para ello no hace falta adornarlos con rasgos humanos. Querer más a las mascotas que a los humanos, es de difícil comprensión. Es irracional.
Hay una manifestación caracterológica especialmente singular: “la nostalgia del instinto”. Cuando la vida se hace especialmente dura, cuando tomar decisiones se convierte en un suplicio, aparece la envidia del instinto férreo, que no necesita de la voluntad para funcionar. No solo se trata de envidiar a las mascotas su situación de mantenidas, sino de su estatus de liberados del suplicio de la decisión racional, de la libertad de escoger. Es renunciar a lo más específicamente humanos que tenemos (somos). Es renunciar a la racionalidad.
Las cuestiones territoriales son especialmente reptiliano-mamíferas. En los conflictos territoriales se aúnan la posesión histórica de un asentamiento, en algún momento de la historia, con la propiedad definitiva e indiscutible. Gran parte de los animales son territoriales, por razones de defensa, de caza, o de procreación. Los conflictos territoriales se dirimen por la fuerza. La metafísica (como sistema de pensamiento) lidia mal con la diferencia entre el ser (la sustancia) y el devenir (la historia), la cuestión espacial y la cuestión temporal. Es prácticamente imposible que un territorio no haya cambiado de propietario en el espacio o en el tiempo. Sin embargo, se esgrimen derechos irrenunciables (instinto territorial) sobre ellos, ante cualquier nuevo poseedor. Tal es el caso de los israelitas y los palestinos. La ONU en 1947 “decretó” la creación del estado de Israel en los territorios palestinos que los judíos habían abandonado en el SI AC y que desde entonces ocupaban los árabes palestinos. Era una decisión racional (del lóbulo forntal) sobre un litigio entre derechos históricos y derechos adquiridos. Pero la reclamación no la hacía el cerebro racional sino el cerebro territorial reptiliano-mamífero. Y así los israelitas han estado presionando, por todos los medios, a los palestinos para que se vayan de “sus” territorios.
Tras varias guerras, los israelitas estaban a punto de conseguir su objetivo -por el sistema de no obedecer ninguna de las resoluciones que hizo la ONU en defensa de los derechos decretados en el 47- pero los palestinos no estaban por la labor. En defensa de sus derechos se crearon varias organizaciones terroristas -por sus manifestaciones- y patrióticas por sus fines. Israel les opuso el terrorismo de estado. Israel dispuso siempre del apoyo de Occidente y la riqueza de su laboriosidad mientras los palestinos -sumidos en la pobreza- apenas conseguían el apoyo de sus correligionarios. En nombre del progreso los israelitas fundaban colonias en territorio palestino que se convertían en territorios ocupados. De esa manera fueron aislando y robando el territorio palestino. La desigualdad entre ambos pueblos era tan patente que surgió la intifada: una guerra en la que los palestinos utilizaban piedras, como armas, frente a los carros de combate Israelitas.
Entonces recordaron Pearl Harbor y decidieron emularlo. Bajaron la defensa y permitieron que los terroristas-nacionalistas (Hamas) dieran un golpe de mano terrorista con muertos y rehenes. Tras identificar a Hamas con el pueblo palestino (que es como si en España hubiéramos identificado a ETA con el pueblo vasco) iniciaron una guerra de ocupación de los territorios palestinos con toda la fuerza y la inhumanidad de su poderío militar. Los indefensos palestinos murieron a millares. Ante la dificultad de operar en situaciones urbanas se decidieron por el estado de sitio y cortaron todo tipo de suministros a la población palestina. El resultado será que la franja de Gaza, primero, y Cisjordania después, serán israelitas, y esto tardará lo que dure el estado de sitio. El cerebro reptiliano israelita habrá echado de su territorio al pérfido invasor. Todavía el horror no se ha acabado pero el final es previsible: el estado de Israel ocupando todo el territorio palestino. La población palestina exterminada en un holocausto reptiliano. ¿Se puede pedir más irracionalidad?
El desgarrado. Octubre 2023.