» 14-10-2019 |
El independentismo no ha esperado la sentencia de brazos cruzados. Han tenido (y han aprovechado) mucho tiempo para reaccionar a ella con las mejores armas y las más afinadas actitudes. Como sabemos el independentismo se basó siempre en la sociedad civil (Omnium y Asamblea), no solo para evitar enojosas asociaciones entre los políticos y las algaradas callejeras sino también como garantía de una trama paralela en caso de fiasco de una u otra parte. Ahora esa coyuntura ya no sirve (con los Jordis a la sombra) y por tanto hay que buscar otras alternativas. Se llaman Comités de defensa de la república (CDR) y Sutnami demòcratic (SD). Evidentemente son más jóvenes y más agresivos, como corresponde a una fase más aguda del conflicto. Aún así hay algunas claves que es de lógica desvelar.
1) El asombro. Cómo sería la sentencia lo sabía todo dios. Corrijo. Todo dios político. Los ciudadanos se siguen rigiendo por las pasiones. No cabe, por tanto, asombro alguno. Pero sin asombro no hay posibilidad de estupefacción, y eso era lo que se debía escenificar. Injusticia, antidemocracia, salvajada, venganza, dureza, crueldad. Esas son las palabras del asombro. Todos los artífices políticos del independentismo salen a una a denunciar lo que nadie se esperaba (?). Torra ya había dicho que todo lo que no fuera absolución no valía, o sea que nada valía. Pero había que escenificar el asombro. Llanto y crujir de dientes. Desgarro de las vestiduras. ¿Hasta cuando Catilina abusarás de nuestra paciencia?
2) El argumentario… que funciona a las mil maravillas: Ellos no son demócratas, nosotros sí; ellos no son justos, nosotros sí; ellos son corruptos, nosotros no… ellos son españoles. Lo último no lo dicen pero lo inducen. Se trata de que no ha sido un juicio jurídico (valga la redundancia) si no un juicio político. Y una vez desactivado de su natural conexión penal, pues el resto es fácil. Poco importa la coherencia de la sentencia. Es una sentencia condenatoria y por eso es injusta. Cualquier sentencia habría sido injusta. Se trata de impugnar la democracia desde la antidemocracia. ¿Cómo? es fácil. Nosotros apelamos a la democracia teórica (la filosófica) y ellos aplican la democracia práctica (la normativa). Esta situación se ha mantenido desde el primer minuto, pero se ha ido afianzando en el imaginario popular. Sin embargo hay algo que falla en ese argumento: ¿donde está la constitución que avala esa democracia superior? No existe. Una democracia supondría una promesa al pueblo que los políticos no está dispuestos a conceder. El viaje a ninguna parte: primero embarca y luego te diremos el destino: la república catalana… de la que ya te daremos los detalles. Los políticos son políticos.
3) La planificación “espontánea” de la movilización de las masas. La gente no decide ir andando al aeropuerto; otros lo deciden por ella. La convocatoria por redes provoca que la policía cancele los trenes/metros. Como estaba previsto… se dirigen andando. La policía vuelve a activar los transportes. Pero en los acceso ya hay muchos activistas bloqueando el paso. ¿Todo casual? No. perfectamente planificado, como nos tienen acostumbrados los indepes. ¿Donde estaban la urnas? Dicen los expertos que ningún movimiento terrorista tiene éxito si no lo apoya el pueblo. Ampliemos el foco. Ningún movimiento independentista puede triunfar sin apoyo popular. ¡Ahora! Pacíficos, sí, pero con las mismas tácticas que los terroristas. En eso estamos. En obtener un apoyo popular del 51% para poder despegar.
4) Arrepentimiento. Hasta el catolicismo exige que te arrepientas para ser perdonado. Si la pena es proporcionada no conviene exhibir la intención de reincidir. No es el caso. Cuixart dice “Ante la sentencia, reincidencia”. Otros menos retóricos afirman su voluntad de volver a hacerlo. No reconocen la justicia que los condena pero tampoco la acatan. ¿Cómo será la república catalana? ¿Igual? Quizás aflojarán un poco. En USA y en Australia tuvieron que forjar la democracia para poder controlar a un pueblo de delincuentes y desheredados (no hay mal que por bien no venga). Eso sí, les permitieron que se armaran hasta los dientes. ¿Estamos ante el mismo caso? Los separatistas vascos rezaban para que ETA no tomara el poder en una posible república vasca. Hubo suerte. Euskadi no es libre de España pero es libre de ETA. Siempre hay algo peor.
5) “La inmensa mayoría de los catalanes”. El eslogan de la república debería ser este. El presidente del Parlament sale a figurar en fecha tan señalada y lo dice. ¿Por qué miente? Me dice un catalanista que si mienten ellos por que no vamos a mentir nosotros. Quizás es un concurso. Quizás este patriota piensa que todo vale, o que si los demás lo usan nosotros también. La honradez no es una norma ética sino una una norma comparativa. Con que seas menos corrupto que el otro… vale. No es un gran principio para fundar una república que se separa de la corrupción personificada. Esta asignatura pendiente os perseguirá toda la vida. El 50% de los catalanes no quieren la república. Habéis hecho toda clase de trampas para escamotearlo, pero la terca realidad es así. Obviáis a ese 50% porque no los consideráis catalanes. Valieron o para hacer grande Catalunya pero no valen para hacerla independiente. Y eso es racismo, xenofobía, clasismo y probablemente estupidez. Como ese tarragoní que le ha soltado una hostia a una majadera que llevaba una bandera española, después de robársela. ¿Que un joven le suelte una hostia a una mujer mayor (por majadera que sea) no es violencia? Insisto: mujer y mayor. ¿Donde está el límite? ¿Todo por la república?
6) Extrema derecha. Dicen que los extremos se toca. No es el caso porque el cincuenta por ciento del independentismo es de derecha pura y dura (y si no que se lo pregunten a Mas) pero el otro es de izquierdas. Sin embargo sus argumentos son los mismos. Los mismos que los de la ultraderecha. Parece complejo pero no lo es. Se toma cualquier posición y se analiza hasta encontrar que puede ser usado como ariete. Se obvia todo lo que, sin estar de acuerdo, podría ser problemático, y ya está. Solo hace falta un poco de disciplina. MIrad a Abascal: ama a las mujeres (pero también a los hombres y a los niños), se pone de perfil ante los homosexuales y amigos, acepta a los emigrantes (siempre que vengan de veraneo y bien forrados), odia la corrupción hasta el punto que fue corrupto una temporada para conocerla. ¿Y qué decir del independentismo? Todo es cuestión de palabras. Desgraciadamente de palabras ya estamos artos. Necesitamos que la marioneta se mueva. Do you understand baby?
7) La peor de las sentencias. No es cierto. Es la mejor de las sentencias para el independentismo. Otra cosa es para los condenados. Pero ¿qué menos que sacrificarse por la patria? Como decía Cuní, es la sentencia que les da la razón: ellos son los malos, nosotros los buenos. Frente a nuestra democracia, justicia, honradez y el buen trabajo hecho (la feina ben feta) ellos representan la zafia España. ¡Aleluya. Dios se ha manifestado y declarado que el pueblo elegido somos los catalanes. Y si no lo conseguimos… siempre nos quedará Israel!
El desgarrado. Octubre 2019.