» 15-10-2019 |
Hay una imagen que me sobresalta en extremo de toda esta algarada producto de la sentencia del supremo sobre el independentismo: Un joven le pega una hostia a una mujer mayor que la derriba, tras robarle la bandera española que lucía con alborozo excesivo. Nadie, excepto otra mujer, se acerca a socorrerla. La manifestación continúa como si nada hubiera pasado. En cualquier otra ocasión, todos se hubieran acercado a socorrer a la mujer (la víctima) y a reconvenir al joven (el agresor). Pero no es así. Los valores han cambiado. Ya no se trata de la agresión de un joven maleducado a una mujer mayor (dos agravantes: mayor y mujer). Se trata de la normal reacción de un independentista hacia una constitucionalista, y eso lo cambia todo. Cuando el odio se cimienta en la ideología los países entran en barrena. Cuando las escalas de valores se supeditan a las pasiones políticas, las naciones se descomponen. No de otra manera empezó el delirio nazi.
No de otra manera se consigue que las madres envíen a sus hijos a la guerra sino cambiando la escala de valores. Los políticos son expertos en eso, en cambiar las escalas de valores. De pronto lo importante no es el respeto por los mayores, por las mujeres, por los niños, por el trabajo, por la prosperidad.. De pronto para las madres no es lo más importante los hijos. De pronto lo único importante es la patria. Es el gran momento de los políticos porque la patria es un invento político. En Catalunya se está construyendo ese concepto de patria catalana en el que se cimienta la revolución. Y se está haciendo de forma contundente. Como lo hacen los políticos. Tirando la piedra y escondiendo la mano. Cuidando de su culo mientras exponen el de los ciudadanos. Convocando a la rebelión y mandándoles la policía para reprimirla. Así es la vida cuando confías en los políticos.
De hecho los políticos no tienen otra manera de hacer las cosas que esa. Engañando, enfrentando, jodiendo. Porque los políticos no tienen la clave de la prosperidad… ni de nada. Simplemente tratan de que no se note que son meros transeúntes sin ningún poder de decisión o de cambio. Embaucadores, buhoneros, trapisondistas. Por eso su única posibilidad es que los ciudadanos se enfrenten, se confronten, se odien. Esa es su gran arma. Y para redondearlo han inventado el delito de odio: no solo te empujo al odio sino que lo castigo como si hubiera sido idea tuya. ¡Genial! Y en eso estamos. A la abuela le dan un hostia y nadie se inmuta. Ese es el tipo de impasibilidad que se necesita para que la violencia aflore; porque la violencia no depende de las declaraciones de no violencia. La violencia depende de las acciones que insensibilizan a los ciudadanos por cuestiones absolutamente alejadas de la convivencia normal y de la caridad cristiana. Como ese joven que ya ha interiorizado que a los antiindependentistas: ¡que les den po’l culo! Esa es la semilla de la que pronto recogeremos el fruto.
Pero ese odio no solo se cimienta en una ideología más o menos dirigida por unos politicastros infames. Necesita del consenso social. Y eso es lo que hemos visto en el vídeo. Todos están de acuerdo. Todos han interiorizado la violencia. Todos saben cual es el camino. Insisto. Es el germen de la guerra. La interiorización de la violencia. La indiscusión de las consignas. La fe ciega en el líder. Y sobre todo una causa justa histórica, tradicional, sustentada en una lengua y una cultura propia y en un agravio ancestral. ¡Nosotros también somos judíos! Somos el chivo expiatorio de su cultura. Somos la ira de los mansos. Exactamente lo mismo que los alemanes de Hitler. Y aunque parezca mentira no hay aquí contradicción. El judaísmo es la cultura de la víctima y en aquel momento histórico los alemanes se sintieron más víctima que los propios judíos. Probablemente los eliminaron para evitar competencias. El odio admite todos los disfraces.
Los alemanes también eran un gran pueblo, laborioso, inteligente, honrado. Pero eso no les libró de la peor de las barbaries: el dogmatismo. Y de unos líderes capaces de todo. Todavía el pueblo catalán no es nazi (solo es naci-onalista), pero ¿es imposible el paralelismo? De momento sabemos (lo hemos visto en el vídeo) que la escala de valores ha cambiado. Solo falta Hitler (que no es Torra, precisamente).
El desgarrado. Octubre 2019.