» 18-11-2019 |
Para la Constitución española -y para la mayoría de las constituciones- la violencia es un privilegio del estado: la policía, el ejército y la justicia. El procés ha insistido por activa y por pasiva en que ese privilegio no es de recibo y que la policía debe actuar de forma pacífica así como la justicia debe incluso plantearse eludir la violencia que supone el encarcelamiento. Habrá que ir pensando en colonias penitenciarias. Esta reivindicación ha sido tan persistente que no nos cabe duda que la Constitución catalana recogerá este punto con singular firmeza. Incluso en relación a su propia policía, el procés ha insistido en que si usaban la violencia es que no eran la policía de Catalunya. Una declaración tan extrema nos hace pensar que la República catalana será pacifista hasta el gandhismo y anti-violencia hasta el jainismo.
A nivel de Estado es evidente que la Catalunya republicana será neutral con especial incidencia en el pacifismo. No tendrá pues ejército, ni tan siquiera la guardia suiza que empaña el neutralismo helvético. Y si nos invade Andorra, pues habrá que joderse, pero el pacifismo no admite medias tintas. Probablemente en la frontera española habrá que levantar un muro porque de los españoles no hay quien se fíe. Al fin y al cabo el muro es hoy en día muestra de liberalismo (USA, Israel). Habrá que suprimir el Somatén o por lo menos desarmarlo, así como prohibir todo tipo de armas, incluso habría que prohibir la caza, por que, lo que no queremos para nosotros, tampoco ha de ser para los animales. Además lo de matar animales es de españoles, esa bárbara tradición nunca ha sido catalana. De nuevo dejaremos atónitos a los países de nuestro entorno que comentarán admirados la coherencia de la República catalana.
No habiendo armas la policía podrá también prescindir de ellas, así como de cualquier otro medio coercitivo. Nuestras calles se convertirán en la Arcadia feliz, donde florecerán las sonrisas y la educación jalonará las relaciones. Quizás incluso podríamos plantearnos suprimir el cuerpo, porque sin armas y sin violencia dudo que sirviera para otra cosa que para ayudar a las ancianitas a cruzar la calle y salvar a los gatos de las alturas. Desde luego habría que cambiarle el nombre pues su solo mención ya da escalofríos. Las policías rurales y de fronteras deberán seguir el mismo camino, aunque sin armas y sin violencia sería mejor disolverlas y encomendarnos a la buena fe de nuestros vecinos. El muro, sí. La inmigración sí que sería un problema pues como abramos la frontera se nos mete todo el mediterráneo en casa. Habrá que convencerles con buenas palabras y píos ejemplos. El crimen organizado también podría ser un problema, cuando descubran que Catalunya es Jauja. Claro que en cuanto empiece la violencia en las calles todos los hoy pacifistas pedirán a gritos que se les mate sin contemplaciones. Será entonces el momento de invertir todas las medidas. La política de la impotencia: “Lo intentamos, pero no pudimos”
Respecto a la violencia en la justicia no sé que decir. Es evidentemente que la privación de libertad no es rehabilitación (que no existe en el sistema penal español) sino violencia. Claro que con una policía pacifista es posible que no se agarre ni a un solo delincuente, lo que solucionaría el problema. O quizás solo lo invertiría, pues la violencia se trasladaría a las calles. No le veo solución a este tema. Quizás por eso los países de nuestro entorno más que suavizar las cosas parece que las endurecen. Pero ¡claro! después de todo lo que se ha dicho sobre la violencia, ¿Cómo decimos ahora que era broma?
El desgarrado. Noviembre. 2019.