» 19-04-2022

Comer para vivir 18. Comer, vivir y filosofar.

Al principio de esta sección hice una distinción: comer para vivir o vivir para comer. Como recordaréis (o, no) la primera era una cuestión de supervivencia, física, utiltaria, funcional, y la segunda era la pasión desenfrenada por la comida, la glotonería, la gula, la condición de gourmand (que dicen los fraceses). Pero esta distinción no agota las posibilidades de las relaciones entre vida y comida. La cocina también es arte -como tantas veces nos han demostrado los grandes chefs-, espectáculo: Masterchef, delito (¿Para qué hablar?), antropología (“Lo crudo y lo cocido”, canibalismo), evento social (la reunión familiar), conmemorativa (Navidad, Acción de gracias, cumpleaños), negocio comercial (comidas de negocios)… ¿de ahí el nombre?, cultura (identidad nacional), etc. Pero hoy os quiero hablar de la comida como motor de vida, como impulso vital, como horizonte de sucesos, es decir la línea que nos separa del agujero negro.

 

En una sociedad como la nuestra en la que se producen 3.500 suicidios al año (y que a nuestros gobernantes les importan una mierda mientras se vuelven locos por reducir los 700 muertos/año por accidentes de tráfico) nadie se ocupa de los deprimidos (aunque recientemente se ha suscitado cierto interés). Cuando un deprimido se levanta de la cama lo primero que piensa es ¿para qué? ¿que sentido tiene seguir viviendo? Piensa que la vida no merece tanto esfuerzo por las compensaciones que ofrece. Es una posición escéptica, no un impulso de muerte, pero si se enquista puede llegar a ser mortal. Los sicólogos nos dicen que lo que necesitamos es encontrar motivaciones, objetos que perseguir, la zanahoria del burro. Necesitamos vaciar nuestra mente de voces agoreras y encontrar una cierta alegría en este valle de lágrimas (religión dixit). Pues bien, si vives solo, si no tienes el consuelo de los hijos o los nietos, si no tienes ni un perrito que te ladre… necesitas la comida como motor de vida.

 

Pero empecemos por el principio. ¿Y si la comida no te atrae, ni cocinarla, ni salir a comprar, ni experimentar creativamente, ni comer, ni sorprender a tus conocidos o parientes. Si te importa una mierda la tradición cultural, la antropología, la conmemoración, la fraternidad (o sororidad) con los amigos…  qué hacer? Podría decirte que en ese caso estás muerto. Tan muerto como el explorador del chiste al que le pica una serpiente en el nabo. Pero no todo está perdido: ¡tienes que aprender! (o morir). Si estás en esa situación probablemente no tienes ni idea de cocinar, de comprar, de comer, de alternar. Tienes que “motivarte”. La, a simple vista humilde, cocina es un mundo. Probablemente ninguna actividad es tan completa: pensar, pasear, jugar, manualizar, adornar, cultivar los afectos, crear, etc. Pero tal completitud requiere un aprendizaje complejo.

 

Empieza por los programas de cocina de la TV, ¡seguro que ves cosas peores! No hace falta que trates de aprenderlo todo en seguida. Escoge lo que te guste, que sea sencillo y resultón. Desde Arguiñano hasta “canal cocina”, pasando por los programas regionales, la TV está llena de olores de hogar y de restaurante. Piensa que estás rodeado de expertos -todas las abuelas cocinan- a las que puedes recurrir. La primera vez que encuentres excelente algo que has cocinado ya no habrá vuelta atrás. Youtube está lleno de vídeos de recetas. Es imposible no encontrar muchas maneras de hacer el mismo plato: escoge y cambia lo que te apetezca. Recuerda que la cocina requiere atención exclusiva. No se puede alternar con otra actividad (y ese es -paradójicamente- uno de sus encantos: es absorbente. Al principio no será fácil (sobre todo si tratas de liarte a hacer platos complicados) pero -con el tiempo- la mejora será patente. ¡Ojo con los cuchillos y con los fuegos! La cocina es una actividad de riesgo. (Por si pensabas que era ñoña). No desprecies los platos simples: un huevo frito, una tortilla francesa, una sopa, unas empanadillas o una ensalada pueden ser platos maravillosos. La cocina es democrática: no solo lo caro es bueno (aunque la calidad si importa), pero calidad no es lo mismo que productos de élite.

 

Trata de conectar con quien tenga las mismas aficiones culinarias que tú. Los foros de Youtube están llenos de cocineros que opinan y comparten. Estoy seguro que existen blogs de cocinillas con los que puedes departir y compartir. Es más, seguro que existe una asociación llamada algo así como ¡Cocinar para gozar la vida! y si no existe… habría que fundarla. Si eres joven podrás pensar que todo esto no es para ti. En absoluto. Si empiezas ahora tendrás un hobby para tu jubilación, que te ahorrará sinsabores (nunca mejor dicho) y, quizás, te de la vida. Cocinar es enormemente gratificante, tanto por la labor de cuidado y solidaridad que haces por los que quieres, como por tu propia satisfacción personal. La comida es la vida… mucho más allá de la supervivencia y de la glotonería.

 

El desgarrado. Abril 2022.

 




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