» 21-12-2021

Donde no hay publicidad política (PP), resplandece la única posible verdad (UP-V) 3. Economía.

Si algo ha conseguido el liberalismo es que la economía sea lo más importante en política (aunque de hecho es una teoría económica) hasta el punto que la Diaz -con el gracejo que la caracteriza- piensa que el hecho de que un socialista entienda de economía es… imposible. Quizás no sabe que Marx era economista, además de filósofo- Pero no se refieren a la economía particular del trabajador que necesita llegar a final de mes a cambio de su trabajo sino, la economía nacional… y en el peor de los casos global. ¡España va bien! -ese eslogan que acuñó el adalid de la demagogia- no explica como lo pasan los trabajadores sino como lo pasa la nación en conjunto. Es la trampa de la media aritmética. Si mil trabajadores ganan mil euros cada uno y un capitalista gana un millón, la media es de casi dos mil euros por cabeza. Mil trabajadores no disfrutan de esos mil euros añadidos que les otorgan las estadísticas. Esta ingeniería (des)informativa se aplica a todas las cuestiones que involucran números como el paro, los afiliados a la SS, la factura de la luz, del agua o del gas, los pagos a Hacienda, el precio de los alquileres, las circunscripciones electorales, etc. y por supuesto… las estadísticas.

 

Dicen que la estadística es una mentira científica, lo que ya de entrada conviene en gran manera a los partidos políticos. Las estadísticas mediatizan los resultados mediante: el número de encuestados (que pueden ser insuficientes), la pregunta que se hace (que puede conducir la respuesta), el colectivo al que se aplica (una encuesta telefónica excluye a los que no lo tienen) y sobre todo la “cocina” (las correcciones que se hacen para “normalizar” los resultados), etc. Pero, además, las encuestas son enormemente importantes para mediatizar previamente los resultados. Muchos indecisos apuestan a caballo ganador, es decir a quien gana en las encuestas. O a caballo perdedor en el caso de los kamikazes del voto (Rancière). Todo esto hace que las encuestas estadísticas fallen estrepitosamente en muchísimos casos (lo que es inadmisible). Una encuesta que falla es una encuesta sesgada, torticera, malévola, interesada.

 

Pero además de las encuestas (en general la decisión de voto o la aceptación de la política) la estadística se utiliza para tratar gran cantidad de muchos otros datos, para los que existen muchos instrumentos: la media aritmética, la geométrica, la ponderada, la mediana, la moda, etc. Cada instrumento es adecuado para medir una característica diferente de los números. La media compensa las diferencias (como en el caso citado del millonario y los mileuristas) y por tanto oculta la desigualdad. Medir el salario medio con este instrumento es escasamente significativo. Las desigualdades se muestran mucho mejor con la mediana que nos dice cual es el salario más repetido y la moda nos muestra cuales son los más altos. En cada caso se debe escoger el instrumento más adecuado. Y así se hace, pero se escoge el más adecuado… para los intereses de los políticos. ¡Ingeniería estadística!

 

Pero los mejores juegos de manos se hacen con los números bancarios: las acciones subordinadas y preferentes (instrumentos altamente especializados cuya rentabilidad oculta que son invendibles y por tanto una ratonera), los distintos índices hipotecarios (como aquel índice que se inventaron las cajas para no aplicar el euribor), las cláusulas de la letra pequeña, la imposibilidad de leerse una hipoteca, las subrogaciones ocultas (como la de la deuda de los promotores), las comisiones unilaterales, la falta de información sobre la cantidad total a pagar en las hipotecas, la imposición de una tasación que solo vale para esa hipoteca (¡no valoran la finca sino que la valoran “a efectos” hipotecarios!), comisiones ilegales hipotecarias. Evidentemente todos estos juegos de manos han sido criminalizados por la UE pero -para alegría de los bancos- el gobierno ha decidido que había que exonerar (en la medida de lo posible) a los pobres bancos que tanto hacen por nuestro bienestar.

 

Los juegos de manos financieros como los swap, los futuros, las criptomonedas, (y como lo fueron las subordinadas y las preferentes), etc. son harina de otro costal, aunque ya conozco jóvenes que, aprovechando su esencia informática, invierten en instrumentos financieros de alto riesgo, y que necesitan mucha información. El gobierno, para defendernos, ha legislado en el sentido de que todo ciudadano que invierte en “fondos de inversión” (que somos muchos puesto que el ahorro no solo no es remunerado sino que es gravoso) deben rellenar un cuestionario que no entienden y cuya misión es salvar el culo de los financieros. La ingeniería fiscal (exenciones, exacciones, subvenciones, rescates, Sareb, bancos malos, sociedades patrimoniales, y trato especial para jefes del estado, bancos o políticos a la hora de no ver como su dinero huye a los paraísos fiscales), las leyes ad hoc para proteger a los poderes fácticos y los políticos y los indultos y las amnistías dejan bien claro que en este país hay ciudadanos de primera y de segunda y que los números se pueden retorcer hasta que digan lo que quieren que digan.

 

Sin ir más lejos los números de la pandemia han sido un quilombo desde el primer día: los fines de semana fiesta, los números de muertos solo son los diagnosticados aunque la mortalidad demográfica indica que son bastantes más, los cambios en la forma de computar, etc. La “razón” es que no hay que alarmar a la población (en este sentido Diaz la Madrid debe estar subvencionada) y para ello ¡ojos que no ven, corazón que no siente! Os parecerá que no todos los juegos de números son economía… pero sí: todo lo que se mide en euros es economía… y también el paro, la afilicaión a la SS, etc, porque todo es economía (eso es el liberalismo aunque últimamente pretenden incluir la libertad). Dice el refrán: “juegos de manos, juegos de villanos”. Ahí estamos jugándonosla con villanos. Engañar con las cifras del paro, con los gastos de la hipoteca, con la fiscalidad, con las encuestas o con la estadística es delictivo. Pero no es así en España, donde los pícaros son apreciados, los corruptos disculpados, los delincuentes compadecidos y los ladrones admirados… como si robar fuera algo que se hace contra el Gobierno y no contra el Estado, contra España. Una España unida pero desigual. Esa es la España que quieren los conservadores, los (ultra)liberales, y la ultraderecha.  ¡País!

El desgarrado. Diciembre 2021.




Published comments

    Add your comment


    I accept the terms and conditions of this web site