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» 19-01-2022 |
ESTÉTICA
Paralelamente a la política, el arte, también podrá alterar el dominio de lo posible mediante su poder transformador y creativo, pues comparte con la política su potencial innovador contra las formas de dominación. Ambas son formas de actividad disensual. El arte siempre (o por lo menos desde la revolución francesa en que se separa de la tradición y la oligarquía) ha estado unido a la promesa de un nuevo mundo artístico y una nueva vida. Para Rancière, la estética -como esfera separada de la experiencia o la apariencia- está basada en el mismo principio de igualdad que la manifestación política. Y eso se evidencia en la distinción que establece entre tres regímenes del arte: ético, representativo y estético, aunque solo el último sea disensual.
a) En el régimen ético la obras no tienen autonomía, son simplemente imágenes cuya razón de ser es su verdad o su utilidad (su efecto en el ethos de la comunidad). b) La estrategia del arte representativo es distinta: pertenece a la esfera de la imitación. La forma, el cómo, se convierte en determinante. Dicho con amplitud, son maneras de imponer una forma a una materia. Están sujetas a “normas” intrínsecas (están regladas): géneros jerárquicos; adecuación de la expresión a los temas; correspondencia entre artes… c) El régimen estético abate esa normatividad que independiza la forma de la materia. Es singular, pertenece a un sensorium (una división de lo sensible) específico, es un bloque sensible heterogéneo (que rompe la homogeneidad del orden natural), se sustrae a las normas que dieron eficacia a las manifestaciones artísticas y en definitiva se constituye en una excepción al régimen de lo sensible comúnmente aceptado (el orden natural). Pero esa “normatividad” requiere una mayor explicación.
En el régimen representativo la normatividad se constituye alrededor de la centralidad de la acción (que paradójicamente se basa en la primacía de la palabra sobre la imagen). Pero la influencia de los social en lo estético jerarquiza las formas de arte, separándolas, aunque no del todo, puesto que la comunidad de acción las hace conmensurables. Esa acción se resume en “contar una historia”. Visto así el arte es una narrativa (significante) con un significado moral, social y político. Estamos en la lingüística. La relación reglamentada (la normatividad) se establece entre: a) una forma de hacer (la poiesis); b) una forma de ser (la aisthesis) y c) su relación: de que manera “a” afecta a “b”. Y esta triple relación es la garantía de la naturaleza humana. Pero es un espejismo, porque la “naturaleza humana” siempre está dividida por el orden natural, por el orden de la dominación, por la jerarquía social, por el Estado.
Y ahí reside la especificidad del régimen estético del arte: deshace el nudo entre poiesis y aisthesis (la relación) y, como consecuencia, la “naturaleza humana” se pierde. Pero esa pérdida tiene consecuencias: a) se establece la promesa de una nueva forma de vida, b) el arte se universaliza (¡atentos!: de forma alternativa, a la abstracción universalizante metafísica): se dirige a la mirada de todos (y no solo a los capacitados) y puede ser usado por cualquiera (por humilde que sea), para intervenir en cualquier situación. El arte estético se abre paso en la ruptura de la relación entre el hacer y el ser cuya relación constituía la garantía de la naturaleza humana… del orden natural. Ruptura que marca la diferencia entre arte y política que no es de ninguna manera ontológica (metafísica). La política lleva consigo el conjunto de prácticas impulsadas por el supuesto de igualdad entre los seres hablantes, la escenificación de un “nosotros”. El arte introduce el axioma igualitario en los modos de representación, definiendo un campo de anonimato subjetivo.
El régimen estético y la política surgen en oposición (contraste) a las restricciones del régimen representativo: a) La primacía de la acción del régimen representativo (mimética) se opone a a la primacía de la expresión del régimen estético (poética). b) La jerarquía de los géneros representativa se depone frente a la igualdad de todos los sujetos de la estética. c) Más allá de la igualdad de los sujetos se sitúa el principio de indiferencia: el imperativo de mostrar sujetos de manera apropiada (representativo) se deshace por la indiferencia del estilo (estética). Flaubert convierte el estilo en el verdadero sujeto de la literatura. El régimen estético se asienta en las contradicciones entre estos principios: el principio de expresividad contra el principio de indiferencia; entre el principio de expresividad y el principio de literalidad (la igualdad de todos los sujetos). A través del “juego libre” de la estetización el nuevo régimen estético se abre a nuevas reestructuraciones debido a la ausencia de predeterminaciones (la normatividad).
El arte del régimen estético consiste en tentativas y propuestas, siempre limitadas de reestructuración del campo de la experiencia. El disenso artístico consiste en operaciones de reconfiguración de la experiencia común de lo sensible creando una nueva topología de lo sensible (democratismo estético). El democratismo estético significa a) la ausencia de criterios inmanentes a las producciones del arte en sí. b) La ausencia de separación entre las cosas que pertenecen al arte y las que no. El democratismo hace que las cosas estén disponibles sin reservas y las reconfigura para sacarlas de las formas de privatización, intencionalidad, jerarquía y demás que definen las relaciones humanas ordinarias. (Rancière 2019, 34-38).
En la próxima entrega revisaremos la filosofía como tercera alternativa al orden natural.
El desgarrado. Enero 2022.