» 12-08-2022

El pensamiento geométrico 22. Hegel y la metafísica. 3

Hegel se opone a la metafísica en cuestiones fundamentales. 1) la separación sujeto que piensa y objeto pensado (mundo), 2) la categoría fundamental del ser (sustancia), 3) los pares de oposiciones excluyentes: la analítica (división) como sistema superior a la sintética (holismo: el todo es más que la suma de las partes), 4) los principios fundamentales o axiomas: Identidad, no contradicción y tercio excluso. Todos ellos conforman la dialéctica: toda verdad encierra su propia contradicción. La dialéctica empieza en Sócrates siendo un sistema de raciocinio (de la discusión sale la luz) por reducción al absurdo, es decir la contradicción. Antes con Heráclito el tema se plantea entre el ser (la fijeza) y el devenir (el cambio): el río es el mismo (concepto) pero distinta agua (sustancia). Encierra entonces su propia contradicción. Hegel eleva esta contradicción a esencia de todas las cosas (desde la naturaleza al lenguaje. Sigo a Gómez Pin como en las entregas anteriores.

 

1) La separación sujeto-objeto.  Es este el primer presupuesto de la metafísica: existe una separación entre el sujeto que piensa el mundo y el propio mundo. Pero además se da por supuesto que ese pensamiento es adecuado para entender el mundo. No necesariamente debería ser así. El panteísmo no distingue entre sujeto y mundo y si la razón es la herramienta cabal para entender el mundo la evolución ha terminado (“el fin de la historia”), la vida ya no tiene futuro variable ulterior. Hegel mantiene una posición dialéctica frente a estos dos postulados. Si por una parte afirma que todo lo real es racional (es decir todo lo que existe en el mundo es comprensible por la razón) y mantiene la separación sujeto/objeto, por otra niega el sujeto individual en el sujeto colectivo, lo que convierte a la razón en un panteismo colectivo y su idealismo (todo lo racional es real) antepone el pensamiento al mundo… al que genera. Podríamos decir que la dialéctica de Hegel (todo es, a la vez, idéntico y diferente, la verdad y su contradicción) acepta la unidad de los contrarios: el sujeto y el objeto son distintos… y lo mismo, y el sujeto puede comprender el mundo (individualmente) y ser incapaz de hacerlo. El hecho de que una entidad se considere separada (adquiera identidad propia) implica que se diferencie, que sea desigual, que muestre una polaridad que finalmente acabará en contradicción. La identidad implica la contradicción. Estamos en la dialéctica.

 

2) La categoría fundamental de la metafísica es la sustancia (el ser). Esa posición jerarquíca superior del ser sobre todas las demás categorías (espacio, tiempo, posición, relación, etc.) determina que el devenir, el cambio, está supeditado a la fijeza del ser. Hegel desustancializa la metafísica. Identifica el cambio con la dialéctica y supera la esencialización del mundo y del sujeto. El devenir, el cambio, es el no-ser del ser o en el caso de la cantidad y la cualidad: la medida es la cantidad de la cualidad. Como veremos enseguida los pares de oposiciones metafísicas excluyentes se convierten en triadas: tesis, antítesis y síntesis. La síntesis del ser y el no ser es el devenir; la síntesis de la cantidad y la cualidad es la medida; la síntesis entre la vida y la muerte es la vida eterna (la ultratumba). Hegel se conforma con denostar la metafísica pero el sistema alternativo que propone es la dialéctica: la contradicción estructural. No es todavía el pensamiento geométrico en el que espacio, tiempo, posición y relación se adueñan de la razón, pero es un paso de gigante. En resumen la alternativa a la metafísica, propuesta por Hegel es la dialéctica, la contradicción estructural

 

3) Los pares de oposiciones excluyentes de la metafísica reducen el mundo a algo mucho más fácil de comprender: un par de posiciones opuestas. Pero a esta reducción se añade otra no menos efectiva: la analítica frente a la sintética. La analítica consiste en presumir que el todo es la suma de las partes por lo que dividiendo los fenómenos llegamos a los componentes atómicos o elementales que explican cabalmente el fenómeno. La sintética aborda los fenómenos desde su holismo, su manifestación toda. De alguna manera la sintética presupone que el todo es más que la suma de las partes, llámesele, relación, estructura, información o alma. Pero la metafísica hace trampas cuando esos pares de oposiciones no son exactamente excluyentes como enuncia el principio del tercio excluso (entre dos términos opuestos no cabe un tercero). Lo opuesto (excluido) de la materia es la no-materia, pero no el espíritu que puede contener precisiones no exactamente excluyentes de la primera. Para Hegel los dos términos de la oposición son uno. No se trata de dividir el mundo en pares de oposiciones sino de aceptar la cosa como un todo (holístico) en el que conviven un término y el contrario en su síntesis.

 

4) Los principios indemostrados (axiomáticos) de la metafísica son el de identidad (toda cosa es igual a sí misma), el de no contradicción (una cosa no puede ser, a la vez, ella misma y la contraria) y el del tercio excluso (entre dos oposiciones puras no cabe un término medio. Hegel disiente de los tres: Las cosas se oponen a sí mismas, se contradicen y admiten términos medios. Pensemos en el concepto de verdad (tan metafísico). Para la metafísica es un concepto absoluto (o una cosa es verdad o es falsa), unitario, completo. Pensemos en la probabilidad (o su correlato experimental la estadística). Bien lo podríamos entender como una verdad fraccionaria: un suceso puede ser un 20% verdad ( y por tanto, un 80% falsedad). Así lo ha pensado la ciencia clásica (como heredera que es de la metafísica). Sin embargo la física cuántica acepta la verdad fraccionaria. El espacio y el tiempo no son dos categorías en la astrofísca relativista sino dos aspectos de lo mismos (son variables dependientes la una de la otra), Bien es cierto que eso ocurre en el mundo de lo más grande y de lo más pequeño y que los principios axiomáticos son ciertos en nuestro mundo vivido, pero eso no empece que en una visión global del mundo (macro y microfísico) los principios no sean aplicables, como dice Hegel.

 

Existen otros extremos que nos muestran la posición antimetafísica de Hegel como por ejemplo su distinción entre entendimiento y razón. Hegel es racionalista (hasta el punto de ser apriorista: la razón manda sobre la experiencia) pero su dialéctica necesita una nueva caracterización del racionalismo. En esa vía distingue el entendimiento (el raciocinio que se aviene al principio de no contradicción), la razón matemática, y la razón (el racionalismo dialéctico que no acepta el principio de no contradicción) al que llama razón especulativa. Al introducir la dialéctica en el racionalismo “matemático” el racionalismo pasa a ser otra cosa. Este racionalismo amplio es profundamente antimetafísico (y anticientifíco según los parámetros de la época). Esta razón será la razón absoluta. Porque hay algo en lo que Hegel es metafísico: la absolutez. Hegel vive momentos de cambio histórico drástico: la revolución francesa y el imperio napoleónico y cambios intelectuales: el kantismo y el romanticismo. Sin embargo piensa que el fin de la historia está próximo y al decir fin de la historia se refiere a que la evolución social y filosófica están llegando a su meta, es decir que el absoluto, lo que ya no tendrá cambios, se ha alcanzado. Hegel piensa que la filosofía definitiva y la sociedad definitiva son momentos históricos que le ha tocado vivir.

 

Conciencia (certeza de la escisión), autoconciencia (perceptible por el propio individuo), espíritu (colectivo de individuos que se reconocen independientes y libres) y razón (verdad dialéctica) configuran (o han configurado) ese fin de la historia. Hegel entiende que el ser humano es social antes que individual (y por tanto sintético, frente a analítico). La sociedad no es un conjunto de individuos particulares sino algo más. Existen sentimientos específicamente sociales y es ese sentimiento el que supera la individualidad (singularaidad), la particularidad (el reconocimiento del otro), en una universalidad que de nuevo difiere de la universalidad metafísica (el movimiento de abstracción, universalización, ley). Una universalidad que se aviene con la redención cristiana y con el ser que vive en la contradicción de ser dios y hombre a la vez. Una redención que tiene que ver con el reconocimiento del otro, con el perdón y la comunión de todos los humanos. Hegel también es teólogo. Posteriormente su fe en el fin de la historia flaqueará pero solo será para diferir ese momento a un momento posterior. El absoluto nos espera, antes o después.

 

El desgarrado. Agosto 2022.




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