» 06-06-2023 |
La aldea tribal es el germen de la ciudad. El hecho determinante es el paso de un grupo de parentesco a un grupo de afinidad ideológica, lo que permite un aumento considerable del número de integrantes y la acometida de empresas más complejas. Dicha afinidad no tiene que ser exclusivamente política. A partir de esta situación los ciudadanos no tienen porque conocerse lo que complejifica la toma de decisiones y el gobierno de la ciudad. La justicia deja de ser una cuestión familiar para abstraerse en un código impersonal. Aparece (se intensifica) la dialéctica individual/social. La división de clases -que empieza por la clase sacerdotal, a la que se une enseguida la clase guerrera, creando una oligarquía elitista- se ve acrecentada por la especialización de los artesanos que se congregan en barrios. Pero lo definitivamente determinante es la acogida de una clase proletaria (tanto productores como soldados) de migrantes sin ningún vínculo con los “fundadores” de la ciudad, sin derecho a domicilio fijo, alojados en barracas comunales en el extra-radio de la ciudad. Los excedentes crecen -diezmos y primicias religiosas, rapiña (saqueo) y extorsión defensiva política- recogidos en graneros y “tesoros” que conforman la ciudadela amurallada o la fortaleza, que la defiende de las clases migrantes y no propietarias, tanto como de los invasores y ladrones. La democracia (cuando consigue imponerse a la dictadura del déspota o de la oligarquía) consiste en dividir a los propietarios, de los parias de la tierra, concediendo derechos exclusivamente a los primeros: el derecho de gobierno y de conservar sus propiedades y estatus.
Las escaramuzas guerreras consolidan la esclavitud (botín de guerra) que ya existió en las aldeas, intensificada, por la desconfianza hacia el otro, el extraño, el raro. La guerra (tanto exterior: interciudades, como interior: civil) se convierte en parte estructural de esta incipiente sociedad. Pero ¿por qué todos estos intereses contrapuestos se aglutinan en la ciudad? Evidentemente porque reciben más de lo que dan. Una simple economía en la que las ganancias resultan mayores que las pérdidas. Reciben protección (seguridad) y justicia, la oportunidad de pertenecer a una gran empresa capaz de acometer grandes obras, la posibilidad (teórica) de mejorar, un mercado donde comerciar y por tanto el acceso a bienes que de otro modo estarían fuera de su alcance, una ideología político-religiosa común, que para las élites supone la participación en el gobierno de la ciudad, y para los parias la seguridad de la servidumbre voluntaria, y en definitiva obtienen la estabilidad: el asentamiento físico y mental. El fin de la migración como medio de vida, un cierto conocimiento de lo por venir, la reducción de lo imprevisible a unas cuantas opciones. Poco importa que el asentamiento sea la muerte. En todo caso es una muerte preferible a la del nómada expuesto a todos los peligros y a todos lo albures. La reducción de las vicisitudes a un reducido número, por más que surjan nuevos peligros. El conocimiento como reducción de posibilidades múltiples. El camino hacia la verdad del mundo. Y toda esta economía de ventajas/desventajas es el germen del capitalismo: la promesa de una vida mejor.
El pensamiento de los habitantes de la ciudad se sistematiza en lo que se llamará el pensamiento mítico. El relato se convierte en el eje vertebrador del conocimiento (aunque no sea un relato razonable… en el sentido en el que nosotros lo conocemos). La topología (la verdad del lugar o del personaje) y la analogía (lo que parece igual, es igual) se alían con la experiencia solidificada en proverbios, (píldoras de sabiduría en lo que hoy conocemos como tópica), o en el senado (el consejo de ancianos). El instinto todavía manda mucho en las conductas mientras las nuevas fórmulas de pensamiento (de conocimiento del mundo) discurren hacia el logos, hacia la razón. Se trata de la consolidación de lo que ya se apuntaba en el pensamiento tribal. La verdad revelada es la principal fuente de conocimiento lo que justifica el desmedido poder de los sacerdotes. El animismo (sin desaparecer) ha desembocado en la mitología, el panteón uraniano, en el que los dioses se comportan como hombres (que, sin embargo, están sometidos a sus caprichos) hasta que el hombre se comporte como un dios (Ulises)… aunque su poder nazca de la astucia (razón al fin) y no de lo sobrenatural. A su “imagen y semejanza” nos dirá el judaismo. La ideología -aglutinante de la ciudad- también tendrá un peso en el pensamiento, en cuanto abstracción (la ideología iguala a los ciudadanos) y simbolización (incipiente pensamiento a través de la metáfora y la metonimia) de la realidad.
No podemos perder de vista que todo esto es un relato, es decir “una estructura de realidad” (Rancière), una explicación posible sin que podamos determinar su probabilidad (su grado de verdad). Hoy sabemos que en el 6250 AC se produjo “el diluvio” que parece ser que fue un tsunami que afectó a gran parte del globo por un mega deslizamiento de tierras en la costa noruega. Ese tsunami -más el deshielo de los restos de la última glaciación- arrasó con todas las ciudades costeras por lo que el registro paleontológico existente, está bajo el agua, lo que nos deja poco margen para la reconstrucción fehaciente de aquellas formas de vida.
El desgarrado. Junio 2023.