» 17-07-2021 |
Otras veces os he hablado de de cómo de la mano de Flaubert la literatura cambió de dirección (Rancière entre otros). De alguna manera la narración tradicional asentada en la intriga, la secuencia, la causalidad simple, la necesariedad (solo lo que se necesita en la trama, es necesario… y lo que no, no), la verosimilitud -es decir lo que Aristóteles definió en la “Poética”- desapareció. Lo nimio se convirtió en importante, los detalles cobraron importancia. De la composición se pasó a la yuxtaposición. Muchos literatos siguieron la estela: Conrad, Wolf, Joyce, etc. La literatura cambió, lo que no quiere decir que fuera más apreciada por el gran público. Rancière fue uno de los que investigó sobre este giro no solo en la literatura sino también en otras artes, fundamentalmente en su obra “Aisthesis”. Pero no ha sido hasta que he leído a Lev Manovich y su “El lenguaje de los nuevos medios de comunicación” (Espasa. 2011(2001)) cuando me he hecho una idea cabal sobre este giro, si bien la explicación de Manovich hace referencia a los nuevos medios de comunicación y afecta a Flaubert a tiro pasado, su explicación es perfectamente exportable al SXIX. Manovich nos deja otra aseveración. Los nuevos medios informáticos digitales no rompen con su pasado analógico sino que se limitan a reestructurarlo.
Manovich considera que los nuevos medios pueden tener dos objetos: narraciones y bases de datos. Pero antes, la narratología (Mieke Bal) había distinguido entre narración (lo que hace avanzar la trama) y descripción (lo que no la hace avanzar). La narración está motivada o justificada (tiene una razón); la base de datos es arbitraria, no presenta una estructura motivadora o justificativa. Pero si -aprovechando la referencia a la razón- nos remontamos a la metafísica (el sistema del imperio de la razón) encontramos dos posibles maneras de conceptuar: la narración (la concatenación de elementos de forma necesaria) y la yuxtaposición de datos referentes al objeto (la colección, la clasificación, la base de datos). Evidentemente para la metafísica “el método” es la narración. Aquí podemos enlazar con la “Poética” de Aristóteles: la narración es secuencial, causal, necesaria, intrigante, verosimil. La base de datos una colección desordenada de datos, arbitraria, contingente. En informática la base de datos es un conjunto estructurado de datos. Pero esa estructura solo se refiere a su organización para facilitar su búsqueda y recuperación, es un orden de significantes y no de significados. Sobre esos datos el usuario puede efectuar operaciones: mirar, navegar, buscar significantes pero no leer un relato, ver una película o navegar con sentido. Lo que no quita que sea una forma cultural como la narración. Una forma simbólica como lo fue la perspectiva para Panofsky, una forma de estructurar nuestra experiencia del mundo y de nosotros mismos. Pero también resultará legítimo que tratemos de desarrollar una poética, una estética o una ética.
Las formas de la base de datos son la enciclopedia (o el diccionario) en soportes como el listado, el DVD, el CD-ROM o el disco duro, pero también la acumulación de datos monotípicos (un autor, un tema , un periodo…) por los que se puede navegar. Con la llegada de Internet la WEB se convierte en la base de datos por excelencia, siempre abierta y nunca completa. Tan compleja que necesita ser indexada y disponer de un buscador. Todas estas formas son antinarrativas. Pero la inicial acriticidad de las bases de datos dan paso en los ’90 a una creciente forma crítica: una política y una estética. Por último las bases de datos y las narrativas se anidan como matrioshkas: un diccionario es un conjunto de narraciones (definición) unidas en una base de datos (el propio diccionario). Un conjunto de diccionarios puede constituir una narrativa (nuestra cultura), narrativas que, a su vez pueden, ser coleccionadas, etc.
No todos los objetos de los nuevos medios informático-digitales son bases de datos. Los videojuegos son narraciones. Sus elementos no son arbitrarios sino que son motivados (necesarios). Esa narración que esconde el juego es el algoritmo que poco a poco descubre el jugador a medida que juega. El algoritmo induce en el usuario un esquema mental. Proyecta la ontología del ordenador en la propia cultura, la transcodifica. Así los nuevos medios se reducen a dos tipos de objetos complementarios: la estructura de datos (matrices, listas enlazadas y grafos) y los algoritmos. Un programa interpreta datos, ejecuta un algoritmo y escribe nuevos datos. Inicialmente los ordenadores se entendían como procesadores de datos. Pero pronto los recogían, los organizaban o los creaban. El ordenador se convierte en el aparato mediático universal.
Bases de datos (desorden) y narración (orden secuencial, causal, necesario) compiten por descifrar el sentido del mundo. Relatos y juegos exigen del usuario que descubra la lógica subyacente, su algoritmo. Entre las dos partes de la ontología del ordenador (estructura de datos y algoritmo) y las dos formas culturales (bases de datos y narración) existe una conexión (correspondencia) evidente. ¿Pero es equivalente en ambos medios? Crear una obra en los nuevos medios puede entenderse como la creación de una interfaz a una base de datos. Interfaz que puede ser un simple acceso, un buscador o un navegador (una experiencia metafórica distinta), de acuerdo a la complejidad de la base de datos. Para los nuevos medios la base de datos se convierte en el centro del proceso creativo, en tanto en los medios culturales ese papel corresponde a la narración. Históricamente el artista hacía una obra única: el interfaz y la obra eran lo mismo. Con los nuevos medios el contenido de la obra y la interfaz son cosas distintas: pueden existir distintas interfaces para un mismo material. De acuerdo a esta inversión podemos reformular el concepto de narración. “Una narración interactiva (que también podemos llamar hipernarración por analogía con el hipertexto) puede entenderse como la suma de múltiples trayectorias a lo largo de una base de datos. La tradicional historia lineal es una entre otras muchas posibles trayectorias; es decir: una opción en particular que se toma dentro de una hipernarración” (Manovich, 2011, 293). La narración lineal es un caso particular de la base de datos (hipernarración).
Pero eso no significa que una base de datos sea ya una narración. La narración: 1) ha de contener un actor y un narrador; 2) debe contener niveles distintos: texto, historia, fábula; 3) su contenido debe ser una serie de hechos conectados, causados o experimentados por los actores (Bal). El mero establecimiento de una trayectoria no basta para que se haya constituido una narración. El autor debe controlar la semántica de los elementos y la lógica de su conexión. El acceso aleatorio a los elementos de una trayectoria tampoco constituye una narración. En resumen: la base de datos y la narración no tienen la misma importancia en los nuevos medios (ontología del ordenador), porque en el plano interno de la organización material todo son bases de datos, que pueden o no admitir la narración. Lo sorprendente no es que la base de datos ocupe ese lugar preeminente sino que la narración siga existiendo en los nuevos medios.
Esta misma dinámica de los nuevos medios la encontramos también en la cultura visual. Una imagen digital consta de varias capas independientes, lo que permite cambiar el contenido y la composición de la imagen en cualquier momento. ¿Qué ocurriría si fusionáramos las capas? ocurriría el montaje por yuxtaposición de capas. El montaje es el lenguaje visual en ausencia de la composición (las capas) de la imagen. La imagen (como la base de datos) admite lenguajes visuales opuestos: el montaje por yuxtaposición y la realidad tal como la ve el cine. Con la aparición del ordenador todas las imágenes pasaron a ser composiciones. Para entender esto mejor, recurriremos a la teoría semiológica del sintagma y el paradigma (Saussure) En los lenguajes naturales (pero también en la moda, la comida, etc.) los elementos de un sistema pueden relacionarse en dos dimensiones: la sintagmática y la paradigmática (Barthes). El sintagma es una combinación de signos que tiene como soporte el espacio, secuencial, in praesentia, de existencia material, explícito y narrativo. El paradigma, por el contrario: se asienta en el tiempo, relacional, in absentia, de existencia virtual, implícito y de base de datos.
Y aquí nos quedamos que la cosa se alarga. Continuará.
El desgarrado. Julio 2021.