» 18-07-2021 |
Toca ahora en este repaso que he hecho de las teorías de Manovich sobre las bases de datos y la narración buscar un marco más amplio en el que ubicarlas y eso requiere que nos remontemos muy atrás. La inteligencia (la razón) humana se zafa del instinto en un intento de comprender el mundo y poder actuar con eficacia sobre él. El instintos es una base de datos asociada a unas acciones precisas. Es una tópica como el refranero, los brocardos en derecho, los libros sagrados en religión, etc que responden a situaciones concretas con acciones concretas. En cualquier caso son obligatorias (necesarias) sin posibilidad de variación. La inteligencia, sin embargo, plantea las cosas de otra manera: se analiza la situación y se toma un decisión. Aquí se produce no solo la posibilidad de entender mejor el mundo (el análisis es más fino) sino también la posibilidad de tomar decisiones no necesarias (libertad). No es lo mismo entender (captar el mundo) que decidir (la libertad) y la filosofía (una manifestación de ese cerebro más evolucionado, las distinguió tempranamente: la cognición se asoció a una cierta manera de entender la verdad (lo que el mundo es) y la decisión se asoció a la voluntad y al libre albedrío (la ética y la política). Por supuesto podemos fallar por entender mal el mundo (nuestra teoría) o por decidir o actuar de forma defectuosa (la práctica).
Nuestras teorías sobre el mundo se basan en la verdad, en el concepto de verdad que apliquemos y en la simplificación (muy rudimentaria y basada en el orden y la clasificación)). Cada verdad da origen a un sistema de pensamiento de los que los más conocidos son el sistema mítico-religioso, el sistema metafísico y el sistema cibernético. 1) El sistema mítico-religioso se basa en la autoridad y esa autoridad se deposita en un lugar, en una colectivo, en un ser sobrenatural: dioses, dios, experiencia, lugar, tiempo. Siempre en un espacio exterior a nosotros. Se dice que el sistema mítico es topológico: un lugar físico o jerárquico: es la verdad manifestada o revelada. La asociación entre la autoridad y la verdad se establece por similitud, proximidad, simultaneidad, asociación de ideas. Las cosas no tienen esencia cognoscible (que se manifiesta por el animismo), solo apariencia y esa apariencia es engañosa por lo que solo la autoridad puede ayudarnos a no llevarnos a confusión. Pero la autoridad (incluido el Senado: el consejo de ancianos) no tiene palabras sobre todo y la apariencia sigue teniendo un gran ascendiente (como Santo Tomas necesitamos poner la mano en la herida). En el caso de la religión la palabra revelada (emitida por la máxima autoridad) es la tópica que se refleja en los libros sagrados e incluye el repertorio completo de la verdad. La Iglesia (los representantes de Dios en la tierra) complementan esa verdad con la interpretación y la adaptación. La narración verosímil se convierte en el sustento del mito.
2) Los griegos de hace 25 siglos “inventaron” otra forma de pensamiento: la metafísica. La metafísica establece pares de oposiciones opuestas y excluyentes siguiendo el modelo mítico-religioso (verdad/falsedad) pero ampliado a todo lo conocido. La verdad deja de residir en el exterior para ser independiente de la autoridad. El objetivo de la metafísica es establecer verdades necesarias y absolutas, basadas en simplificaciones que desde ahora se realizarán por abstracción (igualación de cosas y situaciones) y generalización (el orden y la clasificación se convierten en clases, especies, géneros, etc.). A esa generalización se le puede aplicar una ley de comportamiento que ayuda a prever el comportamiento del mundo. Para ello se necesitan unas herramientas que son la aritmética (el número como abstracción de la cantidad), la lógica (la abstracción de la verdad), el concepto (base de datos de definiciones) y la igualdad (método de asimilación y aspiración ético-política). El conjunto de estas herramientas es la razón (sin despreciar el recurso a las herramientas mítico-religiosas como la intuición, el sistema de prueba y error, la mitología, la autoridad jerárquica, etc.). Pero no solo conserva esas pautas del sistema anterior: Todo el sistema es discreto (entre la verdad y la falsedad no existe nada) y así sucesivamente en los pares; material/espiritual, presente/ausente, etc. aplicando las categorías aristotélicas del principio de identidad (todo es igual a sí mismo), el de no contradicción (nada puede contradecirse a sí mismo) y el del tercio excluso (entre dos oposiciones no cabe una tercera posición). La ontología (el estudio del ser estático) se convierte en el modelo de un mundo paralizado sin asomo de evolución o progreso. Las bases de datos no existen (excepto en la taxonómica descriptiva) sustituidas por la abstracción como sistema de generalización. La narración aristotélica (causal, secuencial, necesaria, verosímil, intrigante) se convierte en el estándar de la narración. La metafísica imperará hasta el SXX en que empezará a declinar.
3) La cibernética rompe con el sistema metafísico. La abstracción como método de generalización es sustituido por las bases de datos gracias a la aparición del ordenador capaz de computarlas. Ya no es necesario tomar una muestra para operar sino que se puede operar con la totalidad de los items. La causalidad simple se ve desbordada por la retroalimentación que introduce el devenir en el estudio de una naturaleza estática por imposición. Por último los datos se apilan en bases de datos gigantescas a disposición de todos, incluso de las empresas. Los pares de oposiciones absolutos y discretos pasan a ser continuos y relativos. La verdad se convierte en algo parcial o gradual (la probabilidad) permitiendo que algo sea parcialmente verdad: la probabilidad del 50% es equivalente a media verdad. La narración desaparece como trayectoria única (obra clásica) dando paso a la multitud de trayectorias (Feynman), es decir la base de datos como realidad. La ley inexorable pierde fijeza y sobre todo pierde fuerza la idea de que nuestro conocimiento pueda ser capaz de entender el mundo. Podemos hacer modelos más o menos ajustados pero no calcarlo. La inducción (deducción a partir de colecciones de datos u observaciones) cobra fuerza sobre la deducción. Los principios aristotélicos: identidad, no contradicción y tercio excluso decaen. El espacio y el tiempo, la onda y la partícula se convierten en los dos extremos de un continuo en el que la mezcla es posible y gradual. El vacío está lleno y el principio de indeterminación impide conocer el estado físico de una partícula. La física rompe con la metafísica.
La idea de Manovich de que las bases de datos han pasado a ser el sintagma (real, in presentia, material) mientras la narración ocupa el lugar del paradigma (virtual, in absentia, inmaterial) se hace realidad con el sistema cibernético. Pero los conceptos de sintagma y paradigma son conceptos metafísicos y por tanto excluyentes y absolutos. Debemos entender que sintagma y paradigma son los dos extremos de un continuo en el que la gradualidad es real e inevitable, tal como la verdad emprendió el mismo camino. De la misma manera las bases de datos y las narraciones se sitúan igual sobre un continuo en el que solo representan los dos extremos y entre las que cualquier gradualidad es posible. Todo lo que apunta Manovich es cierto pero le falta romper con la metafísica. Posición y velocidad son -en el caso del principio de indeterminación de las partículas- los dos extremos de un continuo en el que podemos conocer uno de los dos extremos o una mezcla de ambos.
La probabilidad se convierte en una base de datos de posibles trayectorias de un objeto como un dado. Antes de tirarlo (definir una trayectoria) todas las trayectorias son equipotentes es decir poseen una verdad de 1/6. Una vez tirado, la función de onda colapsa (como explica la teoría cuántica) y solo una trayectoria subsiste. La ergódica llega más lejos y presenta la equivalencia de espacio y tiempo en el mundo de la probabilidad: tirar cien dados una vez, simultáneamente (espacio) es equivalente a tirar cien veces un dado (tiempo). Antes de tirar los dados estamos en el mundo virtual del paradigma, una base de datos. Una vez establecida una trayectoria (tirado el dado) estamos en el sintagma, una narración. Pero ¿qué pasa si invertimos las posiciones como hace Manovich. La base de datos se convierte en lo real y la trayectoria en lo posible. Como dice la cuántica la probabilidad se hace estructural (real) y no una simple carencia de conocimientos… pero es una interpretación metafísica.
Cuando Flaubert escribe “Madame Bovary” en el SXIX abre el melón de las bases de datos sobre la narración. Es evidente que el modelo metafísico de la narración atistotélica no se aproxima a la realidad del mundo. El mundo no tiene guión… aunque para nuestro cerebro sea imprescindible. La acumulación de detalles innecesarios y nimios se sucede como reflejo de una vida a la que solo ocurre eso: la extrañeza de la vida. En la novela moderna no pasa nada y cuando pasa es inopinado y extempóreo. Se suceden los detalles insignificantes y las situaciones a-causales. Conrad, Wolf, son otros dos ejemplos que cita Ranciére en “Aisthesis”. En el bien entendido que las bases de datos, la acumulación de detalles nimios e insignificantes son la nueva narración. Porque como hizo Vertov, las bases de datos pueden tener sentido o quizás simplemente nuestro cerebro no puede evitar dárselo. Hace poco escribí sobre dos películas: “La dolce vita” y “Magnolia” que consisten en bases de datos con un mínimo hilo argumental: el periodista que apenas actúa como una cámara y el agonizante cuya presencia es la historia de sus relaciones. En la gradulaidad que exponía, serían 95% base de datos y 5% narración. Pero eso sería como película porque cada una de las historias es una narración. Volvemos a las muñecas rusas que se anidan unas en otras. Quizás ese eje en el que se sitúan las oposiciones en su gradualidad no sea unidimensional sino bidimensional. Volveré sobre el tema.
El desgarrado. Julio 2021.