» 21-02-2024

Epitafios 3. Jugar

¡Ahora que le estaba cogiendo el truco!

 

La vida es aprendizaje. La experiencia lo demuestra. Experimentar es recordar los sucesos que alguna vez han sido vividos y aplicarlos en otras situaciones similares  a modo de recetas de comportamiento. La ciencia ha dado un nuevo significado a la experimentación al convertirla en la forma de comprobar lo que predice la teoría. El sistema educativo separa la teoría y la práctica. El sistema de investigación de la ciencia también, aunque les da nombres mas sofisticados física teórica y física experimental. La filosofía descarta la experimentación. O más bien que descartarla, la pone delante de la razón, es decir, para razonar hay que tener toda una serie de experiencias de vida, porque de esas experiencias  va emanar la razón. La ciencia acabó con la filosofía. No podía consentir qué que la razón, de alguna manera, fuera la única fuente posible de verdad o de conocimiento del mundo. La pugna de racionalistas y empiristas es prácticamente la historia de la filosofía y de la ciencia. 

 

La experiencia produce un tipo de conocimiento, basado en la prueba y el error (el experimento) que posteriormente se almacena en la memoria. Durante milenios las píldoras de sabiduría en qué consistía la experiencia se convertían en adagios proverbios, refranes, suras, brocardos, etc. que servían a sus usuarios -a modo de repertorio- para enfrentarse con la cotidianidad: la tópica. Cuando la razón -el logos- hace su aparición, cinco siglos antes de nuestra era, instaura el aprendizaje como el saber transmitido por un maestro poseedor de todas las verdades. Este modelo, que ha sido perpetuado hasta nuestros días, convierte el aprendizaje en algo que fluye del sabio al ignorante y que es una forma de dominación, puesto que el ignorante jamás puede poner en duda las afirmaciones del sabio. Rancière lo explicó perfectamente en "El maestro ignorante” proponiendo como alternativa qué el maestro y el alumno trabajan en común para alcanzar verdades que podrían iluminar a ambos. Cada uno podía aprender del otro en un flujo en dos direcciones que contradecía el flujo tradicional y exclusivo del maestro al alumno.

 

Mientras no se exigió al conocimiento efectuado por la razón, que se comprobara experimentalmente, los dogmas se convirtieron en moneda corriente. El aprendizaje se convirtió en una forma de adoctrinamiento en el que se captaban las voluntades para apoyar determinadas ideas o facciones. En aquel momento el aprendizaje dejó de ser el acceso a la verdad para convertirse en una forma de reclutamiento. Con la llegada del socialismo, y la división del espectro político en derecha e izquierdas, ambas facciones trataron de arrimar el ascua a su sardina, en vez de ilustrar, intoxicar a las masas en la doctrina adecuada a sus necesidades. En España con 17 comunidades autónomas, que detentan sus propios gobiernos, nos encontramos que hay 17 historias de España y 17 geografías, etc. etc. La pretensión del saber absoluto ha explotado en una multitud de saberes fraccionarios inútiles para enfrentarse a la complejidad del mundo en el que vivimos.

 

Mientras las élites organizaban el sistema educativo de acuerdo con sus necesidades, el pueblo paralelamente desarrollaba una forma de conocimiento con peculiaridades propias. A la experiencia de los refranes, transmitida oralmente y memorizada en el acervo popular, se añadió una lógica elemental e intuitiva qué no coincidía con la lógica racional de los pensadores. Con el tiempo se juntaron ambas, experiencia y lógica, en lo que se conoce como el “sentido común”, al que -no sin razón- se le ha llamado el menos común de los sentidos. Con semejante bagaje armamentístico el pueblo reconstruye en su cabeza la historia de la humanidad y del conocimiento reescribiendola simplemente con esas dos herramientas y demostrando qué la educación es innecesaria. Mediante esta papeleta todo el mundo sabe de todo y todo el mundo puede opinar de todo. ¿Es, o no es la educación perfecta? Es el saber popular Y ahí nos hemos quedado entre el saber dogmático y es hacer el saber popular, es decir en el limbo.

 

En la naturaleza el aprendizaje se hace mediante el juego. Los cachorros aprenden a cazar, a luchar, rastrear, identificar, etc. a través del juego. Previamente aprenden a jugar. Es importante porque habrá que descubrir nuevos juegos para nuevos aprendizajes.  Vienen al mundo provisto de un instinto poderoso pero no es suficiente. Mediante la experiencia memorizada y el aprendizaje completan su “educación”. El juego debe ser lúdico. Es esa la recompensa (el placer. la diversión) que refuerza su uso. Pero también se aprende de la madre a encontrar y usar herramientas, la jerarquía y el comportamiento. Los humanos hemos hecho del aprendizaje una etapa de la vida y actualmente con la innovación tecnólogica, la vida entera. La figura del maestro vino de la mano del logos (que convirtió el conocimiento en algo soberanamente aburrido). ¡Se acabó el aprender jugando! El maestro no solo enseña sino que también adoctrina. Pero el logos (la razón) nos trajo nuevos juegos ya simplemente lúdicos… pero adictivos. 

 

El desgarrado. febrero 2024

 




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