» 16-02-2024

Fascismo 2. Ideologías: la base biológica. De Waal. Diaz Ayuso.

He comentado otras veces la inmensa visceralidad del fascismo, de como apela a nuestros más básicos instintos y en definitiva de su enorme raíz biológica. Hoy quiero recalar en la base biológica de las ideologías de la mano de Frans De Waal, en su libro “El mono que llevamos dentro” Booket, 2020 (2005). De Waal es un estudioso de los primates especialmente conocido por sus libros sobre los bonobos (chimpancés pigmeos). Estos simios fueron los últimos en separase (hace 2 millones de años) del tronco común del que descendemos ambos (y que nos es desconocido) y que los humanos abandonamos 6 millones de años atrás. Los bonobos se distinguen de los chimpancés en su manera de lidiar con los conflictos sociales. Los primeros son patriarcales, más violentos y expertos en resolver conflictos, mediante estrategias políticas de alianzas y colaboración, mientras los segundos son matriarcales, pacíficos, competitivos y utilizan el sexo (de todo tipo y con cualquier compañero) como solución de las discrepancias sociales. Los humanos somos más brutales que los chimpancés y más empáticos que los bonobos, lo que nos convierte en el primate más bipolar. 

 

De Waal ve en las sociedades de las hormigas el modelo de los regímenes socialista y comunista, en el que el individuo se debe al bien común (el paraíso obrero), renuncia a su individualismo y con él a un futuro personal.“Somos sensibles a los intereses colectivos pero no hasta el punto de renunciar a los individuales. El comunismo se hundió porque su estructura económica de incentivos había perdido contacto con la naturaleza humana” (De Waal, 2020, 242). El nazismo también ponía lo colectivo (das Volk) por encima de lo individual “… pero en vez de la ingeniería social, los métodos elegidos eran los chivos expiatorios y la manipulación genética. La gente se dividía en una categoría ‘superior’ y otra ‘inferior’, la primera de las cuales tenía que protegerse de la contaminación de la segunda. En el horrible lenguaje de los nazis, un Volk saludable requería la eliminación de los elementos cancerosos. La idea se llevó al extremo de una manera que ha deteriorado la reputación de la biología en las sociedades occidentales” (De Waal, 2020, 242). 

 

El movimiento eugenista -ideología seleccionista que pretendía mejorar la humanidad mediante la reproducción selectiva de los más aptos- había nacido a principios del SXX (aunque se remontaba a la Grecia clásica) y consideraba aceptable la castración de los delincuentes y que el darwinismo social (en una economía liberal el fuerte debía comerse al más débil) redundaría en una mejora de la sociedad. Obviamente ayudar a los pobres sería contraproducente. Para los políticos la naturaleza (la biología) tiene un poderoso atractivo y un halo de cientifismo, lo que la hace irresistible para todas las ideologías. Para la economía el sujeto de sus estudios es optimizador (siempre escoge la opción más rentable), egoísta y racional. No así para el biólogo, para el que (los mamíferos sociales, en este caso) son confiados, leales y solidarios. “Además, tienen manera de tratar a los aprovechados, como rehusar la cooperación con aquellos que no cooperan. La reciprocidad les permite construir el tipo de sistema de apoyo social que muchos economistas ven como una quimera. En la vida colectiva de nuestros parientes cercanos no es difícil reconocer tanto el espíritu competitivo del capitalismo como un bien desarrollado espíritu comunitario. Así pues, el sistema político más adecuado para nosotros debería encontrar el equilibrio de los dos. No somos hormigas, así que el socialismo puro no es para nosotros. La historia reciente ha demostrado, qué ocurre cuando se reprime la ambición individual. Pero aunque la caída del muro de Berlín se presentara como un triunfo del mercado libre, no hay garantías de que el capitalismo puro tenga más futuro que el socialismo. (De Waal, 2020, 244).

 

“Se piense lo que se piense de un sistema político, si no es capaz de promover el bienestar físico de sus ciudadanos es que tiene un problema. Así como el comunismo se hundió porque su ideología no se ajustaba al comportamiento humano, el capitalismo inmoderado quizás sea insostenible en su celebración del bienestar material de unos pocos en detrimento del resto. Niega la solidaridad básica que hace soportable la vida. También va contra una larga historia evolutiva de igualitarismo que a su vez tiene que ver con nuestra naturaleza cooperativa. Los experimentos con primates demuestran que la operación se deshace si los beneficios no se reparten entre todos los participantes, Y el comportamiento humano probablemente obedece al mismo principio” (De Waal, 2020, 245).

 

“Así pues, el libro de la naturaleza ofrecen páginas que complacerán tanto los liberales como los conservadores, tanto a los convencidos de que todos estamos en el mismo barco, los que rinden culto al interés individual, cuando Margaret Thatcher dijo que la sociedad solo era una ilusión, no estaba retratando al primate intensamente sociable que somos. Y cuando Piotr Kropotkin un príncipe de la Rusia  decimonónica, afirmó que la lucha por la vida solo podía conducir a una cooperación creciente, estaba cerrando los ojos a la libre competencia y sus efectos estimulantes. El reto es encontrar el equilibrio justo entre ambas. (De Waal, 2020, 246).

 

Diaz Ayuso -interpelada acerca de los 7.300 mayores muertos en la comunidad de Madrid por el COVID- acusada de ser la causante directa de esas muertes por la promulgación de un protocolo que prohibía, que fueran trasladados de las residencias al hospital, y disponiendo de un hospital-milagro en el que todo el mundo se salvaba (por lo menos eso dijo) ha argumentado que los mayores ya estaban condenados, no había manera de salvarlos, hubieran muerto de todos modos. Los mayores -que por disponer de un seguro privado pudieron trasladarse a un hospital- se salvaron en un 65%. Y no solo eso sino que ha prohibido que se hagan públicas las actas de la policía relativas al caso. La presidenta de una comunidad autónoma que “disfruta” de la inversión más baja en sanidad del estado español (siendo la más rica) y que no ha ocultado su intención de desguazar la sanidad pública universal y gratuita (tal como inició su antecesora la lideresa Aguirre), practica las mismas técnicas de resolución de problemas que utilizaron los nazis, sin cámaras de gas pero con los mismos resultados. El fascismo no ha muerto sino que está vivo y bien vivo y la Sra. Diaz es su representante en la comunidad de Madrid. No se pasa a la historia por llamarle  a la madre del presidente ¡fruta! 7.300 muertos ¡ya es otra cosa!

 

El desgarrado. Febrero 2024.




Published comments

    Add your comment


    I accept the terms and conditions of this web site