» 25-12-2020

Filosofía y metafísica 4. Metafísica, abstracción, trascendencia, axiomática y principio de incompletitud.

Siempre me ha sorprendido que para referirse a la condición humana se diga tanto que ser humano es ser imperfecto (“es humano”) como que es ser perfecto (la culminación de la evolución). Hemos aceptado que la dialéctica consiste en eso, en la contradicción de la razón, pero no era así cuando la estableció Sócrates. Para él la dialéctica era extraer la verdad de la controversia (el diálogo), pero para nada que la verdad fuera contradictoria. Cuando el ser humano emprende el tránsito entre el instinto y la razón pronto descubre que la fijeza, la seguridad del instinto no será fácilmente hallable (sustituible) en la razón. De hecho la razón no es única sino que consiste en una serie de verdades parciales nunca absolutas (como lo era el instinto) y cuya fuerza reside en su acumulación e incluso en su circularidad formando un, a modo de arco o bóveda cuya fuerza reside en que cada pieza se apoya en las otras de manera que la solidez consiste en el conjunto y no en las piezas. Y siguiendo con el símil constructivo hay piezas esenciales (claves) cuya ausencia supone el desmoronamiento de la estructura. En resumen: la verdad es múltiple y no es autosuficiente… con todo lo que eso quiere decir.

 

Son los presocráticos los primeros que intuyen que tras la apariencia de la realidad existen explicaciones ocultas (o por lo menos no aparentes), esencias, que dan explicaciones mucho más cabales que las simples percepciones de los sentidos. Sustancias (tierra, agua, fuego y aire), números (pitagóricos), conceptos, igualdades, hasta llegar a la idea platónica y la lógica formal aristotélica que sustentan -cada una a su manera- una verdad oculta y omniexplicativa. Ese saber oculto y esencial será el objeto de la filosofía que con la sola herramienta de la razón (pero que no excluye la experiencia) tratará de entender el mundo y por tanto dominarlo. El método para alcanzar esas verdades ocultas será la abstracción que pretende dos cuestiones: 1) simplificar la realidad y 2) universalizar su aplicación. Una pera y una manzana son dos sustancias diferentes que como tales no se pueden sumar (son heterogéneas), pero si realizamos una abstracción (frutas) habremos realizado una simplificación (el mundo es ahora más simple y una universalización que hace homogéneas las dos frutas y permite sumarlas (operarlas respecto a la cantidad, al concepto, a la igualdad y a la verdad). Pero esta operación es mental, no corresponde a la realidad sino que pertenece a la forma de entender la realidad: la mente, el pensamiento.

 

¿Por qué la abstracción? Es una forma de clasificar, ordenar la inmensa variedad de cosas que la realidad ofrece. Las ordena por escalones: clase, género, especie. Esa ordenación (tan típica del pensamiento salvaje) es la primera forma de pensamiento. La abstracción va más allá de la realidad (simplificada, universalizada, clasificada) a un estadio que se llamará metafísica. Pero no tendrá un solo significado. El primero en utilizar el término será Andrónico (compilador/ordenador de la obra de Aristóteles) que llamara así a las materias que trata Aristóteles cronomógicamente “después de” la física. El término tuvo fortuna y su uso trascendió esa primera aplicación para referirse a la reflexión que va más allá de la física (de la percepción) y más allá de la ciencia (de la reflexión simple). Estas tres situaciones de la abstracción: clasificación, trascendencia y número-cantidad son las que Spinoza distingue en la abstracción (y a las que añade la geometría, como forma no pura de abstracción) pero no como formas de conocimiento adecuadas sino precisamente inadecuadas, a superar por las “nociones comunes” (la conveniencia de las cosas en alegría y tristeza) que son generalidad y no abstracción, y las “esencias” de las cosas (proyectadas desde la esencia de Dios), que constituirán los conocimientos adecuados.

 

Y aquí se plantea una nueva disyunción: trascendencia/inmanencia. Inmanente es lo que no necesita de otra cosa para explicarse, su explicación reside en ella misma. Trascendente es lo que obtiene su explicación de otra cosa. Y aquí se plantea un problema: ¿lo que encontraron los presocráticos, aquello que estaba oculto, que no era aparente, es trascendente? El cristianismo lo entendió así radicalmente: la trascendencia es la vida eterna, lo que hay después de la realidad, la supra-realidad, el más allá, dios como explicación de todas las cosas. Es evidente que caben ambas interpretaciones. Como tantas otras cosas en la gradación es imposible determinar donde acaba la inmanencia y empieza la trascendencia. No estamos en la cognición sino en la interpretación (hermenéutica).

 

La metafísica se construirá al rededor de las cuatro abstracciones citadas la cantidad, el concepto, la verdad y la igualdad fundadas sobre la abstracción como forma de ordenar. De hecho la circularidad se construye precisamente porque cada una de esas abstracciones es método y campo a la vez (sobre todo la abstracción y la igualdad). La construcción será tan sólida que dará lugar a la preponderancia de la metafísica durante 25 siglos hasta que en el SXX se pondrá en tela de juicio desde la fenomenología, la hermenéutica, la posmodernidad y la filosofía de la diferencia. Aún así la metafísica no constituye un sistema absoluto sino que necesita de axiomas (verdades evidentes, exteriores) para construir su universo cognitivo. Esas verdades intuitivas o axiomáticas se hayan ya en Euclides y nunca dejarán de faltar. La metafísica se asienta principalmente sobre tres: el principio de identidad, el de no contradicción y el del tercio excluso. Estas verdades axiomáticas: intuitivas fundan una aspiración de conocimiento que se basa exclusivamente en la razó y su posibilidad de descubrir verdads inconstatables por su solo poder.

 

Pero la metafísica nos habla de la razón, de la posibilidad de entender el mundo. La metafísica es reflexión y eso no es toda la realidad. La realidad del ser humano es también acción, el ser humano evoluciona y acciona, modifica el entorno y se automodifica. La filosofía se ampliará a la ética (acción individual) y la política (la acción común) para poder incluir este devenir que completa al ser (lo humano entendido como fijeza al modo del instinto). Pero es mucho más fácil entender al ser humano desde la fijeza que desde la movilidad y la metafísica se instalará en la ontología, la teoría del ser en cuanto fijo, ajeno al tiempo y al devenir. No ocurrirá así en la filosofía oriental que a partir de Platon se separará de la filosofía occidental centrándose en el devenir y no en el ser. Nuestra dificultad para entender el pensamiento oriental parte de esta separación.

 

La metafísica tenía otro problema y es que la razón no era suficiente para entender el mundo. La razón necesita la experiencia para sustentar sus “razones” tal como determinarán Hume y Kant. La ciencia elevará la experiencia a experimento y tomando de la metafísica las abstracciones de la cantidad (matemáticas), el concepto (le lenguaje), la verdad (lógica) y la igualdad construirá un entramado de conocimiento que no por ello dejará de heredar algunos de los defectos que la metafísica poseía. Desde los principios axiomáticos hasta la circularidad que esconde la falta de autonomía, de independencia. Ambas cosas serán rebatidas por Hilbert al determinar que las matemáticas no pueden “conocer” el mundo y que por tanto son estructuralmente axiomáticas y por Gödel que con su principio de incompletitud determinará que ningún sistema puede determinar sin ayuda exterior su independencia. La física cuántica pondrá en jaque fehacientemente los tres principios axiomáticos aristotélicos (identidad, no contradicción y tercio excluso) a parte de establecer que la verdad es fraccionaria (probabilística). Todas estas formulaciones acaban con la metafísica: el método/campo de la abstracción, de la igualdad con son completos y en consecuencia la cantidad matemática, el concepto lingüístico, la verdad lógica y la igualdad ética -y su sistema circular de referencias cruzadas- no son absolutos.

 

¿Estamos ante el fin de la aventura del ser humano tratando de superar el instinto y alcanzar la libertad? No. Pero será en el capítulo siguiente.

 

El desgarrado. Diciembre 2020.




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