» 22-04-2020

Filósofos 26-3. Foucault, una interpretación 3. La subjetividad.

Se pregunta Foucault si lo importante en la sexualidad no es la liberación sino la relación que se establece con uno mismo. Si se pueden ensayar modos nuevos de experiencia sexual que más allá del placer exploren el modo en que uno se relaciona con sus propias verdades y se hace sujeto. Ello requería investigar sobre la subjetividad, tema que parecía extraviado desde M68 para la reflexión filosófica y el lugar donde inicia esa investigación es en el mundo griego y romano pues allí tuvo un gran desarrollo con “el cuidado y las técnicas de sí”. Se trata de hallar un nuevo modelo teórico y de acceder a la historia de la subjetividad desde otro lugar, no a través de divisiones (análisis) ni constituciones de campo de objetividad científica (síntesis) sino emplazamientos (posiciones) y transformaciones (mutaciones) de las relaciones consigo mismo. No se trata de ver como se objetiva el ser humano a través de saberes y dispositivos (análisis ya realizado) sino de observar el nexo entre las relaciones consigo mismo que habilitan una cultura determinada, las propias verdades y la la constitución del uno mismo.

 

El sujeto no ha sido siempre el problema del pensamiento. Es Descartes el que a partir de SXVIII con el enunciado “Pienso (saber) luego existo (ser)” vincula el conocimiento y el sujeto. Pero esta concepción del sujeto no siempre ha sido así, además del “conocimiento de sí” (cualquier sujeto es capaz de llegar al conocimiento de sí -la verdad- si sigue las reglas lógicas de lo verdadero alcanzando una verdad objetivada) también existió el “cuidado de sí” (una gama de transformaciones que el sujeto debía realizar para alcanzar la verdad mediante ejercicios sobre uno mismo, pero no al alcance de todos sino solo de los que a través del cuidado conseguían transformarse). El conocimiento de sí será el camino escogido por la historia de la filosofía. La opción del cuidado de sí, por la espiritualidad y la ética, escogido por Foucault será un intento de desarrollar una filosofía crítica que ponga en juego las posibilidades de la subjetividad. Foucault sospecha que la opción del conocimiento de sí tiene por única finalidad el reconocerse como sujeto obediente, sumiso y ordenado, en tanto el cuidado de sí es el intento de escapar a las construcciones que el poder realiza sobre nosotros mismos.

 

Lo que empieza como una investigación sobre las formas de la experiencia de la sexualidad se convertirá (“Historia de la sexualidad. 2. El uso de los placeres”) en las formas de subjetivación de sí mismas, la constitución del uno mismo a través de la noción de experiencia. “¿Qué es la experiencia? la correlación entre los saberes, el poder y la formación de la subjetividad que se da en un momento concreto. Responde a los límites de lo que podemos decir, saber, sentir y hacer en una situación concreta. La experiencia queda definida por el modo en que se nos gobierna, pero también permite que el ser humano se gobierne a sí mismo y es en este campo en el que Foucault pretende situar su nuevo proyecto: en las técnicas que permiten constituir una subjetividad que que reinvente las posibilidades del uno mismo” (Fortanet 2015, 134).  La modificación del proyecto es sustancial: la transformación de la genealogía de la sexualidad en una ontología histórica de la subjetividad a través de las experiencias. El nuevo proyecto no solo pretende realizar una historia de la subjetividad sino también analizar los modos de evadirse de esa subjetividad, de poder experimentarse a uno mismo de otro modo. Esta evasión “se materializa en la propuesta ética: una opción clara por la resistencia apelando a diversas técnicas de sí que permitirían la constitución de una subjetividad entendida como la búsqueda de un nuevo arte de vivir”. (Fortanet 2015, 136). Pero el nuevo arte de vivir no evitará en enfrentamiento con el poder ya que el terreno del enfrentamiento es precisamente el de las técnicas de sí, el uno mismo y la experiencia de sí. En definitiva el “cuidado de sí”.

 

Cuidar de sí “significará tanto hacer de la propia vida una obra de arte, como hacer de esta obra de arte una cuestión política, un arte de la resistencia entendida como libertad. La estética de la existencia se hace efectiva a través de determinadas prácticas mediante las cuales el sujeto se convierte en artista de sí” (Ibidem). Lo que conduce a transformar el sujeto, hacer del sujeto algo “otro”, escapar en definitiva a las relaciones de poder. Cuidar de uno mismo es darse reglas para el compromiso político (Gros), la expresión ética de la opción política por la resistencia, consiste en la conformación de una subjetividad con arreglo al principio del gobierno de sí. Será a través del concepto griego de Parresia (un modo de decir la verdad que tiene que ver al mismo tiempo con la libertad, con el coraje y con el peligro) que Foucault se plantee la posibilidad de constituir una relación diferente entre las verdades y el uno mismo. Es en la Parresia donde encuentra una última articulación filosófica entre la verdad, el poder y la subjetividad.

 

La relación consigo mismo que el hombre descubre en el sistema disciplinario (al interiorizar la disciplina), en la sexualidad (al encontrar nuevas relaciones con la verdad en sí mismo) y en el biopoder (al encontrar el poder residente en el sí mismo de cada uno), hace que Foucault desplace el interés de su reflexión del saber al poder, y del poder al ser (la subjetividad). A esa posición le llamará la ontología histórica de nosotros mismos (como había definido en sus escritos sobre la Ilustración). Pero ¿cómo se relaciona ese ser con los dispositivos de saber y poder? Propone una ontología vinculada al presente y abierta a la historia, la renuncia a un hipotético ser fijo, eterno y necesario, un ser que examina en las regiones del saber, el poder y la sexualidad, allí donde experimentamos el mundo, un pensamiento crítico (Kant) determinado por las condiciones de posibilidad de lo que puede ser experimentado. Foucault establece su ontología crítica de nosotros mismos (o ontología histórica del presente) como un análisis de los tres ejes de formación de experiencias: saber, poder y subjetividad, para, precisamente, experimentar de modo diferente. La historia de lo que hemos hecho, devenido análisis de lo que somos.

 

Construye, para ello, una ontología que introduce la historia y la crítica en el mismo gesto del pensamiento. “Hacer una ontología del presente será, en el fondo , un acto de resistencia que analice los surgimientos que nos permitan entender lo que somos, porque aquello que somos, al ser núcleos de experiencias normalizadas, es el verdadero problema” (Fortanet 2015, 144). ¿Cómo puede hacerse una ontología así? La respuesta es el propio despliegue de la obra de Foucault: el análisis histórico de las formas de saber, de los procedimientos de gobierno (poder) y de las prácticas de subjetividad. En la intersección de estos tres dominios aparece el concepto de dispositivo (carcelario, médico, sexual…). La ontología histórica de nosotros mismos respondiendo a la sistematización siguiente: cómo somos constituidos como sujetos de nuestro saber, cómo somos constituidos como sujetos que ejercen u obedecen relaciones de poder, cómo somos constituidos como sujetos morales de nuestras propias acciones. Una ontología plenamente politizada, definida como genealogía, se convierte en una actitud ética. El método genealógico (Nietzsche) que analiza las condiciones de posibilidad del presente, analizando el momento histórico de su surgimiento. Y todo para enfrentarnos críticamente a la posibilidad de ser otros, rompiendo con la normalización de la experiencia que nos hace ser lo que somos. Hay que emprender la tarea ética de la resistencia, de la disidencia, de no ser gobernados, de ser de otro modo.

 

Y de esta disidencia es posible hallar una vía de acceso diferente a sus grandes textos: 1) releer la historia de la locura como dispositivos de poder-saber que han instituido nuestro modo presente de experimentar, reconociéndonos como sujetos razonables; 2) releer Vigilar y castigar reconociéndonos como sujetos normales; 3) y abordar la Historia de la sexualidad donde nos reconozcamos como sujetos no perversos. “Sujetos normales, cuerdos, con una sexualidad sana, matrices de la experiencia posible producidas por una red de saberes y poderes que culminan en una construcción del nosotros mismos que, gracias a la tarea ontológica foucaultiana, podemos comprender y cuestionar” (Fortanet 2015, 148). Experimentar de otro modo. “Solo puede puede haber verdad en la forma del otro mundo y la vida otra” sea lo que sea que con ello quiso decir: lograr otro sujeto, otra verdad y otro mundo. Aquello  a lo que la filosofía  no puede renunciar si pretende pensar de otro modo.

 

El desgarrado. Abril 2020.




Published comments

    Add your comment


    I accept the terms and conditions of this web site