» 20-04-2021 |
El director de la superliga (Florentino Pérez) anuncia que la superliga es un “rescate” del Fútbol. La superllga consiste en que los grandes del fútbol deciden montar una liga europea al margen de los chiringuitos que actualmente organizan el futbol (nacional e internacional) con pingües beneficios: UEFA, FIFA, etc. Sabemos que estos chiringuitos (incluído el Comité olímpico internacional) son la política al margen de la política, como los son los directivos de los clubes deportivos. Es como un premio de consolación para grandes fortunas con poco linaje. Pero se barajan otros asuntos: el espectáculo, la pureza del deporte, la defensa del hincha, el no cumplimiento de los objetivos como pérdidas (la economía del endeudamiento), la salvación del deporte. Lo que no se nombra es el fabuloso negocio que supone. Lo analizamos.
Que el fútbol es la política de los magnates, es vox populi, no hace falta mucha documentación para demostrarlo: Nuñez (Nuñez y Navarro), Roig (Mercadona), Florentino Pérez (ACS), Gil (corrupciones reunidas SUP), Ruiz Mateos (RUMASA), etc. Y nombro los españoles, aunque el dinero árabe fluye con facilidad al fútbol europeo. El fútbol (y el deporte de élite económica) es la otra política, la oportunidad de que los magnates sean populares, conocidos, reconocidos. Es su “generosa” aportación al deporte, a cambio de una popularidad, que en otro caso, solo daría la lista Forbes. Pero ser multimillonario y que nadie te conozca es una putada que el dinero puede corregir: la otra política, el deporte. Pero un empresario es un empresario y no desdeña la oportunidad de hacer negocio. Durante años fueron los fichajes. El caso de Cesc (Barça) es significativo: se hace en la cantera, se traspasa, se vuelve a fichar y se vuelve a traspasar. Tres comisiones (tantas veces opacas). Antes existían los intermediarios. Hoy no es así: solo hay directivos y padres de futbolistas. La comisión (como sabe Bertomeu), es para los directivos. La política (el sistema de la política) es un chollo y no solo para los magnates sino para muchísimas instituciones sectoriales como las ONG, la administración gremial (colegios profesionales), las diputaciones, la administración comarcal (los consejos), la administración arbitral (de la bolsa, del comercio, de la competencia, etc.).
Otro aspecto importante tiene que ver con la economía del endeudamiento. El endeudamiento es una invento genial para aumentar la riqueza sin necesidad de crearla. Un crédito es disfrutar de un d¡nero que todavía no has ganado. Es una pirámide que solo puede conducir al fracaso (a la crisis). Pero conviene a los políticos (que mejoran aparentemente la economía) y a los usuaris (que salen del bache). Hasta aquí un mecanismo económico discutible pero insoslayable. Pero la economía del endeudamiento nos lleva a confundir las ganancias previstas (su ausencia) con las pérdidas. Solo se pierde lo que se tiene, no lo que se prevé que se puede ganar. Las empresas futbolísticas europeas consideran que han “perdido” cinco mil millones. Lo único que se puede afirmar es que son malos empresarios cuyas previsiones de ingresos no se han cumplido. Exactaente el mismo caso de los banqueros cuando la cagaron con la desregularización que les condujo al rescate. Porque lo que nos proponen los clubes de fútbol de élite es un rescate. Los bancos inventaron aquellode “demasiado grande para dejarlo caer” y las empresas furbolísticas se aferran a la misma idea: nosotros somos el fútbol y sin nosotros el fútbol es imposible.
Pero tampoco es ajeno el reparto del pastel. Las empresas organizadoras de las competiciones se embolsan una cantidad de dinero sustancial que se detrae de los ingresos de los clubes. Del fútbol no solo chupan los directivos de los clubes, chupa todo el que puede. Y eso es un filón. Dice Florentino que la UEFA debería ser más transparente, ¡como si él lo fuera! Si los clubes organizaran su competición ganarían la parte de las empresas que ahora se detrae y que los propios clubes ha cuantijficado en 1.600 millones €. Estamos ante una cuestión fundamentalmente económica. Hace ya años que los clubes son empresas y como tales buscan el beneficio y el beneficio sale del espectáculo. Es necesario fichar a los mejores para que la empresa funciones y para ficharlos necesitan dinero. Dinero que los clubes entienden que se pierde en los despachos al margen del deporte.
Pero ¿El espectáculo es deporte o el deporte es espectáculo? Durante años vimos como la brutalidad de Alemania o de Suecia se imponía al “Joco bonito” de Brasil. Por lo visto entonces el espectáculo no importaba. Era más importante ganar a toda costa, imponer la nacionalidad, quizás la raza. De hecho, no hace muchos años que el espectáculo se ha convertido en esencial, quizás por influencia de los USAnos y quizás por la llegada de los magnates a los clubes (pero fundamentalmente de los artistas del balón brasileños y argentinos). Lo que está claro es que ahora el fútbol es espectáculo. Pero hace ya muchos años que nadie habla de deporte amateur (aquella antigua querella del tenis, del atletismo y también del fútbol). El fútbol es espectáculo y empresa. La pasión de los hinchas no tiene que ver con eso. Los hinchas no aman el deporte, aman la victoria, eso que les integra, les compensa o les droga. Decía Dabord que toda ideología que no triunfa (pero que se ha hecho visible), irremisiblemente se convierte en espectáculo. El espectáculo no es el triunfo o la magnificación de las ideas sino su desecho, lo que el capitalismo deja (defeca) tras fagocitarlo. Así acabó el amateurismo, así ha acabado el amor limpio por los colores, pero también así se produjo la belleza ante el bestialismo nórdico. De una o de otra manera… es lo que hay.
Acerca de la defensa del deporte, del hincha, de la pureza o de la tradición, no diré nada porque la defensa siempre oculta otras intenciones. Yo soy de los que sacan la pistola (remedando a Goebels, a José Antonio y a otros) cuando oigo que alguien me va a defender. Nada mejorará con la superliga. Habrá más negocio, más espectáculo, habrá sin duda más política (la otra política) y sobre todo habrá más capitalismo. Habremos dado un paso para llegar al punto de no retorno. Sociológicamente nos habremos americanizado más, económicamente seremos más pobres (habrá que pagar el nuevo peaje), el deporte habrá perdido (la diferencia entre la élite y la base será mayor) y el espectáculo habrá ganado. Y si no, lo sustituiremos con más pasión, con más entrega con más éxtasis. Los empresarios se convertirán en políticos buenos que no nos cobran impuestos y nos dan espectáculo y pasión. Es difícil entender como no lo nacionalizan. Creo que ya se hizo: se llamó comunismo. ¡Siempre nos quedará el endeudamiento!
El desgarrado. Abril 2021.