» 28-04-2021

La 14-104 Legislatura. Libertad a la madrileña.

Poco a poco Diaz va desgranando claves para que podamos entender su concepto de libertad, lo que no es difícil porque sale dos veces al día(z) lanzando soflamas, ya que no se pueden llamar discursos políticos, en tanto solo emite titulares que nunca se desarrollan. Pero los periodistas le piden que desarrolle sus titulares y así vamos descubriendo lo que para Diaz es la libertad. Sospechábamos que en su absoluta incultura política confundía liberalismo y libertad lo que va resultando cada vez más cierto. Como sabéis, el liberalismo empezó siendo una alternativa al conservadurismo aristocrático. Es decir la teoría política de la burguesía en su afán de acabar con la monarquía absoluta y la aristocracia, para nada sospechosa de defender los intereses del pueblo: la revolución de una oligarquía frente a otra. En un giro copernicano se reinventó, en oposición al socialismo, como la ideología del pueblo no socialista, es decir, defensor a ultranza de la propiedad privada, de la iniciativa privada, del Estado como garante pero no como actor de la economía y de la economía como un proceso automático (la mano invisible): la desregularización total.

 

En los ochenta, Reagan y Thatcher dieron otra vuelta de turca, estableciendo un contubernio entre los empresarios (capitalistas) y los políticos (gestores públicos). La caída del muro y de la URSS hizo que Fukuyama propusiera el fin de la historia puesto que solo una ideología sobrevivía: el liberalismo, convertido en ultraliberalismo. Al contubernio con los poderes fácticos se añadió la desigualdad asumida como natural, tal como Stiglitz (Nobel de economía) lo explicó. En esta situación la única libertad es la de empresa (de la gran empresa. La pequeña -y los autónomos- son equiparables a simples trabajadores) y todo lo demás es la jungla, el dominio del más fuerte… y lo más fuerte era el contubernio del capital y el poder político (que pronto se amplió al poder gestor económico y financiero) siempre lindando con la corrupción. Confundir la liberalidad política con la libertad es fácil si eres inculto, no tienes ni idea de que es la libertad (lo confundes con hacer lo que te de la gana) y si eres populista, demagogo y posiblemente sicópata.

 

Para Diaz -a juzgar por lo que ella misma ha ido desgranando- la libertad es no depender del poder central (“Madrid es España dentro de España”), es proclamar toda una declaración de independentismo (independiente de un gobierno central… ilegítimo, no lo olvidemos), ni histórico, ni geográfico, ni tradicional, ni idiomático, sino económico, político-de-boquilla y -sobre todo- fáctico, sin declaración de independencia alguna (en un país en el que la declaración se paga con la cárcel) como corresponde a un partido que ha denostado siempre los independentismos, por rompe-Españas. Libertad es abrir la hostelería cuando los demás piensan que hay que cerrarla. Libertad es tomar cañas con los amigos. Libertad es poder irte (libertad ambulatoria) a la playa o a la montaña, hacer vacaciones, por muchos muertos que se produzcan. Libertad es no cruzarte con el ex por la calle. Libertad a la madrileña (esto también es defensa de la identidad independiente de Madrid). Libertad es lo contrario del socialismo y el comunismo. Libertad se escribe con la “A” deforme de “Ayuso” (se refiere a la Diaz). Libertad es que los políticos (ella, en este caso) puedan recibir prebendas como el uso y disfrute de dos apartamentos de lujo por parte de un empresario. Libertad es insultar a tus oponentes y ningunear su sufrimiento, si sufren amenazas. Libertad es engañar, intoxicar y embaucar a los ciudadanos. Libertad es manipular a los jueces en tu favor. Libertad es convertirse en el burdel alcohólico de Europa. Libertad es inaugurar un hospital sin personal… que dios proveerá. Libertad es optar por la ultraderecha incluso en contra de la decisión del jefe de tu partido. Libertad es -en fin- tomar bocadillos de calamares sin observar las más mínimas normas de prevención contra la Covid.

 

Ante tal vaciedad de la palabra, debemos mirar su reverso: la falta de libertad. Libertad no es tener una sanidad pública universal. Libertad no es poder acceder a un piso (derecho constitucional) a un precio razonable. Libertad no es que te deriven a un hospital si coges la covid en una residencia de ancianos.  Libertad no es que el sistema fiscal sea progresivo y universal. Libertad no es que la inversión en sanidad sea proporcional al PIB de la comunidad. Os parecerá que me olvido miles de acepciones pero teniendo en cuenta que cito de memoria, hasta a mí me sorprende que retenga en la memoria tantísimos sin-sentidos. Podéis añadir todos los que me he olvidado y que demuestran que Diaz es: 1) inculta políticamente, 2) artera. 3) populista, 4) independentista, 5) probablemente sicópata (como argumenté en un blog anterior) y que seguramente odia su propia imagen a juzgar por como la castiga. La libertad, es finalmente, votar por quien te de la gana, o sea que: ¡a ello¡ ¡De Madrid, al infierno!

 

Postdata: lamentamos que le hayan mandado unas balas, aunque sabemos que esas chorradas a usted no le afectan, porque -en su perspicacia- las asocia con estrategias electorales. Probablemente usted lo entiende como libertad.

 

El desgarrado. Abril 2021.




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