» 09-05-2021 |
Iglesias (Podemos) nació del 15-M: el movimiento de los indignados. Ya hice un análisis (de la mano de Ranciére) sobre las otras izquierdas (“Lecciones de política alternativa: la ocupación de las plazas): gente de izquierdas que no comulga con la gestión de la izquierda. Y si no comulga es porque no conectan ideológicamente o quizás simplemente en la gestión. ¿Por qué Iglesias, que venía del movimiento de los indignados, no ha conectado con amplios sectores de la izquierda? Porque enseguida se alineó con el comunismo más clásico. En eso consiste su desencuentro con Errejón que lee mucho mejor el movimiento de los indignados: no quieren el comunismo, quieren una transversalidad que consiste en deshacerse del dogmatismo sin perder un progresismo que contempla: el feminismo, la ecología, la altersexualidad, el animalismo, la educación no dogmática, etc. Y con ello no quiero decir que Iglesias no militara en todos esos frentes, simplemente consideró prioritaria la verticalidad del esquema derecha-izquierda. Su divergencia en el saludo, al final, se convirtió en diferencia ideológica. Iglesias decidió unirse a los comunistas de Garzón (IU) y eso no era lo que los indignados o Errejón querían.
Perder a Errejón fue perder a un aliado mucho más leal de lo que resultaron ser las mareas. Los individualismo (anejos a los indignados) pronto trataron de separarse de un líder carismático que, como todos, tenía ribetes autoritarios. La emoción inicial ante una nueva formación que prometía una nueva política (la lucha contra la casta) se estrello con un stablishman que no estaba dispuesto a que unos parvenues les disputaran los privilegios. La campaña mediática fue virulenta, en el caso de Inda incluso delictiva. No ayudó el discurso mitinero y las frases altisonantes. Arremeter contra la casta, contra la Constitución, contra la transición, contra los poderes fácticos, contra los métodos establecidos (“…por asalto”) fue pasto de sus enemigos que lo convirtieron en bandera contra la radicalidad que suponía apoyar a los catalanes, a los desheredados, a los emigrantes, a las mujeres y a la ecología. Los medios alineados consiguieron su propósito siniestro y la ciudadanía entendió que Iglesias era el demonio. En ese punto Iglesias solo podía darse el pase.
Su alianza con Carmena no fue más fructífera porque hubo exceso de ambición por parte de UP, lo que acabó espantando a la alcaldesa. No se supo explotar el triunfo y respetar a los aliados. Las mareas se fueron perdiendo y pronto los votos de UP fueron los mismos que tenía el PC en sus tiempos. Todos sus magníficos logros desde la democracia interna asamblearia hasta la transparencia fueron oscurecidas por la presión mediática a la que no se supo responder. Consiguió coaligarse con el PSOE y entrar en el gobierno pero antes había cometido arrogancias como exigir puestos en el gobierno que la oposición convirtió en poltronismo. Su labor en ese cometido en el gobierno, ha sido magnífico (¿alguien se puede imaginar que hubiera sido este gobierno en alianza con ciudadanos?) Pero de nuevo fuiste demasiado ambicioso y tuviste enfrentamientos -necesarios pero innecesarios- que desgastaban tu imagen con la colaboración de la reacción mediática.
Y aquí empieza tu momento más glorioso como estadista: decides irte del gobierno para defender tu partido que ves en peligro en las elecciones de Madrid, con un partido socialista que no se esperaba -ni de coña- que se convocaran elecciones y que les pilló en bragas. Aún así no te vas sin antes señalar a tu sucesora en un rasgo más de soberbia de las que hasta tus correligionarios ya tenían suficiente. Consigues salvar el partido, pero García-Errejón (en un discreto segundo plano), se hace con la oposición por encima del PSOE. El triunfo de Garcia-Errejón indica que Carmena tenía razón y la etiqueta comunista era innecesaria. Y a continuación -en la propia noche electoral- anuncias tu retirada de la política. Tu lectura es impecable: estás amortizado. Tu presencia solo complica las cosas. Errejón te ha ganado. Hay que dar paso a las mujeres. Se ha acabado una época. Para un político institucional eso significaría que empieza una era dorada de sopa boba, pero para las moscas cojoneras solo se puede volver al puesto de trabajo, quizás escribir y dar conferencias, pero nada más. Los enemigos del sistema son parias.
Has hecho una campaña clásica pero ineficaz (para conseguir un gran resultado). No has sabido ver que el trumpismo de Diaz (como no lo había sabido ver nadie) eran los nuevos tiempos de la política y que la pava es más peligrosa que el virus. Como polítólogo has fracasado y eso lleva a pensar que, en el fragor de la batalla, los árboles no te dejan ver el bosque. Y -pienso- que si algo no te puedes permitir, es cagarla en lo que más quieres: la teoría política. Seguramente todo esto te sonará a crítica (que lo es) pero no es solo eso. Llenaste de esperanza a muchos de nosotros, los que esperamos que alguna vez esto tiene que cambiar. Tu oposición (la que te han hecho) ha sido feroz y efectiva como suelen ser todas las campañas de la derecha. Te ha faltado mano izquierda (aunque parezca paradójico) pero lo que no se puede decir es que no hayas intentado que este mundo fuera mejor y eso no se puede decir de muchos políticos y quizás, solo, de unos pocos. ¡Gracias y hasta siempre…camarada!
El desgarrado. Mayo 2021.