» 01-07-2021

La 14-120 Legislatura. Conservadores y progresistas.

La única argumentación que el PP y VOX han dirigido al PSOE y UP por el asunto de los indultos que se sostiene (el resto son mentiras desde la ilegalidad de hacerlos contra el informe del tribunal sentenciador al de los fiscales, del propio indulto o la ilegitimidad del gobierno del PSOE por haber sido apoyado por partidos constitucionales, herederos de antiguas formaciones terroristas, o la radicalidad desvirtuante de UP) es que Sánchez cambió de opinión entre la campaña electoral y ahora mismo. Es cierto: Sánchez cambió de opinión. La pregunta es ¿Las palabras de los políticos son vinculantes contra viento y marea o deben adaptarse a los tiempos? Es la diferencia que existe entre conservadores y progresistas. Los conservadores (que no quieren que nada cambie) se encadenan a sus palabras. Los progresistas que pretenden adaptarse a los tiempos cambiantes, progresan en sus ideas y cambian en sus palabras. Menos en los programas electorales en los que hay que prometer el oro y el moro con tal de obtener poltronas y después… después ya veremos.

 

Porque los liberales (aunque hayan desenterrado la palabra libertad que solo figura en su ideario en el aspecto económico) son en realidad el contubernio histórico entre liberales económicos y conservadores recalcitrantes. Dijo Platon que la legitimación del poder se asienta en la sangre (monarquía, aristocracia), la fuerza (oligarquía, dictadura) y el saber (el conocimiento ilustrado, la filosofía). Añadió la democracia (la soberanía del pueblo), pero no como legitimación racional sino como evidencia histórica. La democracia ateniense (con todas sus limitaciones), ya estaba ahí. De hecho la democracia no es una legitimación que proceda de la sangre (o de Dios), de la fuerza o del saber. No es una legitimación sino un argumento: el argumento que esgrime una facción contra otra para arrebatarle el poder: La dictadura o la oligarquía (singularmente la burguesía)… a la monarquía o la aristocracia; el saber ilustrado o la filosofía… a las dos primeras. Las democracias modernas… frente a las tres anteriores. Nunca ninguna facción tuvo ni remotamente la intención de entregar el poder al pueblo. Solo argumentaba un título legitimante frente a la sangre, la gracia divina, la fuerza o el saber. Porque oponerse a Dios requería algo grande: el pueblo.

 

Congelar el título legitimante es vital y eso es el conservadurismo: detentar el poder sin posibilidad de cambio. Pero eso requiere fingir. Como decía Lampedusa: “Todo debe cambiar para que todo permanezca como está”, el cambio como pantomima del conservadurismo. Es este un argumento ontológico: la fijeza del ser, la imposibilidad del cambio, del devenir, del progreso. El argumento de las fuerzas progresistas es el cambio frente a las cambiantes circunstancias históricas. El progresismo es devenir, cambio, progreso. Y así se fijan las posiciones de ambos bandos: conservadores-liberales y progresistas-socialistas. Por eso los liberales-conservadores dan tanta importancia a que las posiciones sean inamovibles (por eso no quieren cambiar la Constitución), por eso se oponen a la leyes que aumentan las libertades individuales (Divorcio, aborto, matrimonio amplio, ley de memoria, eutanasia…). Pero hay otro aspecto en el que los conservadores se aferran al inmovilismo y que responde al aforismo de “mantenella y no enmendalla”: evitar la imagen de volubilidad, de indecisión. La firmeza (al modo militar) es garantía de seguridad. Lo que en la ley, es así (la seguridad jurídica) pero que no tiene nada que ver con el empecinamiento y la cerrazón.

 

Naturalmente los conservadores quieren el aura de modernidad y eficacia que discurre con el progresismo, pero sin sus “defectos”, y así defienden que son tan o más progresistas que los mismos progresistas, pero de boquilla. La realidad es que están anclados en los privilegios y en las prebendas de su clase. Por su parte los progresistas envidian la firmeza y la seguridad de los conservadores y temen la acusación de indecisión y volubilidad. Y en eso estamos. Ambas facciones son conservadoras para unas cosas y progresistas para otras… como si eso pudiera ser. No hay que atender a las palabras de los políticos sino a sus obras. Son las obras las que nos dictan su talante de conservadores o progresistas. Pero además, debemos atenernos a que la política es acción y no reflexión, o planeamiento. Y somos nosotros los que tenemos que decidir si queremos aferrarnos a lo que hay, o queremos un mundo mejor. El avance de la desigualdad que patrocinan los liberales (Un aumento del 10% de los millonarios tras la crisis, con un paralelo aumento del 20% de hogares en el umbral de la pobreza) es suficientemente explicativo. Los conservadores quieren conservar el poder y los privilegios, pero quieren aumentar su riqueza a costa de los demás.

 

Pero no todos los caminos conducen a Roma. El conservadurismo a ultranza conduce a que los oprimidos se rebelen. El capitalismo lo entendió a la perfección y dio cancha para que los obreros se convirtieran en consumidores. ¿De qué sirve oprimir a los obreros para que fabriquen bienes de consumo si luego solo unos pocos los pueden comprar? Aumentar el rango de consumidores implica darles los medios de consumir: el dinero. Se estableció un equilibrio al que se llamó estado del bienestar. Los conservadores querrían a todos los obreros muertos pero ¿Quién haría los trabajos que nadie quiere hacer? ¿Quien consumiría los bienes que esos mismos obreros producen en circunstancias de semiesclavitud? La solución fue la inmigración: la competencia baja el precio y la inmigración aumenta el número de consumidores. ¿Y que hacemos cuando se produce una crisis? Echarlos del país y echarles la culpa de lo que pasa. Pero ¿por qué se producen las crisis? Nos dicen que por circunstancias geopolíticas eventuales. No es cierto, son circunstancias estructurales, en especial: la deuda.

 

La deuda es la manera de multiplicar la economía sin multiplicar la producción. Si puedes gastar lo que ganarás el año que viene (en el caso de una vivienda lo que ganarás dentro de 30 años), es evidente que eres más rico. Pero es una pirámide. Tarde o temprano tendrás que pagar. Si la economía funciona, no hay problema, pero si cualquier circunstancia la entorpece, los acreedores (los que te han prestado el dinero) se acojonan y reclaman los créditos. Eso es la crisis. No el producto de las circunstancias (guerras, subida del petróleo, cambios en los tipos de cambio, ingeniería financiera, pandemias…) sino el producto de un sistema estructural, que es la deuda. ¿Por qué los gobiernos adoran la deuda? La deuda multiplica por cuatro el capital circulante, es decir la riqueza. La deuda es riqueza… eventual. ¿Qué puede encandilar más a un político sino multiplicar por cuatro la riqueza sin haber mejorado ni un ápice la producción? Somos ricos ficticios y eso se paga en las crisis. Las crisis podrían no existir (los acreedores saben que las aguas volverán a su curso y el dinero a sus bolsillos) pero sus efectos son enormemente beneficiosos para sus intereses. Los salarios bajan, los obreros se acojonan, las prestaciones se reducen. Es lo que llamamos los recortes “necesarios”. Para ellos, aplicarlos, es de extrema necesidad; restablecerlos, es contingente.

 

Podéis pensar que este es el sistema del capitalismo y no del conservadurismo. Con la caída del muro de Berlín (1989) y del imperio soviético (con la consiguiente capitalización de todos los bienes comunitarios) Fukuyama decretó el fin de las ideologías: solo el capitalismo existe, solo él es viable. Con el ultraliberalismo (el contubernio de los políticos con los empresarios: el capitalismo de gestión) los conservadores ceden parte de su pastel a los gestores (políticos, CEO de sociedades anónimas, financieros) y eso conduce a la corrupción generalizada mundial de los sistemas democráticos (en los otros no hacía falta). Resumamos ¿qué es un conservador (o un liberal-conservador). Quien ha adoptado el capitalismo de gestión para aumentar la desigualdad, acabar con la clase media y abolir el proletariado obrero en beneficio de la robótica. Lo que pretenden es, ni más ni menos, que la desaparición de la case obrera y de la clase media. Son genocidas. El nazismo y el comunismo de estado solo fueron la patada a seguir. Porque el capitalismo es democrático, es decir manipula la democracia desde la “legalidad”.

 

Pero ¿qué hacen los progresistas? Los partidos de estado como el PSOE… nada. La O de sus siglas les viene ancha. Ellos están para gobernar de acuerdo a las leyes del mercado (¡no fuera a ser que les confundieran con bolcheviques!) Los partidos a la izquierda tratan de mejorar las cosas pero sin perder de vista sus privilegios y sus prebendas. Sánchez ha mezclado ambas tendencias en su Gobierno (hay que contentar a todos): la economía es ultraliberal y lo social es socialista. Es decir se ha buscado enemigos en un lado y en el otro. El problema es que las sensibilidades de izquierda han perdido la fe, y sin fe no se ganan elecciones. Iglesias no ha sido capaz de devolvérsela y se ha ido aceptando su derrota. Deja su partido en manos de las mujeres (el 50% de los votos), del feminismo, pero la cosa no es fácil. El feminismo está dividido y el pensamiento femenino, también.Si alguna vez alguien pudiera unificarlas, el futuro sería otro. Solo hay un defecto: el pensamiento femenino es conservador (por eso se las permitió votar) y sin embargo son las grandes damnificadas del pensamiento conservador. La solución… ¿mañana?

 

El desgarrado. Julio 2021.

 




Published comments

    Add your comment


    I accept the terms and conditions of this web site