» 21-01-2022

La 14-139 Legislatura. El rey como influencer.

Se suscita el debate si las noticias sobre el noviazgo de Urdangarin son noticia de telediario o debería limitarse a las “noticias” del corazón. Es evidente que las noticias no solo son política sino que se extienden a las catástrofes meteorológicas o humanitarias, la cultura, los deportes, la ciencia, el obituario, los tribunales, etc. También es evidente que la paulatina desafección de los ciudadanos por la política hace que estas noticias sean cada vez más breves en beneficio de noticias que antaño no aparecían en los telediarios, como los récord Guinnes, las notas de sociedad, los actos extraordinarios de los descerebrados (desde la escalada de edificios hasta el vuelo sin motor entre montañas, o la travesía del atlántico en tonel), etc.  El tema tiene suficientes aristas como para que hablemos de él.

 

Para un periodista la noticia es lo extraordinario, lo inesperado, que el hombre muerda al perro. No importa la categoría de la noticia, lo que importa es la primicia y la novedad (news significa nuevo). Ese afán incide en la política de tal manera que una crisis no es tal hasta que los medios lo dictaminan. En nombre del derecho a informar, se acosa a ciudadanos (como el hijo de Urdangarin) con tal de obtener los primeros balbuceos que de ningún modo se pueden llamar noticias. Muchos periodistas acosan incluso a los políticos con tal de obtener el titular que les distinga de los demás plumíferos. Naturalmente los políticos aprenden a no contestar sin que se nieguen a ello y entonces se producen las respuestas eternas y vacías… lo que en vez de ser de interés se convierte en tedioso y escasamente periodístico. Encontrarnos, cada dos por tres, a alguien que “ha venido a hablar de su libro” (Umbral) a presentar su disco o hablarnos de su participación en cualquier evento, es tan habitual que si no presentan algo pensamos ¿a qué ha venido? (“La resistencia”)

 

La monarquía es sujeto privilegiado de la prensa rosa. El monarca (y su familia) son políticos sin política, sin responsabilidad en ninguna de sus intervenciones políticas, lo que los relega a esa prensa sectorial del corazón. Desde luego tienen un valor simbólico que no es despreciable. Mienten sin mentir pues no está legitimados para anunciar nada (como en el mensaje de Navidad). Este ha sido el destino natural de las monarquías absolutas convertidas en monarquías parlamentarias. Esa situación de irresponsabilidad y de simbolismo (con la posibilidad de una prevalencia social de múltiples relaciones importantes) les condujeron al tráfico de influencias como medio de mejorar sus ingresos. Ha pasado en todas las monarquías parlamentarias. En España lo sabemos bien, en una situación agravada por un pacto de silencio entre periodistas, que tuvo el efecto Red Bull para el emérito. En definitiva la monarquía se sitúa entre la prensa rosa (por su irresponsabilidad) y las noticias políticas (por su representatividad social). Desgraciadamente también optan por las noticias de tribunales, ecológicas y de la más negra de las prensas rosas. Si no gobiernan solo pueden ser entendidos como influencers. Quizás así se alejarían de la mediación seudo-política corrupta.

 

Quizás ya es hora de que pongamos a la monarquía en su sitio: la prensa del corazón. Si bien tienen un valor representativo es evidente que no tienen ningún valor político… excepto cuando se lo conceden los propios políticos fraudulentamente, para descargarse de sus propios actos (Diaz Ayuso) en el caso de los indultos de los separatistas catalanes que si bien firmaba el rey lo hacía por obligación constitucional sin ningún margen de maniobra. La mohines nos regaló uno más de sus gestos vacíos. Claro que también los podríamos mandar a su casa y optar por la república. De esta manera nos ahorraríamos estos problemas protocolario-periodísticos. Los reyes lucen más en el papel couché de las revistas del corazón que en las noticias de tribunales o exhibiendo sus miserias amorosas en los telediarios. Claro que también se pueden hacer influencers. ¿O, no?

 

El desgarrado. Enero 2022.

 




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