» 20-07-2023

La 14-169-2 Legislatura. Terrorismo político. Razón y emoción en las campañas electorales 2ª parte: el fascismo.

La 14-169-2 Legislatura. Terrorismo político. Razón y emoción en las campañas electorales 2ª parte: el fascismo.

 

Acabamos la entrega anterior con la afirmación de que el terrorismo partidista manipula las elecciones y que a esa posición solo se le puede llamar fascismo. Repasemos algunas de las ideas sobre ese fascismo que asola Europa. Habermas -en la reflexión que siguió a la segunda guerra mundial- caracterizó al fascismo por: 1) el análisis sesgado de la realidad (¡hay un problema y nosotros lo vamos a solucionar!), 2) la patria indivisible y eterna como sujeto político que sustituye al pueblo (demos) al modo de la religión y que excluye violentamente al extranjero, al extraño, al otro, 3) la violencia política y policial (el estado perpetuo de guerra como solucionador de problemas), 4) el pragmatismo (el fin justifica los medios) y 5) el coraje (resurrección de los antiguos “valores” del machismo, la fuerza bruta, la insensatez, la irracionalidad).

 

Pero desde la caída de los totalitarismos fascistas (alemán, italiano, español, japonés) artífices de la -por ahora- última guerra mundial (50 millones de muertos), el fascismo ha seguido evolucionando en un lavado de cara que simula la participación en el juego democrático. El coraje ya no es la imposición confesa de sus posiciones (¡soy el novio de la muerte!), aunque no se privan de caracterizar al PP como: “la derechita cobarde”. Al modo lampedusiano: “Todo tiene que cambiar para que todo siga igual”… y en primer lugar, de nombre. El aborto y la eutanasia son asesinatos; la inmigración, invasión roba-empleos; la violencia machista, violencia doméstica; el cambio climático, evolución natural; la raza, blanca; el género, sexo; la homosexualidad, el transgénero, la bisexualidad y todos los altergéneros en general, perversiones; el matrimonio, exclusivo y excluyente; la desigualdad un designio divino; el paramilitarismo una exigencia de los tiempos (El yunque, Guerrilleros de Cristo rey, Abogados cristianos, Manos unidas, Orden de Malta). Los derechos de las minorías son: los derechos de los cornudos (a los que las pérfidas mujeres quieren arrebatar su sagrado derecho a la paternidad), los taurinos, los cazadores, los camioneros anarquistas, los contaminadores, los extractores ilegales de aguas, los ultras (católicos, franquistas/falangistas, montanos, género…); la política es la continuación de la guerra por otros medios; Europa es la pérdida de la soberanía nacional y por tanto de la patria; etc. Lo de la dictadura del partido único, el sindicato único, la religión única, el género único, se lo callan pero lo apoyan subrepticiamente desautorizando la memoria histórica, la exhumación de Franco y adláteres, negando la realidad histórica del nazismo y el fascismo asesinos, no condenando la violencia de género, etc. 

 

Virilio también ha reflexionado sobre el fascismo. En “Velocidad y política” La marca, 2006 (1977), parte de la propia caracterización que hace de sí mismo el fascismo alemán como “… instauración de una situación colonial sobre el continente europeo al pretender subvertir en él los conjuntos sociopolíticos existentes…” (Virilio 2026, 97). “… la unidad de la civilización occidental pasa por la incorporación de la acción colonial a la vida nacional como solución para los grandes problemas que la evolución de la humanidad impondrá al mundo el día de mañana (Virilio 2026, 97). El colonialismo como redención que tan bien sirvió para cristianizar, culturizar y desbarbarizar el otro mundo será el modelo para arreglar el futuro descarriado de Occidente. Continúa con el análisis de la comparación entre el valor de los mensajes entregados y la puesta en obra necesaria para su transmisión en USA: “El medio es el mensaje” en la formulación de McLuhan. “… como en el modelo colonial antiguo la sociedad USA no hará ningún esfuerzo por integrar las etnias, las facciones en una civilización constante, en un modo de vida realmente comunitario. Esta es una de las razones del viejo racismo y de su supervivencia entre los buenos ciudadanos de la libre América” (Virilio 2026, 98). Este esquema original (el atajo patriótico norteamericano) tratará de ser aplicado por los estados totalitarios en Europa sin resultado debido a su cultura elitista (no democrática) y por la preponderancia del mensaje sobre el medio. 

 

Pero lo más significativo de esta época es la mutación del proletariado. El proletariado había arrancado en la Convención revolucionaria de 1789 como la distinción entre el proletariado militar (jóvenes) que va a la guerra y el proletariado productivo (adultos, mujeres y niños) que le subviene con la logística tras el frente. Marx y Engel no lograron discernir la figura del trabajador (y su difícil encaje metafísico) y solo en 1848 se forma la figura del proletario, en la guerra civil, en las calles de Paris. Teilhard de Chardin caracterizará la guerra -positivamente- como uno de los principales fermentos del progreso técnico y escribió que “La guerra es un fenómeno orgánico de antropogénesis…” (Virilio 2026, 101). Considerará la paz (con Tácito) como algo temible en cuya desmovilización del ejército se producirá la inmovilización en la antirrevolución-evolución. “todos se ven sobrecogidos por un deseo inmoderado por la carne sometida del proletario/soldado, esa masa poderosa de máquinas móviles” (Virilio 2026, 102), en esa metáfora excelsa que es la “conducción” de las masas. La figura revolucionaria del trabajador, no tan dibujada por el sistema industrial como por el militar, colma en suma una disparidad cinética entre guerra lenta y guerra rápida (no olvidemos que la preparación de la guerra lleva meses y hasta años y el asalto decisivo solo dura una hora, hasta algunos minutos). “… paliar la distorsión nacida de la brevedad obligatoria del asalto destructivo por una aceleración del ritmo de las agresiones” (Virilio 2026, 102). 

 

Esas mismas preocupaciones atenazarán al fascismo, convirtiéndolo en Heidegger en la “Movilización total”: el proletariado soldado en la no-guerra podrá proseguir la evolución (su tarea revolucionaria), el asalto, convertido en agresión contra la naturaleza: es la pandestrucción del mundo. En la práctica este proceso comienza a) por una especie de asistencia humanitaria a los desocupados alemanes, b) luego un servicio voluntario (servicio intelectual del trabajo, del saber y de las armas) y c) se convertirá en el desarrollo de los campos de trabajo que en 1926 reciben los primeros voluntarios: obreros, campesinos, estudiantes y que podría pasar por ejemplar, dada la necesidad acuciante de mano de obra que exigía la guerra industrial. Poner a trabajar a la población se vuelve sinónimo de su domesticación por la burocracia estatal paramilitar. La necesidad de trabajadores es regulada por la OIT desenvolviéndose entre el forcing (trabajo insoslayable), el smoting (trabajo de los penados) e incluso el trabajo obligatorio (Bulgaria 1920). De esta manera el proyecto fascista no es más que una suerte de compromiso que interviene en el conflicto que opone desde tiempo atrás a la aristocracia, la clase militar y la clase burguesa en su disputa por la posesión y control del proletariado. En 1928 el servicio de trabajo se hará obligatorio (y moral) en Alemania y en 1934 los campos de trabajo, totalmente normalizados, se convierten en campos de detención y posteriormente de concentración y de exterminio. El fascismo se hace totalitario por el desarrollo de la emoción pública del “espacio vital” organización social a la que se confiere carácter funcional por la jerarquía de la velocidad, de los cuerpos soberbios del  hombre de Asalto, Ario rubio y naturista. La excitación del récord de velocidad es el del asalto. 

 

Con la guerra total (ubicua), la movilización general, el proletariado militar toma ventaja social sobre el proletariado civil. La embriaguez del cuerpo-velocidad es total. El dandi guerrero (que sobrevive y saborea el combate)  efectúa el acoplamiento del cuerpo y las prótesis maquínicas que lo transforman en superhombre. Los kamikazes japoneses culminarán ese sueño  sinérgico que se desintegra con su arma-vehículo en la explosión final. “Ver renacer el fascismo, ese es el temor manifestado por muchos tras la revelación de los crímenes perpetrados contra la humanidad por los nazis. Sea como fuera el fascismo jamás murió, no tiene que renacer… porque representó una de las revoluciones culturales, políticas y sociales mas acabadas del Occidente dromócrata” (Virilio 2026, 105).

 

El fascismo no es un partido. Ni siquiera es una ideología (Ortega y Gasset). El fascismo es la reelaboración de nuestro pasado animal desde el punto de vista de la dominación. Solo hay que ver ese pecho velludo descubierto, esa situación ecuestre, esa mirada al futuro… para comprenderlo. Es la imagen de un guerrero, alguien que resuelve sus problemas (de liderazgo) a guantazos. Es algo visceral, basado en la fuerza bruta, en el garrotazo y tente tieso. La imposición de la voluntad propia por los medios que sean (Claussewitz sobre la guerra). El fascismo es la guerra. La guerra internacional, civil, de los sexos, de clases, absoluta, del dogma religioso, de la moral estricta, de lo antiguo, de la tradición, etc. Y ¿qué diferencia hay entre esto y la política de partidos? Ninguna… salvo algunas cosas (Rajoy), como la ideología. Y recordemos que la ideología es la continuación del parentesco por lazos no carnales (Harari). Las actitudes de los partidos en la guerra electoral son absolutamente fascistas. El tiempo real, el del rabioso presente es el único que existe para el político. Lo pasado pasado (asesinatos, tropelías, expolios, injusticias, corrupción, mentiras); lo futuro inexistente e innombrado en la ausencia de programas electorales más allá de una sarta de obviedades y vaguedades. 

 

Y sin embargo hay que votar, porque es la única opción política que nos queda, por minimizada que esté. Es nuestra única manera de intervenir en la cosa pública (si excluimos la revolución). Y porque no votar es lo mismo que votar a la lista que resulte más votada. No votar, no es un acto de individualismo, sino de gregarismo. ¡Las mayorías silenciosas nos están matando!

 

El desgarrado. Julio 2023.

 

 

 




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