» 22-10-2019 |
Los políticos no son inteligentes, son astutos, por lo que sus estrategias deberían ser apreciables (la estrategia, es la estrategia de los astutos). Sin embargo meten la pata de forma tan estrepitosa que inducen a pensar que tampoco son astutos. Vamos a analizar aquí algunas de las estrategias que han seguido los líderes de los principales partidos en los últimos tiempos.
Kim Torra-collons. Que la sentencia sería desfavorable estaba cantado. Se había adelantado que cualquier sentencia que no fuera absolutoria no era de recibo. Que Torra departía fluidamente con los radicales era del dominio público. Hubo tiempo para preparar la reacción y se preparó a conciencia. En primer lugar sorpresa e indignación. Todos los calificativos estaban preparados (y variados para que no pareciera argumentario): injusta, cruel, antidemocrática, rencorosa, vengativa, represora. Paralelamente se debían preparar cinco días de “cale borroka”, caos urbano, para aterrorizar al personal, alternando con manifestaciones pacíficas, familiares, hasta con niños. Debía insistirse sobre la violencia policial (y de ultraderecha) mientras se repetía a todas horas que los independentistas son pacíficos y democráticos “como siempre” (aquí se notaba más el argumentario). Al quinto día huelga general y al día siguiente las marchas por la independencia. Al cabo de los cinco días La diplomacia tomaba el relevo y Torra pedía hablar con Sánchez (previa condena de la violencia y apoyo a los mossos), para decirle que: si quería más… o había tenido bastante. En el delirio hasta montaron, con la connivencia de la “neutral” TV3, el numerito del collons.
Todo perfectamente calculado excepto por el hecho de que Sánchez, en plena campaña electoral, tiene prohibido acercarse a Torra, para evitar que la derechona le acuse de connivencia con los indepes. Tampoco calcularon que un periódico publicaría audios de Torra con los CDR, marcándoles el paso. Ni por supuesto que los mossos se comportarían como policía y no como policía política. Además tenía poco sentido que los radicales -si no eran indepes- pararan de pronto la violencia cuando mejor les estaba saliendo (hasta pillaron cacho en varias tiendas). La huelga general no funcionó (solo los estudiantes estuvieron a la altura) y la concentración quedó muy lejos de los mejores momentos del independentismo militante. Por último el numerito del collons desvelaba a las claras que TV3 está sesgada por mucho que cacareen los periodistas. Torra dice en el Parlament que volverá a poner las urnas y que “lo volverán a hacer”, sin informar ni a propios ni a extraños.
El domingo y el lunes se produce declaraciones de Forcadell y Vila en el sentido de que hubo precipitación y no se tuvo “empatía” con los no independentistas (eufemismo para esconder que fueron ninguneados) y que “quizás” se sintieron marginados. Era la contraofensiva de los independentistas que se sintieron horrorizados ante el espectáculo de fuego y violencia que había preparado Torra (Forcadell hasta lloró). Se levantan voces que piden su dimisión tras tratarlo de activista. En resumen: la genial estrategia de Torra ha conducido a la escisión en dos facciones del independentismo, de las que una, aunque lo niegue, usa la violencia. La imposibilidad de hablar con Sánchez. La sospecha generalizada de que se condenó la violencia tarde y con la boca pequeña. La inequívoca posición de los Mossos del lado de la legalidad instrumental y la acusación a Torra de activista y de no representar a todos los independentistas (que no representaba a todos los catalanes ya lo sabíamos). Y para colmo se levantan voces que piden que regrese Mas como un retorno a la profesionalidad de la política. A eso le llaman en Castilla hacer un pan con unas hostias. Total: elecciones (plebiscitarias) que tras el referéndum del 1-O son un retroceso aunque sea para tomar impulso, y la desaparición de Torra-collons.
Rivera también ha hecho gala de una estrategia deplorable. Convencido de que en el centro no tenia nada que rascar, lo abandonó para instalarse en la derecha y chuparle votos al PP debilitado por la aparición de VOX, tratando de dejarlo fuera de combate. Al hacerlo se olvidó de los votantes y militantes de centro que tenía, y empiezan las fugas de unos y otros. Su giro a la derecha es tan evidente que no duda en ajuntarse con la ultraderecha mientras entona la defensa de la unidad de la patria y se envuelve en la bandera. Las encuestas le advierten que, si bien por la derecha no rasca nada, ésta (y el PSOE), le están rascando los votos de centro que tenía. Decidido a no cambiar de rumbo, insiste en el tema de la unidad de España por el que compite con el PP y VOX. Todo ello le ha obligado a girar la cabeza a la izquierda del PSOE como probable compañero de cama. La aparición de otro joven, buen chico, por la izquierda tampoco le ayuda. La pérdida de cuatro puntos le obligaría a dimitir.
Iglesias dice que Sánchez le engañó pero la realidad es que se engañó él solito. Convencido de que Sánchez era de izquierdas y sin calibrar que la primera opción de éste es Rivera, se enrocó en la posición de que su formación era necesaria para el gobierno de España sin pensar que a la misma no le convenían nuevas elecciones en el proceso de caída en el que estaba inmerso y contando con la posible aparición de su hermano escindido Errejón. Se enzarzó en un juego de poltronas legítimo pero feo, que sus opositores no dudaron en utilizar como si a ellos no les volvieran locos. Sáchez, ensoberbecido por las encuestas, le llamaba su socio preferente mientras tentaba a la derechona a ver quien picaba. Resultado: perderá no menos de dos puntos que irán a parar a su exlugarteniente que si se fue de Podemos fue porque Iglesias lo ninguneó tras ganarle en Vistalegre 2, no sabiendo gestionar su victoria como les suele pasar a todos los soberbios.
Sánchez también ha pecado de soberbia y probablemente también perderá algún punto. Ha sido el que ha desplegado la estrategia más compleja pues declarar a Iglesias como socio preferente cuando no quieres gobernar con él es, cuando menos, atrevido. Sánchez quiere posiciones de estado, es decir, de derecha. En este país nadie quiere el centro ni la izquierda: todos son de derecha o de ultraderecha. Gobernar con Rivera (que lo despreció olímpicamente en la anterior legislatura) sería colocarse el el centro izquierda teórico, lo que probablemente le congratule sobremanera. Afortunadamente para él, le lleva diez puntos a la derecha con lo que será difícil que no gane las elecciones, pero con peores resultados que en las anteriores. Ya se ha dado cuenta que Errejón es competidor directo y que los piropos que le lanzó para joder a Iglesias han tenido que ser retirados precipitadamente en cuanto las encuestas los han situado a su vera y chupando. Resumiendo: la convocatoria de nuevas elecciones habrá sido un fracaso pero la nueva disposición de Rivera (huyendo de la derecha que le ha llevado al desastre) puede hacerle conseguir lo que no consiguió antes.
VOX disfrazó su ultraísmo para conseguir situarse en el Paelamento, pero en cuanto entró, se abrió la camisa y mostró su verdadera forma para horror de sus votantes. Perderá algunos puntos y se quedará en lo que la ultraderecha puede poseer en España: menos del 10%. La competencia de PP (que ha aglutinado la ultraderecha desde la desaparición de Girón y Blas Piñar) es demasiado fuerte como para que pueda pasar de esa cota y más cuando Rivera se apunta a la defensa contra el independentismo y el homenaje a la bandera.
Sin datos, Errejón es la incógnita pero puede llegar a alcanzar grupo propio (5%) lo que sería un gran éxito para él y para la izquierda. Todos menos Casado han errado la estrategia y el PP no la ha errado porque no la tiene. Los votantes del PP son la mayoría natural fascista de este país. Lo único parecido a una estrategia que han hecho es callarse respecto a la exhumación de Franco (cosa que no ha hecho VOX). Quizás estén forzando un poco su perfil de centro para ver si pillan cacho del abandono que los otros partidos han hecho de esa posición. Sin embargo tras estar comedido ante los desmanes independentistas ha sido obligado por su partido a tomar posición inequívoca, por lo que poco le ha durado la veleidad centrista. Tiene la ventaja de que en situaciones de peligro los ciudadanos se hacen conservadores y eso le favorece. Eso y los más de cien escaños que lleva perdidos desde su última mayoría rajoniana. De hecho, cuando estás en el hoyo, solo puede mejorar.
¿Estrategas? Astutillos delincuentes más preparados para robar que para conspirar. ¡País!
El desgarrado. Octubre 2019.