» 05-06-2020 |
Como sabéis el fascismo es especialmente proclive a contemplar la pureza de raza. Sus cinco puntos programáticos -tal como los recogió Habermas- son 1) todo va mal, 2) porque no somos iguales, 3) lo que solo se puede resolver por la fuerza, 4) el pragmatismo y 5) el coraje. El punto dos, el nazionalismo, es la solución quirúrgica para separar la raza elegida de las razas degeneradas. Cuando esta estrategia se aplica a la selección natural de la especie se llama eugenesia. Como si dijéramos aplicar las técnicas de la crianza selectiva de los animales domésticos… a las personas. Evidentemente una de sus manifestaciones es decidir quien se merece un tratamiento y quien debe dejarse morir. Pues bien, eso es lo que hizo la comunidad vitalicia del PP, la comunidad de Madrid, con los mayores.
Naturalmente hay que añadir otro aspecto y es que no había camas suficientes para tantos enfermos, cosa que sabemos que se produjo porque los gobiernos del PP (así como otros) recortaron en sanidad, cuando la crisis del 2008 decidió solucionar la cuestión económica por medio del recorte del estado del bienestar. Este recorte se podría haber restaurado cuando la cuestión económica mejoró, pero no. Alguien del PP decidió que no era necesario restaurar esos niveles porque había suficientes medios humanos y materiales para afrontar cualquier eventualidad. Tan sobrada estaba la sanidad que se inició una campaña de privatización (de supuesta eficiencia del servicio) para que el capital privado entrara a gozar de los beneficios de la medicina y la asistencia privada. Así las cosas la comunidad del PP de Madrid decidió aplicar un programa de eugenesia consistente en negar la asistencia a los mayores.
Fascismo cuando se aplicó un presunto pragmatismo al recortar las prestaciones sanitarias, al no restaurarlas al mejorar la situación, por privatizar los servicios para que el capital participara de las plusvalías de la privatización y el recorte. Pero fascismo al fin cuando se inició un programa de eugenesia dirigido a exterminar a los mayores mediante la negación de asistencia. Ese es el gobierno de la comunidad de Madrid: fascista… rozando el filonazismo. Fascismo no es un insulto, como parecen creer los ultraderechistas y afines cuando se retiran de las comisiones porque se sienten insultados. Fascista es un concepto que responde a una serie de condiciones que en este caso tomamos de Habermas. Fascista es ser racista, xenófobo, pragmatista (como ideología), partidario de la fuerza como solución y del coraje como impulso. Es un sistema biológicamente antiguo: la ley del más fuerte (“la dialéctica de los puños y las pistolas” de Jose Antonio), pensar con los cojones, y el pragmatismo a ultranza (el fin justifica los medios). De eso al racismo, la xenofobia y la eugenesia solo media un paso. El paso que ha dado la comunidad de Madrid actualmente dirigida por el PP, VOX y C’s.
Los fascistas han cambiado con los años. Antes el coraje les hacía presumir de su descerebramiento: se declaraban novios de la muerte y no se escondían. Por el contrario consideraban que presumir de su fuerza, de su racismo de su xenofobia era lo que les caracterizaba. Es decir han cambiado de actitud, de manifestación, pero no de pensamiento (en el caso de que pueda llamarse así). Ahora el coraje ha desaparecido. Enturbian sus argumentos envolviéndose en la bandera y erigiéndose en salvadores de la patria (su patria) y de la religión. Esconden sus verdaderas intenciones sabiendo que la actitud basta para convencer a los que siguen pensando que el hombre es superior a la mujer, la letra con sangre entra, el fin justifica los medios, el comunismo es una aberración y la religión es la ideología natural del hombre. Ahora mienten con naturalidad, utilizan datos falsos, se entregan a prácticas de manipulación de las redes sociales dirigidas a intoxicar siempre en la seguridad de que los ciudadanos hace tiempo que no escuchan a los políticos y que por tanto solo son sensibles a las atrocidades, sean verdaderas o inventadas. Y no es que los demás no utilicen esas mismas técnicas. No cabe duda de que si usadas por los fascistas no causan sorpresa es porque ya son de uso común. Son los políticos antifascistas los que han propiciado esta situación mintiendo, intoxicando y anteponiendo sus intereses a los del pueblo.
Hace dos años en España no había ultraderecha; ahora son el 30%. Es evidente que existían (algo así no se improvisa) pero estaban escondidos en las filas del PP. Cuando la situación ha sido propicia han emergido, pero el PP los sigue considerando compañeros. Incluso C’s se les “ajunta” en su particular pulso con el PP. Ya tenemos dos comunidades ultraderechistas o fascistas: Andalucía y Madrid. Pronto serán más porque cada vez son más los que piensan que solo con mano dura se pueden arreglar las cosas, con cojones, con pragmatismo. Porque lo primero es leer que las cosas van rematadamente mal y en eso se incluye la igualdad de clases y de géneros, la democracia, la sanidad universal, el estado del bienestar, la ley de extranjería, la libertad sexual, de pensamiento, de reunión, y religiosa, la asistencia, etc. Eso es lo que está en juego. Eso es lo que nos jugamos apostando por la política de los cojones, de la fuerza y del pragmatismo a ultranza. Evidentemente todo ciudadano es libre de votar a quien mejor le parezca. De hecho deberíais aprovechar porque esa libertad se acaba. Quizás sea vuestra última oportunidad. Ya se huele a Dios, a patria y a rey.
El desgarrado. Mayo 2020.