Afirman las autoridades que han sido desbordados por las manifestaciones antirracistas. Eran 3.000. En Barcelona fueron 1.000.000 y no fueron desbordados. ¿De que depende el desbordamiento? De la previsión, de la organización o de la intención política. Si es de la previsión es evidente que las autoridades son gilipollas porque lo que en el mundo está siendo multitudinario es evidente que será multitudinario en España. Si no saben organizar el control de una manifestación, mejor que se retiren porque su ineficacia es palmaria. Solo nos queda la intención política. ¿Es políticamente rentable que las manifestaciones se desborden? Deberíamos volver a la manifestación del 8M. Para la derechona esa manifestación (en la que participaron con la misma información que teníamos todos) fue una maniobra para infectar a la población (y a ellos mismos). Hasta tal punto que han presentado una querella criminal contra el gobierno. Es evidente que todas las manifestaciones son iguales: unas se desbordan y otras se desmadran. Algunas, las menos,  se controlan.

Se llama salvar el culo. Cualquier político está acuciantemente constreñido por la necesidad de salvar el culo: “yo no fui. Soy inocente”. Pase lo que pase, él (ellos) no ha sido responsable. Pero eso lleva a la posición de la o-posición: son culpables de todo, ninguna explicación es suficiente. No estamos hablando del mundo real sino del mundo onírico político. Porque los políticos viven en un mundo distinto en el que la verdad y la falsedad son igualmente posibles y coexistentes. Lo que se trasluce en el fondo de la cuestión es que la realidad no existe. Solo existe la fantasía política. Y en esa fantasía es imposible vislumbrar, qué es verdad y qué es falso. Y aquí hemos llegado al fondo de la cuestión. Se trata de que el votante sea incapaz de entender cuál es la verdad (o la mentira) y que vote con los cojones. Y en eso están de acuerdo todos los políticos: en el voto ideológico, visceral, innato. No se puede permitir que el votante juzgue, analice… cambie. De lo que se trata es del voto cautivo, del que nada tiene que ver con la razón. Un sistema electoral profundamente descerebrado. Esa es la democracia que ellos quieren: la democracia de los zombis. Y para eso intoxican a más y mejor.

También -dicen- fueron desbordados por la aparición del coronavirus. Coronavirus que habían iniciado el transito de los animales a los humanos -con más o menos estadios intermedios, ya se conocían. Sobre la gripe aviar, la porcina, el Sars, los científicos avisaron que eran toques de atención que podía eclosionar en ataques más serios. Se requería inversión para realizar estudios de investigación y estar prevenidos. No se destinaron fondos y no se hizo la investigación. También resultaron desbordados por la falta de recursos humanos (sanitarios) y materiales (desde mascarillas a test pasando por EPIs) para combatirlo. Las medidas para conseguir la necesaria distancia social también llegaron tarde produciéndose aglomeraciones en trenes y metros.

Es evidente que nuestros político son poco autocontenidos, es decir, fácilmente desbordables. Y no solo en lo relativo a los acontecimientos exteriores sino en su trato recíproco. La Álvarez se desborda con facilidad e Iglesias también,  como demostraron en sus últimos rifirrafes (que si marquesa; que si hijo de terrorista). De nuevo Iglesias dio la oportunidad a Espinosa de desbordarse llamándole golpista. La Diaz también nos mostró sus habilidades de nuevo con Iglesias, echando balones fuera con el tema de la eugenesia en las residencias de mayores. Es evidente que este tema no quiere ni que se mente. Y el último -y como no, con iglesias como protagonista- se produjo con Hernando que respondió a que le llamaran senador contestando: coletas. Está visto que lo que dice Iglesias es tomado a mal por la oposición tanto si son tratamientos: marquesa, senador como si son ecos del pasado como golpista o calificaciones jurídicas presuntas. ¡Angelitos!

El desgarrado. Junio 2020