» 12-11-2019 |
Lo que no fue posible en seis meses, ha sido posible en día y medio. PSOE y Podemos anuncian un pacto de legislatura para cuatro años en forma de gobierno de coalición con unas maneras tan galantes que más parece un matrimonio por amor que un pacto. “Acabemos nuestro enfado y volvamos al amor” decía la canción y así ha sido. Todo lo que durante meses fue insalvable hoy se ha convertido en pelillos a la mar. ¡Hay que reconocer que estos políticos son bien raros! Han aparcado el tema de los sillones hasta después de la investidura (la guerra de las poltronas). Es evidente que la situación ahora es peor que hace seis meses lo que viene a decir que quien pensó que nuevas elecciones era una buena idea se equivocó de medio a medio. Pero por otra parte una reacción tan fulminante hace pensar, que de alguna manera, esto estaba previsto.
Como sabéis, siempre he pensado que Sánchez se encontraba en una pinza entre los barones del partido (con el IBEX) y su corazón, que siempre ha estado con la militancia de base y el socialismo progresista. La propuesta de los primeros era un gobierno de coalición con C’s que este rechazó de plano en su plan de desaparecer como partido (que ahora hemos conocido). Ante la imposibilidad de esa coalición de centro parece que no hubo alternativa al veto a Podemos y hubo que repetir elecciones. No es difícil pensar que ante el resultado de las elecciones (la pérdida de siete escaños para la izquierda) Sánchez haya dicho que “hasta aquí hemos llegado” y que pacta con Podemos. Atrás quedan todas las excusas de mal pagador que supusieron el rifirrafe entre los dos líderes, y de alguna manera corroboran que la posibilidad de pacto ya estaba escrita y asimilada.
Quedaban unos flecos ya puestos sobre la mesa: la lealtad (que garantiza la coherencia del gobierno) que ya ha sido abrazada por Podemos (aunque Iglesias siempre la esgrimió) y la postergación de los sillones hasta después de la investidura. Los dos puntos demuestran que sabían como se arreglaban las dificultades que pudieran quitar el sueño. La cortesía también ha hecho acto de presencia aunque no fuera nunca un problema serio. Pero es que hay más y es lo que hace pensar que Sánchez es un gran estadista. PSOE no puede pactar con los indepes por el cordón sanitario de que hacen gala los derechistas. Pero Podemos tiene buenas relaciones con ellos por lo que puede, perfectamente, establecer los puentes necesarios para que la gobernabilidad sea un hecho. A los indepes les interesa más un gobierno progresista que uno de derechas, por lo que ciertos pactos con este gobierno articulados a través de Podemos pueden ser deseables. No es el caso de JXC, cuya política de “contra peor, mejor” es harto conocida, pero se acomoda ampliamente a los designios de ERC y Bildu. El pacto arregla de un plumazo gran parte de los problemas que se plantearon como irresolubles hace un mes.
Evidentemente la derechona se ha agarrado un cabreo de órdago. El mantra de la izquierda ireconciliable se va a la mierda y además se pierde la posibilidad de un gran pacto de legislatura con el PP que ya avanzaba Margallo en los medios esta misma mañana. El PP solo tenía que esperar a que las cosas -como era de esperar- se torcieran y entonces hacer el gran gesto, apretando todo lo posible y barriendo para casa. Todo eso se ha desvanecido. Casado a la oposición y el odiado pacto de izquierda progresista en primer plano. Tampoco a VOX le puede gustar el pacto. La sola mención de “izquierda” y Progreso” le ponen los pelos de punta. Queda la incógnita de lo que harán los restos de C’s pero que parece que virarán al centro del que nunca deberían haber salido. Desde luego el sorpasso al PP es ahora imposible y por otra parte el centro está libre. Cualquier otra decisión parece ociosa.
No será un camino de rosas. Habrá problemas y graves, pero, para empezar, los militantes de izquierdas están ufanos, lo que se notará en un apoyo prácticamente incondicional. Los apoyos de los nacionalistas se cobrarán su peaje. Vascos, catalanes, gallegos, canarios, cántabros, terolenses, etc. sacarán tajada de su apoyo, pero no flaquearán en cuestiones sociales que son las que propiciarán una repetición de la legislatura. El gran problema será Catalunya lo que no deja de ser lo que ya pasa ahora mismo. Se enfrentan a un ejercicio de pluralidad (22 partidos en el Parlamento) difícil pero no imposible. Dicen que hoy (con el gobierno de coalición) empieza la segunda transición). Una nueva era en la política española. ¡Que así sea!
El desgarrado. Noviembre 2019.