» 11-08-2020

La 14-47 Legislatura. La veleta apunta ahora a la privatización de los rastreadores.

La inefable Diaz da otra vez la campanada privatizando los nuevos rastreadores. Diaz alzó al grito al cielo cuando -durante la confinación- el gobierno central les impidió pasar de fase por, precisamente, no disponer de suficientes rastreadores. Ahora resulta que que no ha habido tiempo suficientemente para formar nuevos rastreadores y por eso se recurre a la privatización. La comunidad de Madrid tiene cuatrocientos rastreadores cuando debería tener mil doscientos. Hace dos semanas el gobierno en pleno se alzó contra el portavoz porque dijo, lo que los datos -que le había pasado la comunidad- decían. Las acusaciones fueron de calado. Los datos -como siempre incomprensibles (eso es un clásico)- no coincidían ni con los del portavoz ni con los de los ediles airados. La guerra de Diaz contra el gobierno central es una guerra partidista, destinada a desgastarlo por motivos electorales y con total desprecio por la vida de los ciudadanos. Para el recuerdo queda aquella afirmación de que las residencias de mayores dependían del gobierno central o la suite que utilizó durante su convalecencia, “prestada” por un empresario afín.

 

Hablar de las ocurrencias de Diaz es empezar y no acabar. Pero hay cosas que claman al cielo: no haber formado los rastreadores necesarios y suficientes para combatir al virus es la más importante. Es evidente que no está preparada para el cargo que ocupa. El PP prefirió su perfil de mujer atractiva (lo de las ocurrencias viene de lejos) que la de buena gestora o política preparada. No podemos olvidar que es otro de los descubrimientos rana de Aguirre. Es verdad que casi ningún político español es capaz de prever absolutamente nada. Viven al día y al estilo del fontanerito Mario, atajan los escapes sobre la marcha. Pero en el caso de Diaz siempre el desastre es mayor. Porque ella discutió con el gobierno central que tenía suficientes rastreadores para ahora decir que ni lo son ni hay tiempo para formarlos. Solución: privatizar en un estilo que ya es característico. De poco han servido las acusaciones de privatización de la sanidad que se sitúan en el origen del desastre del virus en Madrid.

 

Los políticos han olvidado cual es su función: gobernar. Y gobernar supone gestionar de la mejor manera posible. Y gestionar requiere prever, diagnosticar con presteza y aplicar las soluciones idóneas. Ellos entienden que su único problema es el culo: cómo lo salvan, como lo depositan, a poder ser vitaliciamente- en una mullida poltrona y la regla del culo: a los amigos el culo, a los enemigos por el culo y a los indiferentes la legislación vigente. Y para ello se puede mentir, intoxicar, trapichear, corromperse o despilfarrar los caudales públicos en aras de su glorioso culo. ¡Ah!. Y legislar en su propio beneficio como cuando el PSOE en ocasión de una reforma de la ley de protección de datos aprovecha para permitir que los políticos utilicen los datos de los ciudadanos, es decir, justamente lo contrario. Y todo ello con una cicatería y mezquindad que da pavor, como cuando se propuso que renunciaran a las dietas que no usaban durante las sesiones restringidas del coranvirus y se negaron (excepto Elorza). Y mientras un tercio de los españoles están en el linde de la pobreza las prebendas de los políticos crecen y crecen.

 

Estamos en manos de incompetentes interesados, pero el caso de la Diaz es inconmensurable. Al PP le interesa tener una cabeza de turco que arremeta contra el gobierno con ferocidad, en esa estrategia del desgaste que le caracteriza y que ya se ha convertido en un clásico de la deslealtad y la insidia política. Como, no permitir que se renueven los cargos del TC con la exclusiva intención de seguir teniendo el tribunal a su servicio o defender al rey emérito para no abrir el melón de los privilegios de los políticos ante los tribunales. Hasta el virus se ha dado cuenta de que el cuerpo político está podrido y por eso ha atacado. Y ha atacado por donde los políticos escupen su veneno: los salivacillos del discurso. Metáfora poética. ¡País!

 

El desgarrado. Agosto 2020.

 




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