Tras el espectáculo de las banderas llega el espectáculo de los pendones. Es evidente que no entendimos a la Diaz cuando dijo que Madrid es España dentro de España. Lo que quiso decir es que Madrid vale tanto como España por lo que hace lo que le da la gana en plan de igualdad. No hay ninguna diferencia con lo que trataba de hacer Catalunya: la independencia. Esta crisis ha mostrado que la independencia no es una situación privativa de Catalunya sino que es una aspiración de todas las autonomías. El confinamiento fue contestado por todas ellas, incluso recurriendo a la imagen del golpe de estado. Cuando el gobierno central tiró la toalla y dejó que cada autonomía tomara sus decisiones conocemos el resultado: los rebrotes generalizados y la petición de ayuda y de planes centralizados. Cuando el gobierno central les sugirió que pidieran el confinamiento de nuevo las autonomías declinaron. No quieren que les manden, quieren su independencia pero que la responsabilidad sea del gobierno central. ¿Se podía esperar otra cosa de una clase política que se ha distinguido siempre por su irresponsabilidad? Aforamientos, amnistías, indultos, legislación ad hoc, etc.

La posición de Madrid es simple: dame medios (sobretodo económicos y logísticos) que yo tomaré las decisiones que me convengan. ¡Mía es la decisión tuya es la responsabilidad! Madrid se autoproclama discriminada, como si no fuera una evidencia que tiene nueve de las diez regiones más azotadas por el virus en Europa. Como si no fueran los campeones de las privatizaciones de la sanidad. Como si no hubieran anunciado una rebaja de impuestos hace unos días cuando no se está invirtiendo ni en asistencia primaria, ni en rastreadores, ni en recursos humanos sanitarios. Madrid ha sido un despropósito desde el principio. Todo ha sido propaganda política, promesas incumplidas, decisiones erróneas… y mucho orgullo y mucha autosuficiencia. La Señora Diaz es una incapaz de tomo y lomo. Es posible que valga como consejera de propaganda pero como presidenta… es inviable.

El espectáculo de las banderas era propaganda. Diaz no estaba dispuesta a colaborar con el gobierno central. Quería un rescate encubierto en el que no se menoscabara en absoluto su presunción de eficacia. En cuanto Illa ha abierto la boca (diciendo lo que dicen todos los expertos), la tramoya se ha desbaratado. Ya la presentación fue una lección de autobombo sin sentido: ¿qué sentido tiene pedir ayuda si lo has hecho todo mayúsculamente bien? Pero lo importante es que Madrid es España dentro de España. No solo son equiparables al gobierno central sino que, además, han sido el blanco de los ataques y las discriminaciones del central. En el país del “y tú más” era imposible esperar la más mínima colaboración. Las decisiones no son acciones eficaces sino propaganda, generalmente negativa. Los ciudadanos somos daños colaterales (31.000 muertos) en una guerra partidista que es lo único que interesa a esos ganapanes que presumen de que les duele España. Esa España que resulta que se llama Madrid.

Hay quien pide la independencia por lo directo y quien exige esa independencia … ¡por que yo lo valgo! Sin embargo el PP sigue dale que te pego hablando del independentismo vasco o catalán para -por ejemplo- negarse a renovar la cúpula del poder judicial, el TS, el defensor del pueblo, o apoyar unos presupuestos que son absolutamente necesarios en una situación de una gravedad sin precedentes y conseguir la continuidad de unos presupuestos que las urnas les han negado legitimidad para continuarlos. ¡Eso también son golpes de estado! Por lo visto todo es una cuestión de nombres, semántica. Todos quieren la independencia unos de facto y otros de iure. ¿Quien es más golpista?

El desgarrado. Septiembre 2020.