» 15-12-2020

La 14-65 Legislatura. El salario mínimo.

Vivimos en la sociedad de la intoxicación dialéctico-emocional. Nadie pretende convencer sino confundir. Hemos sobrepasado la era de la razón para entrar en la era de la convicción manipulativa. La época de la pastilla dio paso a la de la inyección. La vacunación (preventiva) es predominante sobre el tratamiento paliativo. La sociedad se feminiza. Los hombres son partidarios de romper y después arreglar; las mujeres prefieren evitar los destrozos. La vacuna es femenina; el tratamiento es masculino. Hay dos maneras de prevenir el aborto: las castidad y la prevención. Hay dos maneras de solucionarlo: La píldora del día siguiente y el aborto. La primera medida es femenina. La segunda masculina. Pero solo hablamos del aborto como si fuera una unidad (divina) de la que solo el hombre puede dictaminar. Sin olvidar que el aborto es una etiología femenina. ¿qué tiene que ver esto con el salario mínimo? A eso vamos.

 

Más del 50% de la economía vive del consumo interior (lo que gastan las familias). Pero nuestro horizonte son las cifras de USA: 70% de consumo interior y 30% de consumo exterior. La exportación tiende a igualarse, a compensarse, es decir, a que se equilibren entre los países de “primer” nivel. Evidentemente siguen existiendo diferencias comparativas (históricas, colonialistas): los royalties (investigación, propiedad intelectual, etc.) y las prevalencias históricas. Pero todo eso acabará por equilibrarse. Acabaremos viviendo de nuestro propio consumo. Hace siglos el capitalismo se dio cuenta de que si los obreros no eran consumidores no había a quien vender los productos industriales. No fue por caridad o por solidaridad por lo que los obreros mejoraron de nivel de vida. En nuestra sociedad de capitalismo de gestión (en el que el peso de lo financiero ha subido de forma escandalosa, a la par que la incultura de los políticos), en una sociedad que sueña con la robótica como eliminación de los obreros, ebria de mecanismos financieros inhumanos (como las preferentes y las subordinadas, los swap y los futuros), se han olvidado del consumo (interior).

 

Su argumento es “no es el momento” que es como decir que no lo será nunca. Nadie remedió los recortes cuando la economía mejoró porque los recortes no eran circunstanciales (debido a la situación) sino estructurales (definitivos). El PSOE defiende a la derechona, como ha hecho siempre, y regula el mercado laboral desde el liberalismo. Su socio de gobierno necesita resultados para demostrar que era importante gobernar. Entre unos y otros el salario mínimo languidece. No podemos olvidar lo que significa el salario mínimo. Es el salario de la dignidad mínima vital. Una sociedad no puede explotar a sus ciudadanos, por lo que hay que poner un límite inferior que determina que no estamos en una sociedad de explotadores, esclavista. No se trata de una cuestión de economía sino de dignidad. Y no se me diga que no hay dinero: la corrupción se eleva a 80.000 millones al año; el despilfarro puede alcanzar los 200.000 millones al año; las corruptelas no bajarán de los  50.000 millones al año. El dinero está ahí. Otra cosa es que no se quiera aplicar.

 

El argumento estrella es que el SMI se opone a la creación de empleo. No conozco a ningún emprendedor que renuncie a su sueño por 50€. Porque no estamos hablando de las grandes empresas sino de las pequeñas. Las grandes tienen otros mecanismos para no pagar impuestos y para arrinconar a las pequeñas. ¡Paradojas! La patronal “protegiendo” a los desaparrados de la industria. Semejante argumento no es oponible al consumo interior antes mencionado, pero es el argumento, estúpido argumento, de la patronal y del gobierno de derechas. Mientras exista la dominación, mientras los gobiernos “liberales” destruyan a los sindicatos, mientras las crisis sean mecanismos de regularización de los mercados a la baja, mientras los desheredados de la tierra sean carne de cañón, la única posibilidad de supervivencia para la clase trabajadora será la regularización, ese regularización que si se hubiera mantenido antes de la crisis de 2008 no hubiera dado lugar a lo que dio: el desastre financiero.

 

La productividad es otra de los mantras de la patronal. ¿Donde se acaba la productividad y empieza la esclavitud laboral? Nadie ha tratado de determinarlo. Todos estamos de acuerdo que la productividad es un derecho del empresario y de la sociedad pero ¿Cual es el mínimo? Es evidente que un trabajador cabreado no es proclive a producir pero ¿por qué está cabreado? Los sindicatos se han negado siempre a que esa productividad se controlara, pero viendo ·Tiempos modernos” o cualquier filmación de una “cadena” de montaje, no es difícil de apoyar. Todo eso se arreglaba en el diálogo social entre unos y otros pero la reforma laboral de Rajoy lo suprimió. Gran idea. Ahora estamos como estamos.

 

Negar el salario mínimo es ponerle palos a las ruedas de la economía. Pero eso es habitual en el cortoplacismo empresarial: para hoy lo más barato y mañana ya veremos: Hay dos maneras de hacer negocio empresarial: producir barato o vender caro. Los empresarios optan por la primera opción. Jobs optó por la segunda (y al decir caro podría decir vender calidad, prestigio, estatus). Solo por esto la tesis ya no es infalible. ¿Son nuestro empresarios competentes? Amancio sí, pero ¿y los otros? En un país en el que los empresarios ha preferido la connivencia con el poder (mordidas incluidas) que la eficacia no podemos pensarlo. La corrupción es una medida de la ineficacia de la clase empresarial. Les salva su omerta, su disciplina cerrando filas pero desde luego no su eficacia. ¡Que gran vasallo, si tuviera un gran señor!

 

Los conflictos laborales son plenamente masculinos. Funcionan por el sistema de destrozo y posterior arreglo. Son conflictos y no acuerdos. Mientras no quitemos testosterona al mercado laboral no llegaremos a ningún sitio. Desgraciadamente las mujeres que se integren a ese circuito masculino se  identifican con el papel que se les exige. Seguramente no puede operarse de otra manera, pero es lamentable (y no solo por ver a esas mujeres testosterónicas) asistir al espectáculo de las mujeres obviando sus cualidades para el trato y el contrato. Hay un pensamiento de cuidado y prevención que puede salvar el mundo y la sociedad, pero tenemos que apoyarlo, tenemos que hacerlo creíble. Argumentos hay muchos pero un salario mileurista es denigrante para una sociedad avanzada. Incluso para una sociedad retrógrada como la nuestra. ¡Nunca será el momento. hagámoslo ya!

 

El desgarrado, Diciembre 2020.




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