» 26-12-2020 |
Acabamos un año que hubiera permitido que los políticos se lucieran en el sentido de que las adversidades dan la medida de la capacidad de los personajes. Pero no ha sido así. Los políticos han demostrado que ellos nunca están a la altura y contra peor es la situación, peor es la actuación. Llegan los primeros casos de la cepa británica a España e inmediatamente Diaz arremete contra el gobierno central para echarle la culpa de su escaso control sobre el aeropuerto. Los infectados entraron con PCR negativos y, por otra parte, los aeropuertos tienen puertas que los comunican con las comunidades autónomas. ¿por qué la comunidad de Madrid no añade controles accesorios para defender a sus ciudadanos? Yo os lo diré: porque de lo que se trata es de salvar el culo, y para nada de salvar la vida de los ciudadanos.
Esa es la primera cuestión: salvar el culo. Se trata de que ellos no sean culpables de nada, que su nombre quede al margen. Ellos no están para salvar a la población sino para salvar su culo. Esa es la prioridad y a ello se afanan. Naturalmente -dado que el desastre es insoslayable- la única solución es pasearle el muerto a otro, encontrar a un chivo expiatorio que cargue con el muerto (en este caso: miles de muertos). No es nuevo. El espectáculo lamentable de verlos echarse los trastos a la cabeza es habitual. Pero eso no resta lamentabilidad al espectáculo. Los ciudadanos sabemos que estamos solos, que lo que está en juego no es nuestra vida (que son daños colaterales) sino su culo y su poltrona. Y no solo se echan los trastos a la cabeza sino que infringen la ley creando dispositivos de imputación a los oponentes, como Villarejo, espionaje, creación de pruebas falsas (como los documentos que presentó Inda contra Podemos), e incluso procesos judiciales apócrífos).
En el otro extremo está el autobombo. De nuevo me referiré a la comunidad de Madrid por ser villa significada por la publicidad de los informativos y capital de la dispensa de impuestos. El nuevo hospital Isabel ya se ha inaugurado parcialmente (el 20%), sin pacientes, sin sanitarios, y con un presupuesto del 100% más alto que el presupuestado… por ahora. Un caso más de pelotazo urbanístico a mayor gloria de los bolsillos de los políticos y sin ningún interés para la salud de los ciudadanos, porque hacer un remedo de Ifema no tiene sentido, y no lo tiene porque el “Isabel” es un hospital capado, sin aislamiento, sin quirófanos, sin personal. ¿Que sentido tiene materializar el hospital de campaña de Ifema si no es el de extraerle plusvalías ilegítimas? En otro campo la comunidad de Madrid sacaba pecho porque su genial plan de mínimas restricciones y máximas pruebas (como si ponerse el termómetro mejorara la fiebre) había demostrado que su plan era mejor que cualquier otro. Ha durado poco. Madrid ya está entre las comunidades más afectadas después del “experimento”.
La tercera cuestión es el resultado de la economía. Ya se sabe que si se toca el bolsillo del ciudadano la cosa se resiente. Todos (he dicho todos) han querido salvar la economía incluso a costa de un cierto número de vidas. Como siempre ha sido la comunidad de Madrid la que puso cifra a cuantos muertos eran admisibles antes de “morir de hambre” (la comparación no es mía sino de algún político). Os remito al blog en el que lo comenté (”La resaca del coranavirus”: Diaz pone cifra a los muertos admisibles). No entraré en el debate de cuantas muertes son admisibles con tal de salvar los votos. Creo que ninguno, pero ellos son así y llevan 100.000 muertos (comparativos, no certificados). En USA han muerto tres veces más que en la guerra de Vietnam. En el mundo han muerto más enfermeras que en la segunda guerra mundial. ¡No está mal eh! Si esto no es una guerra se le parece mucho.
La cuarta cuestión es el partidismo. Sabemos que a los políticos solo les interesa el bien de su partido y el bien del pueblo le importa una mierda. Pero cuando los ciudadanos mueren como moscas parecería que la cosa debería cambiar. Pues no. Ahí los tienes defendiendo sus votos como jabatos. Prescindiendo de la vida de sus votantes. No se ha podido llegar a un pacto de estado para la pandemia. La oposición solo quiere que el gobierno actual se hunda para retomar el poder que le pertenece por designio divino. La oposición después de un pacto tácito inicial para no parecer desalmada se ha dedicado a poner palos en las ruedas a cualquier apoyo que pudiera favorecer al gobierno. La desescalada se produjo mal y pronto porque la oposición dejó de apoyar las prórrogas de los estados de alarma. Y azuzó a sus comunidades a que hicieran lo propio. Pero el disenso alcanzó hasta al interior del propio partido mayoritario del gobierno. En el seno del PSOE también hubo Pepitos Grillo que disintieron de las normas del gobierno para defender su “autonomía” y probablemente su disgusto por haber perdido a Susana Diaz. El partidismo es una lacra que a muchos les hace añorar el franquismo a-partidista.
Nombrar la acritud en el congreso, hoy por hoy, no es decir nada nuevo. Para la derechona estar fuera del gobierno es una anomalía contra la que se tiene que beligerar con cualquier arma. Todo vale contra el gobierno: bloquear inconstitucionalmente la renovación del CGPJ, afirmar la oposición inconstitucional de sus autonomías a la nueva ley de educación, apoyar económicamente y desde los fondos del estado a asociaciones que defienden la parte inconfesable de sus ideas desde la oposición a los altersexuales, a los defensores de Franco, pasando por los perseguidores de los delitos de “odio”. Así son ellos: hipócritas, anticonstitucionales y mentirosos y sobre todo vocingleros. Y todo eso sin nombrar las innumerables elecciones que ganaron dopados de dinero negro e ilícito. Los partidos con los que pacta el gobierno son partidos constitucionales, por rompe-Españas que les parezcan, y por mucha propaganda que hagan contra ellos para intoxicar a una ciudadanía que si no les escucha es por que están ya hartos.
Que los políticos crean que pactar es una debilidad y dialogar es una traición entra en la crispación normal de estos partidos cuyo campo de actuación es la trifulca. ¡Al enemigo ni agua… excepto para llegar a un acuerdo sobre el sueldo y las prebendas! Por todo ello quiero felicitaros las Pascuas. ¡Sois la pandilla de políticos más patéticos, corruptos, mal preparados (incluidos títulos apócrifos), ineficaces y estúpidos que haya existido jamas! Es posible que merezcáis un Guiness pero nada más. Desde luego no os merecéis repetir. Ni siquiera una mención en una lápida. La que se han ganado cien mil ciudadanos que han muerto a vuestras manos. Algo no se os puede negar: sois asesinos.
El desgarrado. Diciembre 2020.