» 27-01-2021

La 14-75 Legislatura. Los politiqueos del coranavirus. I-responsables.

La inefables Diaz continua con su campaña. Solo recojo las más llamativas porque si no solo trabajaría para ella. Sabe que la mayoría de los madrileños no saben lo que dice (no la escuchan), pero saben que sale mucho en los medio y esos es lo que cuenta. Desde que los ciudadanos desconectaron del discurso político la medida de la popularidad es la presencia en los medios. Esa es nuestra democracia de la desconfianza y de la presencia. Ella lo sabe y sale cada día. Las estupideces que dice son lo de menos: populismo; “¡yo por mis comerciantes, mato!”; defensa inveterada de los madrileños frente al poder central (aunque más central que Madrid hay poco donde escoger); ataque indiscriminado a los opositores políticos; silencio absoluto sobre sus propias deficiencias (recortes en sanidad, privatizaciones, falta de preparación, prebendas inmobiliarias como sus suntuosos apartamentos, estupideces populares como lo de los churros, ignorancia de lo que significa COVID19, mentiras sobre los recuentos, apariciones estelares en las revistas del corazón, pelotazos urbanísticos disfrados de solución hospitalaria, etc.) y así sucesivamente. Era difícil pensar que las cosas podían empeorar tras Aguirre, González y Cifuentes pero como dice Murphy, todo lo que puede empeorar, empeorará.

 

Ahora Diaz quiere que la culpa de los muertos de su gestión recaiga sobre el  Gobierno y lo hace a través de las competencias en farmacias que ella apoyó y de las que el gobierno no se hizo eco. Como ahora el gobierno si se hace eco, ella aprovecha para cargarle el mochuelo de sus muertos a los errores del gobierno. Las competencias en sanidad están transferidas (aunque los ciudadanos no se enteren) por lo que la sanidad central solo puede dar directivas o tomar el mando a través de medidas necesitadas de refrendo parlamentario (con el desgaste que ello supone). Ese refrendo se le negó al final de la primera ola porque las autonomías querían mandar (sin competencia del Gobierno) en su territorio y el PP pensó que de esa manera mejoraría su minusvalía electoral demoscópica. Las CCAA pretenden (con gran eficacia) que el Gobierno no mande nada pero que los ciudadanos crean que lo manda todo. Política de intoxicación y populismo que tarde o temprano les explotará en la cara por aquello de que las medidas de ventajistas no tardan en cundir.

 

Ese tirar la piedra y esconder la mano, es lo que han hecho los trincavacunas. Declaran solidariamente que en ningún momento fueron conscientes de que estaban haciendo algo indebido. A ver. Si hay un protocolo que aceptaron sin rechistar, ¿pensaron que un protocolo en una situación dramática es una directiva de libre cumplimiento. Son tan idiotas que no entienden lo que es un protocolo de suministro de las vacunas a la población? Más parece que están  tratando de eludir la acusación de prevaricación (tomar decisiones a sabiendas de que son contrarias al ordenamiento jurídico) dado que la excusa de que les convencieron/obligaron -si bien les puede eximir de responsabilidades políticas (por aquello de que jamás se aplican)- no les exime de las responsabilidades penales. De ahí el cambio de estrategia en vías a evitar la peor imputación. Lo mismo que hace Cifuentes con su master virtual: lo importante es evitar la acusación de falsedad documental por lo que defiende a ultranza contra todos los testigos que ella hizo, defendió y aprobó su master sin intervenir para nada en su gestión.

 

En los juicios por corrupción hemos oído a políticos de todo pelaje que ellos no sabían nada, no se enteraban de nada, y que para eso tenía subordinados que se encargaban de todo. Se lo oímos a González (el del PSOE), a Camps, a Aguirre, a Barberá, a González (el del PP) y a Rajoy, por solo nombrar a los más prominentes. ¿Eran idiotas, hacían dejación de su cargo, no estaban preparados, eran pasotas? No, eran corruptos (presuntos), pero más vale pasar por idiota que por delincuente. Existe otra situación en la que también parecen idiotas: cuando un periodista les hace una pregunta directa y ellos contestan con una arenga, un mitin o un argumentario aprendido, cuando no se salen por los Cerros de Úbeda. Son demasiadas situaciones de idiotismo como para que sean de recibo. Quizás debiera decir presunto idiotismo, pero como el idiotismo es un término médico y no me refiero exactamente a él, pienso que lo correcto es dejarlo así.

 

Siempre me he quejado que entre sus numerosas prebendas gocen de la de no tener estudios reglados normativos para dirigir la nación, estén exentos de colegiación y no estén sujetos a código alguno deontológico gremial a la manera de otros profesionales. No solo es una prebenda. Es la excusa perfecta para ser idiotas, no enterarse de nada, que sus subordinados se la peguen y no entiendan las preguntas sencillas que les hacen los periodistas. Y sin embargo se pasan la vida dando lecciones a sus colegas, mostrándoles el camino (normalmente a la dimisión, verbo que solo se declina en imperativo y nunca en pasiva) y salvando a la patria, a los fetos, y a las almas impúberes de las garras del diablo. Eso y legislando continuamente sobre sus propias obligaciones de manera harto condescendiente. Tan tontos y tan listos, corriendo el peligro de parecer tonto, diría que es una estrategia. ¿O, no?

 

Todo se resume en una premisa insoslayable: la i-responsabilidad. Se trata de robar, despilfarrar, acogerse a todas las prebendas, a todas las corruptelas y jamás responder ni política ni jurídicamente de ello. Naturalmente el que siembra vientos recoge tempestades y los ciudadanos han entendido que lo que es bueno para los políticos también es bueno para ellos (la función ejemplarizante). Y para evitarlo se pasan la vida hablando de la responsabilidad de los demás y señaladamente de la de los ciudadanos. Los ciudadanos roban a la SS, a Hacienda, a la Nación y al propio pueblo. Y es por ellos que las cosas no funcionan. Viven por encima de sus posibilidades cuando los políticos están en la miseria e invierten para obtener beneficios codiciosamente mientras los banqueros sufren las crisis en sus bolsillos. ¡Tanto hace de chivo expiatorio acabaremos berrando!

 

Evidentemente el virus ya estaría doblegado si los ciudadanos no se corrieran las juergas que se corren “sin mascarilla y sin distancia social”… lo que evita hablar de las privatizaciones, los recortes y la incapacidad de gestión. ¡Qué conveniente! Y así y aquí, cerramos el círculo: por eso los políticos trincan  vacunas con desprecio a la vida de los más afectados y sin respeto alguno al ordenamiento sanitario en vigor. “¡Porque a i-rrsponsables no nos gana nadie. Nosotros lo inventamos y no permitiremos que nadie nos pase la mano por la cara!”. Y ahora id y pedidles que se acometa la inviolabilidad del rey. Para que inmediatamente algunos “energúmenos” traten de ampliarla a la de todos los políticos (legislación ad hoc, aforamientos, indultos, amnistías, prescripciones, caducidad y por supuesto: hacerse el tonto). Dominación, prebendas, jerarquía de las inteligencias, i-responsabilidad. Esos son los problemas y la solución no son los políticos. No. Ellos son el problema. Y así nos va. ¡Sírvanse de vacunas Señorías! ¡Ya no va de ahí! En su estupidez es evidente que no son capaces de darse cuenta de que lo que hacen no es normal, ni de buena fe, ni ignoran lo que hacen. ¡Angelitos!

 

El desgarrado. Enero 2021.




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