» 31-01-2022 |
Es un argumento que el PP repite y el PSOE secunda: el trato que se está dando al emérito es injusto porque no atiende al enorme papel que Juancar ha protagonizado en España y en la democracia postfranquista. De entrada olvidan lo que significa el Estado de derecho: todos los españoles somos iguales ante la ley, es decir nadie está excluido de pagar por sus delitos. Y negar el estado de Derecho es ser anticonstitucional, tanto como los que quieren independizarse. Ya la monarquía tuvo con la democracia un trato de favor -en el postfranquismo primero- por parte de políticos y periodistas que deberíamos analizar si queremos saber la realidad de nuestro pasado reciente. Hay como un sentimiento de que si criticamos a Franco (el dictador) no podemos criticar a la monarquía, como si aunar ambas críticas fueran anarquía.
La dictadura no suele ser hereditaria. Por ello dictadura y dictador son elementos equiparables. No ocurre lo mismo con la monarquía hereditaria: puede haber buenos y malos reyes. Parece que para, criticar la dictadura y la monarquía es incompatible. Se puede ser monárquico y criticar a un rey, como se puede ser republicano y aceptar a un rey en aplicación de la realpolitik. Las conductas no son compensables. Los delitos no se compensan con buenas obras, campechanía o mordidas. Los delitos se juzgan, se sentencian, se penan y se cumplen esas penas. En otro caso, no se trata de Estado de derecho sino otra cosa: el Estado de la dominación, del nepotismo y de la desigualdad. El Estado que quiere el PP y probablemente (pero no tanto) el PSOE.
No es difícil entender -más allá de la realpolitik- porque Aznar y el PP (y parte del PSOE) defienden al rey emérito. Los políticos no tienen otra, que ser comprensivos con la corrupción: no saben cuando les va a tocar. Así las cosas la idea de la compensación de delitos y logros es muy golosa. La perfección sería que por cada logro tuvieran derecho a un delito. En un sistema así, robar sería más fácil, aunque el actual sistema en que se penan los delitos, pero no se les obliga a devolver lo defraudado, se empieza a parecer bastante. Recuerdo que cuando un periodista cuestionó a Felipe González por aceptar un puesto en un Consejo de Administración de una empresa privada, éste contestó airado, defendiendo que con lo que había hecho por España era lo mínimo que se merecía. O Pujol enunciando la metáfora del árbol agitado o el ventilador y la mierda: habrá para todos… por lo que lo mejor es tapar las vergüenzas de los compañeros. La omertá cumple también con su papel.
Antes que cualquier otra cosa los políticos quieren ser irresponsables y -para su envidia- el emérito (los reyes) son constitucionalmente irresponsables. Los políticos deben conseguir la irresponsabilidad a través de las leyes que se autootorgan. Y en su defecto tienen que volver a delinquir para evitar la sentencia. Ahí tenéis a Casado y el PP que desobedecen el mandato constitucional de renovar los jueces de CGPJ para poder mantener una superioridad (en la actualidad, no salida de las urnas) que le permita evitar los juicios políticos adversos. En una palabra: para salvar el culo. Y van tres años. Aznar sigue negando que hubiera armas de destrucción masiva en Irak, cuando sus compinches ya lo han reconocido o que no fuera ETA la autora del atentado de Atocha. Los políticos no cometen errores y cuando lo hacen, lo niegan con denuedo. Para un político hacer las cosas bien es ocultar y negar que se han hecho mal… rematadamente mal. Ellos son así… pero no dan puntada sin hilo.
El desgarrado. Enero 2022.