» 07-04-2024

La condición humana 3-3. Evolución 3. Los fallos de la selección natural.

La selección natural es un mecanismo de prueba y error operado por el acceso a la reproducción: cualquier modificación genética (recombinación, mutación, coopoeración, epigénesis, etc.) que suponga una ventaja evolutiva alcanzará la fase de reproducción y pasará a los descendientes. No hay ni planificación ni previsión de futuro (inducción) -es un mecanismo de prueba y error- pero sus resultados son “como si” pues consigue lo que  aquellas: la supervivencia del individuo y de la especie. Dado que la selección de los genes se produce exclusivamente en la reproducción, contra más complejo es el individuo más lento es el proceso. Pero el procedimiento tiene una serie de defectos que enturbian su efectividad. 

 

En primer lugar la irreversibilidad. Cualquier cambio genético positivo será seleccionado e incorporado en el acervo genético de los individuos y finalmente de la especie, pero no es un proceso reversible. Las características seleccionadas no desaparecen cuando dejan de ser útiles porque su desaparición no es una ventaja evolutiva inmediata. Esta asimetría produce una acumulación de ex-ventajas evolutivas (chatarra) que dado el principio de economías de la vida son reorientados o reestructurados para nuevos cometidos o simplemente se quedan ahí sin utilidad alguna. A veces la reorientación no se produce con ventajas obsoletas sino con modificaciones genéticas útiles, que esta manera sirven a más de una función (cuchilla de afeitar). Pero también puede ocurrir que una ventaja evolutiva -necesaria para inhibir conductas lesivas para la especie (a-sociales)- se reoriente por afinidad a objetivos no programados y contraproducentes. La solidaridad, la empatía, el altruismo, la compasión, la generosidad, etc. son mecanismos para evitar fricciones sociales en especies necesariamente sociales. Su aplicación indiscriminada conduce al buenismo, al valor absoluto de la vida, la condena absoluta de la violencia y a la moral normativa. Somos como especie (y a pesar del adoctrinamiento del cine y la literatura) incapaces de matar violentamente a uno, para salvar a muchos. 

 

Descoordinación. La evolución (la supervivencia) tiene dos aspectos: el mantenimiento de la vida y la reproducción de la misma. La primera afecta al individuo (egoísmo) mientras la segunda beneficia también a la especie (sociedad). La primera se reduce a la alimentación, la huida (en sentido amplio: ocultación, camuflaje, etc.) o la lucha, lo que supone el desarrollar armas adecuadas (agresivas y defensivas).  La segunda establece la selección de pareja la pareja más adecuada (en el caso de la reproducción sexual) por su salud y sus cualidades. Para cualquiera de estos cometidos (huir, luchar, competir) es necesario poner en juego gran cantidad de energía de modo instantáneo, de lo que se encarga la adrenalina (un mediador químico). La selección sexual es lo suficientemente especializada frente a la selección supervivencia como para que ambas se entorpezcan la una a la otra. Para la lucha la fuerza (y en general el tamaño) son tan esenciales como tener unas buenas armas. La otra lucha es por obtener pareja para lo que hay competir, atraer, destacar, etc. La extrema especialización conduce a que las ventajas evolutivas de la lucha, la huida, la alimentación, la obtención de pareja (lucha o atractivo) se entorpezcan, descoordinándose en el cometido fundamental: la supervivencia. 

 

El tamaño tiene el límite de la agilidad, la velocidad, la capacidad de volar, o de subir a los árboles, además de escapar a la proporcionalidad lineal entre tamaño de los huesos y resistencia. Las armas cornamentas, zarpas, venenos, dientes, etc. cuando sirven tanto para la supervivencia como para la obtención de pareja deben coordinarse de modo que uno de los cometidos no entorpezca el otro. Los gorilas no pueden subir a los árboles, los pavos reales no vuelan -además de caminar con dificultad- Las cornamentas de los alces son inoperantes para otra lucha que no sea la rivalidad sexual. Las diversas especializaciones requieren un equilibrio que hace que no haya estrategias absolutamente ganadoras en la evolución (tamaño, agilidad, resistencia, inteligencia…) sino dependientes del medio. 

 

La inhibición. Cuando una ventaja (singularmente la agresividad) es contraindicada para alguno de los intereses vitales, el mecanismo seguido por la evolución es la inhibición, es decir, la desconexión de determinada ventaja en los momentos en que es contraproducente. La agresión -tan necesaria para comer y luchar- está contraindicada cuando hay que procrear o cuidar de las crías. La inhibición puede ser pasiva (involuntaria): señales inhibidoras, o activa (voluntaria): pautas de apaciguamiento. A nivel genético esta inhibición se produce (por influencia del ambiente (contexto) mediante el mecanismo molecular de la epigenética. 

 

La recompensa. Cuando la empresa a acometer es claramente muy poco atractiva o de difícil conexión entre el acto y el resultado la evolución provee a ciertas ventajas de un proceso orgásmico (en sentido amplio): un plus de placer que refuerce el atractivo de ciertas conductas mediante una recompensa insoslayable. El modelo de esta recompensa es una acumulación explosiva de sensaciones nerviosas (un subidón) conectado con la gratificación hormonal (oxitocina, dopamina) o con las feromonas. Gran intensidad, en poco tiempo es la clave de este tipo de gratificación que aparte de en el sexo se encuentra, en el estornudo, la evacuación, la tos, incluso en el dolor. 

 

Inmunidad y adicción. Entre estas contradicciones entre distintas estrategias evolutivas tiene especial importancia ciertas reacciones del organismo contra sí mismo con la intención de ayudar pero con el resultado contrario. La adicción sería el primer ejemplo. Cuando se abusa de cualquier sustancia hasta producir situaciones patógenas lesivas el organismo reacciona produciendo neutralizadores específicos. Si -por la razón que sea- cesa la ingesta que ha producido la reacción, los neutralizadores aplican el principio de supervivencia y se niegan a desaparecer. Inducen entonces la presencia de los patógenos que provocaron su aparición y se produce la adicción. El sistema inmunológico tiene un comportamiento parecido esta vez dada su inespecificidad equivocan el objetivo de acción produciendo un auto ataque a partes sanas del organismo. Hay más de 80 tipos de enfermedades autoinmunes. Pueden afectar a casi cualquier parte de su cuerpo. Por ejemplo, la alopecia areata es una enfermedad autoinmune de la piel que provoca la caída del cabello. La hepatitis autoinmune afecta al hígado. En la diabetes tipo 1, el sistema inmunitario ataca al páncreas. Y en la artritis reumatoide, el sistema inmunitario puede atacar muchas partes del cuerpo, incluyendo articulaciones, pulmones y los ojos. El sida (la perdida del sistema inmunitario) y el cáncer (la reproducción celular desordenada) pueden reducirse a este esquema. Triste metáfora de las armas que  bien usadas son útiles, pero que no podemos controlar (sobretodo en USA) cuando serán mal usadas. En esta línea seguramente debería incluir los liposomas celulares o el instinto de muerte sicológico y quizás el sadismo y el masoquismo.  

 

Está claro que lo expuesto no está sistematizado ni por asomo, pero no he encontrado literatura (aunque seguro que la hay) sobre el tema que pueda ayudaros y ayudarme. Lo dejaremos pues así, simplemente esbozado, en la esperanza de que me hayáis entendido.

 

El desgarrado. Abril 2024.

 




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