» 14-05-2024

La lógica parda 1. Las lógicas pardas declaradas: la ley de Parkinson, la ley de Peters, la ley de Murphy. El humor, el amor y el juego.

La ley de Parkinson: todo funcionario tiene la irresistible compulsión a crear dos puestos de ayudante a su mando, como único medio de conservar o mejorar su puesto de trabajo, lo que hace de este rasgo la esencia del funcionariado. En este proceso el funcionariado es una pirámide invertida que crece a razón de 5,6% anual independientemente de si hay más trabajo o necesita ser hecho más rápido. El libro que lo explica fue publicado en España en 1961 por Ediciones Ariel y recoge una serie de artículos previamente publicados en prensa que no solo tratan de esta ley sino de muchas otras en relación con políticos, funcionarios, gabinetes ministeriales, miembros de consejo de administración, etc. y en los que se analiza desde el humor cuestiones económicas acerca de colectivos, por lo demás, respetables y serios. La burla -como en tantos otros casos- consiste en ridiculizar estamentos especialmente empeñados en exigir respeto y consideración como pleitesía a su necesidad y conveniencia. 

 

La ley de Peters dice que todo empleado, asciende en su jerarquía laboral, hasta alcanzar su nivel de incompetencia, momento en el que ya no asciende más y se queda enquistado en un puesto de trabajo con un cometido que no sabe resolver. Como consecuencia todos los puestos de trabajo están ocupados por inútiles. En el sector de la construcción en el que la jerarquía, por puestos de completamente distinta formación -y no de simple jerarquía o responsabilidad laboral- la ley es evidente. La carrera es  demencial: el peón de albañil puede ascender a albañil, capataz, autónomo, constructor, promotor, decorador, arquitecto (si no de título, sí de vocación. Si en una cadena laboral como esta todos los puestos están ocupados por incapaces… ¡hay que tener valor para habitar un inmueble!

 

El principio de Murphy nos dice que todo lo que pueda salir mal, saldrá mal, expresado gráficamente como: “La tostada cae al suelo siempre del lado de la mantequilla. Es la superación del azar: la moneda no cae 50% cara o cruz sino que cae siempre 100% de modo que el jugador pierda. No importa que si un jugador pierde el otro gana porque esta es una ley personal (local) y no universal: solo funciona en primera persona. Esta ley institucionaliza una filosofía de vida: el antimurphy. Si quieres que algo ocurra, provoca lo que te molestaría que te pasara si Murphy actuara. Por ejemplo si quieres que el autobús venga enseguida porque tienes prisa… enciéndete un cigarrillo que tendrás que tirar irremisiblemente para tomarlo. En cuanto Murphy vea el cigarrillo… mandará el autobús.

 

El que podría haber sido el principio de Taleb se publicó con el nombre de “El cisne negro. El impacto de lo altamente improbable” de Nassim Taleb. 2008 (2007),  Paidós. Para los occidentales el cisne negro es un suceso imposible. Tras descubrirse en Australia cisnes de esta especie resultó que el cisne negro no era imposible sino simplemente improbable. Los cisnes negros son esos sucesos para los que nuestras herramientas de predicción no están preparadas (los crack bursátiles, el 11M, el betseller…). El libro no da recetas para prever la aparición de los cisnes negros pero sí para estar preparados (o minimizar sus efectos) cuando inopinadamente aparecen. Taleb previó en 2007 que ocurriría un crack bancario (como ocurrió en 2008) pero él no lo considera un cisne negro. Tal como se hacían las cosas eran inevitable que ocurriera. ¡El autor, en este caso, no estaba para bromas!

 

Nuestros errores de predicción provienen de nuestro mal uso de la probabilidad. La probabilidad es una verdad fraccionaria que debe interpretarse como que no hay seguridad de que ocurra uno u otro de los sucesos involucrados, y no que ocurrirá el suceso más probable. No nos habla de una experiencia única sino de una serie de experiencias y por tanto, no puede ser aplicada a un solo caso. Como dice el autor tendemos a generalizar a partir de lo que vemos y, en ese proceso cometemos: el error de confirmación (nos fijamos en lo que confirma lo que ya forma parte de nuestros conocimientos); la falacia narrativa (construimos historias que den sentido a los datos); la interferencia sentimental (anteponemos los sentimientos); el problema de las pruebas silenciosas (los trucos de la historia); y la falacia lúdica (construir el conocimiento a partir de los juegos). Todos estos autores nos hablan de interpretaciones sesgadas de la realidad por falta de conocimiento (datos insuficientes) o por procesos mentales incorrectos. Para eludir su falta de cientificidad los envuelven en humor, es decir en burla, mudando de la escena científica a la de la caricatura humorística. ¿Por qué? 

 

El humor -junto el amor y el juego- son excepciones de la metafísica (y ésta es el sistema de pensamiento dominante en occidente durante 25 siglos). Y al decir excepciones quiero decir que la metafísica es incapaz de encajarlos en su esquema. El respeto reverencial que se da al amor (un sentimiento, al fin y al cabo) contrasta con el desprecio que la metafísica tiene por todos los sentimientos, emociones y pasiones (extremas). Si hablamos del juego amoroso (y la comedia es un juego) es porque el amor y el juego tienen mucho que ver. El juego, que en el sistema del instinto tiene un espacio bien definido: el aprendizaje; sustentado por una curiosidad que en nuestro sistema se ha convertido -incluso- en neotenia (prolongación en el tiempo de características infantiles: retraso de la aparición de la madurez sexual y de sus características como el pelo corporal, la aparición del juicio, el tamaño de la cabeza) es decir, una prolongación de la inmadurez  con el fin de aprovechar evolutivamente sus características específicas. El juego se conserva en el adulto toda la vida prolongando la curiosidad, evitando la agresión sexual y territorial, estimulando la atracción empática y cuidora natural hacia los pequeños y potenciando la apariencia infantil como defensa. El juego es una actividad sin objetivo exterior. Es una autosatisfacción del mismo tipo que el onanismo: su fin está en la ejecución misma. Es, pues, escasamente racional y altamente autosatisfactorio.  

 

Pero precisamente por todas esas características se convierte en una gran mentira social: ”¡era una broma, estaba jugando!”: una actitud que esconde sus verdaderas intenciones… porque el juego carece de ellas. Permite pues actitudes que de otra manera serían tomadas como agresión, asociabilidad, o falta de lealtad. Porque el juego tiene su manifestación privilegiada en el humor. El humor abre un espacio de agresión ambigua que actúa como mediador social, que lima asperezas. El carnaval es su gran fiesta en la que mediante disfraces (que, de paso, proporcionan el anonimato), imitaciones o teatralizaciones se critica y se ridiculiza  a los dominadores, al poder. Por un día el pueblo sometido se toma la revancha y se desquita de la opresión. No otra cosa puede representar que durante el carnaval se cometan más crímenes que durante el resto del año. El humor se afianza fuertemente en el ridículo y ridiculizar solo es soportable si es un juego. El amor, el humor y el juego evidencian -a contrario- lo agresivo de nuestra especie y la necesidad accesoria de modos de atenuación

 

De esta manera los autores citados exponen teorías al margen del sistema científico, amparados en el humor. Sea como crítica de este sistema (lo que es muy aparente en “la ley de Parkinson” en la que se aportan incluso estadísticas y se sigue en toda la obra un “método (seudo)científico estricto). Y al hacerlo en clave de humor no renuncian a su posibilidad de certeza sino que evitan la refutación. Pero en definitiva se ríen de la seriedad, de tomarse la vida demasiado en serio, de hacer de la seriedad un medio de vida. Para muchos la risa es el elemento sustancial que define a nuestra especie. ¡Desde luego, mucho más que la racionalidad! Nos reímos más de lo que lloramos (incluso lo mezclamos) lo que da a entender que otro mundo es posible… pero está en este.

 

El desgarrado. Mayo 2024.




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