» 30-03-2024

La muerte de la metafísica 15-2. Causalidad y probabilidad 2. Reichenbach. Inducción.

El segundo aspecto de la disertación de Reichenbach en “Causalidad y probabilidad” es: La inducción, las afirmaciones generales de probabilidad, el marco general, siempre con la vista puesta en la pregunta general que condiciona el texto: ¿cómo sabemos que las leyes de probabilidad son válidas? Llegados a este punto, va más allá de la justificación de una métrica del caso concreto y específico para adentrase en la justificación del caso general: la inducción. ¿Qué justificación tenemos para creer en la regularidad de acontecimientos repetidos? La inducción se halla en la base de la teoría de la probabilidad. ¿Cómo podemos inferir que la frecuencia relativa observada en una secuencia de acontecimientos se mantendrá en una continuación futura de la secuencia?

 

“La discusión histórica del problema de la inducción ha revelado claramente que la inferencia inductiva no es necesaria lógicamente. Constituye el mérito de Hume haberle reconocido este hecho y, desde entonces, no se ha añadido nada esencial a su descubrimiento. Hume ha demostrado que es imposible justificar la inducción mediante la experiencia, porque tal inferencia presupone una inducción de más alto grado. Este hecho epistemológico no puede negarse y las teorías filosóficas que no lo aceptan no pueden ser consideradas seriamente. Por esta razón nos ocuparemos solo de dos tratamientos filosóficos del problema de la inducción, que han sido desarrollados como respuesta a la crítica de Hume" (Reichenbach 1965, 95): 1. La teoría convencionalista y 2. La teoría pragmatista. 

 

1. La teoría convencionalista. La inducción no habla del mundo sino de la ciencia, es un principio ordenador del quehacer científico: construir teorías. Pero al ser el número de datos observables limitado, y al ser estos datos interpretados por teorías (fruto de la inducción), de modo que la frecuencia relativa observada satisfaga el principio de inducción (por enumeración), es posible, entonces, justificar la creencia de que datos observables adicionales conservarán esa frecuencia es decir: la teoría más sencilla se ajustará mejor a mediciones futuras. Lo que invalidaría la solución convencionalista (una teoría más compleja).

 

2. La teoría de la inducción como regla práctica. La inducción (que hace predicciones) no tiene que ver con la ciencia que es ajena a la realización de predicciones. La inducción es una regla de acción (y no de cognición o teórica) en relación con la aplicación práctica de la ciencia. No estamos ante un problema científico sino ético. Pero considerar el principio de inducción extracientífico (ético) es inadmisible, porque sin inducción es imposible hacer predicciones y -por tanto- formular definiciones como necesarias (y no arbitrarias). “Ahora podemos reconocer la posición central que el principio de inducción ocupa en la ciencia: nos permite decidir sobre la verdad de las teorías científicas” (Reichenbach 1965, 97). Pero en realidad no nos ayuda a decidir entre verdad y falsedad sino sobre el grado de probabilidad (como hemos afirmado antes). Con ello admitimos que las inferencias de probabilidad no pueden justificarse lógicamente… si se presupone en la ciencia una lógica de solo dos valores. 

 

Hemos llegado al punto en que ni la inducción ni la probabilidad son lógicamente aceptables, pero ¿lo es la lógica? es decir ¿pueden justificarse sus fundamentos? La alegación de que las leyes lógicas no necesitan probarse podría ampliarse a la inducción y a la probabilidad. "no existe otra justificación para nuestra creencia en la lógica sino simplemente el hecho de que no podemos pensar de otra manera distinta. Consideraciones análogos se aplican a la probabilidad: no podemos sino creer en dichas leyes” (Reichenbach 1965, 99). Recapitulemos: “una afirmación de probabilidad solo tiene sentido si rige el principio de inducción… Decir que las leyes de probabilidad no rigen equivale a predecir que la frecuencia relativa observada de la secuencia de acontecimientos no se mantendrán en el futuro; la regularidad que implica el principio de inducción no tiene lugar y esta afirmación solo tiene sentido empíricamente, si se puede determinar de modo inductivo, esto es, si rige el principio de inducción… este argumento no constituye una justificación de la probabilidad… no existe ninguna justificación de la lógica. Únicamente podemos decir que no es posible recusar sus fundamentos. Consideraciones similares se aplican a las leyes de probabilidad: no podemos justificarlas, pero no podemos imaginar que no nos rijan” (Reichenbach 1965, 99). 

 

El fracaso en cuanto a la justificación de la inducción no perjudica a la probabilidad. No se trata de que el argumento sea insuficiente sino de que su formulación es inadmisible. “…es irrazonable la pretensión de una justificación de las afirmaciones de probabilidad en términos de lógica deductiva… podemos construir una lógica de la probabilidad que proporcione la estructura conceptual de todo el conocimiento empírico, pero aunque podamos analizar esta estructura no somos capaces de justificarla” (Reichenbach 1965, 100). El argumento de la improcedencia de la justificación de la inducción es desarrollado por Reinchemberg en su texto “Racionalismo y empirismo” en el sentido de que el racionalismo impuso la idea de que la verdad (y la ética) era una cuestión geométrica, lo que fue entendido por el empirismo como que su justificación debería ser geométrica (léase lógica). La renuncia expresa a esa justificación lógica de el presente texto (por improcedenter) desarma esa presunción recurriendo al argumento de que “no puede ser de otra manera” tanto para la lógica como para la inducción. No es mucho pero es lo que hay. Volveré sobre “racionalismo y empirismo” para tratar de explicarlo mejor.

 

En este texto se evidencia que dos de los principios de la metafísica son falsos. La verdad deja de ser absoluta (verdad o falsedad) para absorber la probabilidad y establecer diferencias de grado (verdad relativa o fraccionaria) en una función continua de probabilidad (de verdad). Pero también se impugna la cantidad como modelo geométrico del pensamiento/razón (deducción) y de la ética (more geométrico de Spinoza), como veremos en la anunciada próxima entrega. 

 

El desgarrado. Marzo 2024.




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