Provença 318, 3º 1ª
08037 Barcelona
SPAIN
Office: 10h30 / 14h30
Phone: +34 93 530 56 23
mail: info@ob-art.com
» 01-04-2024 |
Esta entrega es doble por cuanto las conclusiones trascienden ampliamente el campo de un solo blog. Sigo absolutamente las ideas del autor por lo que no utilizaré entrecomillados aún cuando transcriba literalmente el texto. Al final de cada párrafo indicaré la página en la que se encuentra.
1. Historia. Aunque el empirismo (la observación sensorial) es algo anterior fue el racionalismo el que con el nacimiento del logos cimentó la fama de la filosofía griega. Por racionalismo entiendo una filosofía que coloca la razón por encima de las observaciones sensoriales, o que considera la razón como una fuente de conocimiento independiente y superior a la observación empírica. El origen de la postura racionalista se halla en el éxito del método deductivo en las matemáticas, especialmente en la geometría. Se demostró por primera vez la posibilidad de un conocimiento derivado de la sola razón. Lo que hacía este conocimiento superior al conocimiento empírico era su precisión y seguridad. Por otra parte este conocimiento no estaba vacío sino que controlaba la realidad física, puesto que permitía predecir al matemático relaciones geométricas que podían ser verificadas mediante mediciones reales. Las matemáticas proporcionaban las llaves que abrían las puertas de los secretos de la realidad física. Comparado con este poder del pensamiento abstracto, la contribución de la observación al conocimiento parecía una adición insignificante. Por otra parte la razón podía ser utilizada para controlar la observación empírica, ordenando los datos observados. (Reichenbach 1965, 167).
La teoría de las ideas de Platón nace como solución el problema del conocimiento matemático. Éste se concebía de modo análogo a la observación empírica: a través de los ojos de la mente vemos las propiedades de los objetos ideales, de la misma manera que, con los ojos, vemos las de los objetos empíricos. Los objetos ideales poseen una forma de realidad superior. La mente contribuye a la experiencia con presupuestos necesarios. Posteriormente Kant pretendió fundir el racionalismo y el empirismo en una síntesis superior, lo que no le convirtió en un empirista. Lo que distingue el racionalista del empirista es la doctrina de que existen algunas verdades fundamentales que controlan la realidad física, las cuales solo pueden ser descubiertas mediante la razón, y solo mediante la razón. Este es el contenido esencial de la filosofía de Kant cuyo gran mérito es haber formulado el problema con mayor claridad que cualquiera de sus predecesores” en su teoría de los juicios sintéticos a priori. (Reichenbach 1965, 168).
2. La extensión del conocimiento del racionalismo. La primera extensión nos dice qué todo conocimiento es -en último término- para Platón, conocimiento matemático. Un conocimiento del mundo físico, útil a fines prácticos, que merece el calificativo de verdad. A través de esta extensión del conocimiento matemático, el racionalismo alcanzará la extensión al conocimiento físico. La segunda extensión alcanza a la ética por analogía con las matemáticas: la virtud es conocimiento. Existen ideas de las buenas acciones del mismo modo que de los objetos físicos y matemáticos. Lo que es bueno, se percibe del mismo modo que lo verdadero, y se percibe como verdad en un acto de visión de ideas, no mediante la percepción sensorial. Esto convierte a la razón en legisladora: la ley moral es la ley del conocimiento. La construcción de una ética mediante el método geométrico se convirtió en el programa del racionalismo. (Reichenbach 1965, 169).
3. El contagio. Lo que hizo al racionalismo tan peligroso es que sus errores fundamentales trascendieron su propia escuela a su principal adversario, el empirismo, que se infectó con la misma clase de error, llevando a la filosofía empírica al fracaso, porque no superó el mismo error que hizo al racionalismo incompatible con la ciencia: el error de identificar el conocimiento con el conocimiento matemático. Al desarrollar su propia filosofía, el empirismo aceptó inconscientemente la tesis del racionalismo, según la cual el conocimiento genuino tiene que ser tan digno de crédito como el matemático, y se ve y se vio así empujado al callejón sin salida de probar que el conocimiento empírico era tan bueno como el matemático. Tenía que probar que su filosofía era tan buena como el racionalismo para el establecimiento de la verdad absoluta, dando lugar al empirismo ingenuo. Huyendo de la intoxicación del racionalismo el empirismo se hace escéptico, es decir se considera un fracaso al no poder alcanzar los fines propuestos por el racionalismo: el conocimiento absoluto digno de crédito escéptico. El error de considerar el conocimiento matemático como el patrón con arreglo al cual tienen que ser calibrados todos los conocimientos restantes. La verdad no existe, porque no existe verdad matemática en el conocimiento empírico. (Reichenbach 1965, 170).
4. Los empirista. Francis Bacon, pretende parangonar mediante el método inductivo, la lógica deductiva de Aristóteles. La inducción puede establecer un conocimiento tan bueno como el del matemático o el lógico. John Locke, lleva cabo el intento sin esperanza de combinar la verdad necesaria y no desprovista de sentido del racionalista con un origen empírico de los conceptos. David Hume, establece que todo conocimiento racional (a priori) es analítico así como todo conocimiento sintético deriva de la percepción sensorial es decir es el único criterio de la verdad no analítica. El conocimiento relativo al futuro es inalcanzable, porque la observación nos informa meramente de lo pasado. El único instrumento de predicción está constituido por la inferencia inductiva. Dado que la inferencia inductiva no puede ser confirmada por la lógica deductiva, ni por referencia a la experiencia, no hay razón para aceptarla: la inferencia inductiva resulta injustificable. No puede establecer el conocimiento mediante métodos empíricos. Al ser la crítica de Hume la más seria que se haya planteado jamás contra la posibilidad del conocimiento, de no poder rebatirse, convertiría la historia de la filosofía en la historia del error. (Reichenbach 1965, 171).
5. La fe. Tratando de escapar al escepticismo de Hume la filosofía acude a la fe. La fe había cosechado muchos éxitos de la mano de la religión. ¿Por qué no aceptar la creencia en la inducción? No tenemos medios para probar la verdad de una afirmación que predice observaciones futuras. Es ridículo llamar a este argumento una metafísica basada en la creencia. Si el empirismo fracasa, ha fracasado la filosofía. No puede haber un retorno a la creencia de las épocas anteriores a Hume. (Reichenbach 1965, 172).
6: La solución al problema planteado por Hume debe buscarse dentro de la estructura de empirismo. Hume había probado que no existe conocimiento del futuro si por conocimiento se entiende un conocimiento absolutamente digno de crédito. El ideal racionalista del conocimiento no puede alcanzarse mediante métodos empíricos. Es la adhesión inconsciente a la teoría racionalista del conocimiento en términos de conocimientos matemáticos, la que conduce al escepticismo de Hume. El camino a un empirismo consistente, solo está abierto aquellos que estén dispuestos a interpretar el conocimiento empírico en sus gustos términos y a abandonar el prejuicio de que las matemáticas representan el prototipo de todo conocimiento la historia de esta liberación es de hecho la historia de las matemáticas. (Reichenbach 1965, 173).
7. El empirismo como árbitro. (El giro empirismo/racionalismo). 20 años después de la muerte de Kant, Bolyai y Lobatschefsky descubrieron una geometría no Euclídea. Gauss vio que si los matemáticos conocen, más de un sistema geométrico, el problema de cuál de estos sistemas geométricos se aplica a la realidad física, representa un problema empírico. Si existe una pluralidad de geometrías posibles, el matemático es incapaz de decir cuál de ellas se adapta al espacio físico, y se deja al investigador físico la selección de la geometría que describe el universo físico. Las matemáticas nos presentan simplemente un conjunto de posibilidades de entre las cuales la observación selecciona la que corresponde a la realidad. El criterio de la verdad sintética no es la razón, sino la observación. Como dijo Russell: La verdad matemática es analítica, las matemáticas no describen la realidad física. (Reichenbach 1965, 173).
Que la razón sea capaz de establecer proposiciones analíticas es posible porque las proposiciones analíticas no anticipan experiencias futuras, no restringen el dominio de lo que es observable. Al reducir la verdad matemática a relaciones analíticas, el análisis moderno de las matemáticas destruye la base sobre la que se asienta el racionalismo; este es el sencillo hecho que ningún filósofo puede olvidar. Considerar las matemáticas como el ideal al que se deben aproximarse las ciencias físicas significa interpretar equivocadamente la naturaleza de las matemáticas. Todo conocimiento sintético deriva de la observación: el empirista resulta vencedor en último término porque el matemático ha renunciado a la alegación de conocer la verdad sintética. (Reichenbach 1965, 174).
8. Ética. El efecto destructor del análisis moderno de las matemáticas se extiende al dominio de la ética. La idea de derivar los principios éticos de la razón al modo de los principios matemáticos, parecía plausible, en tanto se creía que las matemáticas constituyen una verdad racional sintética. Pero, si todo el conocimiento derivado de la razón es analítico, y la razón no puede elegir entre los diferentes sistemas, (cada uno de los cuales es consistente, pero que se contradicen mutuamente), el paralelismo ético-cognoscitivo rinde un mal servicio a la ética. Si los principios morales tienen carácter cognoscitivo están vacíos, puesto que constituirían conocimiento derivado de la sola razón. Únicamente las implicaciones entre acción y teorema son susceptibles de prueba lógica, pero los axiomas en sí no pueden demostrarse por la razón. Los principios éticos fundamentales no pueden ser explicados por el filósofo, como tampoco los axiomas del espacio físico. Pero, mientras que los axiomas del espacio físico tienen al menos carácter cognoscitivo y son susceptibles de comprobación empírica por el físico, los principios fundamentales de la ética no tienen este carácter y requieren un tratamiento diferente. (Reichenbach 1965, 174).
9. La probabilidad es la respuesta. La reducción de las matemáticas a relaciones analíticas representa una conclusión negativa. Tiene que ser complementada mediante una concepción del conocimiento sintético que satisfaga al mismo tiempo el criterio empírico de verdad y supere la crítica de Hume. Es bien conocido que la respuesta esta cuestión conduce a la teoría de la probabilidad. En consecuencia, en construir repetidamente teorías sobre la probabilidad que expliquen el conocimiento empírico. 9.1 El análisis de la probabilidad racional resulta confuso debido a los residuos de una interpretación racionalista del conocimiento capaz de infectar incluso a los pensadores empirista de nuestro tiempo. El racionalismo revive en el intento de los lógicos de construir una teoría de la probabilidad partiendo de la razón pura, una teoría de lógica inductiva en la cual los grados de probabilidad se derivan de la estructura lógica de las proposiciones Como teorema de lógica deductiva. Estas teorías se construyen, a veces con la ayuda de los llamados principios de indiferencia, otras, mediante métodos que determinan un, así llamado grado de confirmación. La característica común a todas estas teorías es la de que sus expositores creen que disponen de una regla analítica que puede determinar, sobre la base del material observable, con qué grado de probabilidad ocurrirá observaciones de una clase determinada. (Reichenbach 1965, 175).
La raíz racionalista de estas teorías es evidente. Si la lógica es incapaz de predecir el futuro, al menos debe ser capaz de decir las probabilidades de las diversas formas posibles de futuro -El deseo racionalista de un mundo físico controlado por la razón se ha deslizado de esta manera atenuada en la filosofía matemática de nuestro tiempo-. En la nueva forma es tan activo y peligroso como en la antigua prometedora certeza. La predicción de las probabilidades constituye una forma de racionalismo incluso más peligrosa, por parecer tan modesta y moderna. El cálculo de probabilidades analítico. Todo lo que puedo hacer es derivar probabilidades de otras probabilidades, y estas probabilidades deben ser dadas. Debe ser complementado con una regla que indique cómo encontrar las primeras probabilidades. Debe decir algo sobre el futuro. Por consiguiente, no puede derivarse, mediante la lógica deductiva, de un material observable que se refiere al pasado. La tendencia hacia el racionalismo no está siempre regulada por la lógica. (Reichenbach 1965, 175).
9.2 La teoría empírica de la probabilidad se basa en la interpretación de la frecuencia. Dice algo sobre el futuro. La regla sintética que facilita las probabilidades, antes de que haya transcurrido la secuencia total de acontecimientos, es la regla de inducción por enumeración. El instrumento más importante para esta consideración es el concepto de positum o proposición. Una afirmación de probabilidad no nos permite calificar de verdadera la sentencia sobre el acontecimiento predicho. Para justificar una proposición no necesitamos probar que es verdadera.; todo lo que hemos de probar es que supone una ventaja, en algún sentido, tratar la afirmación como si fuera verdadera. Todas las formas de inferencia por confirmación, son reducibles a inducción por enumeración. La función de las operaciones deductiva es la de relacionar inducciones sencillas en una estructura que, en conjunto, no representa sino otra proposición. (Reichenbach 1965, 176).
El conocimiento predictivo se explica en consecuencia cuando es posible justificar la inducción por enumeración. Esta justificación -que Hume consideraba imposible- puede darse cuando se considera la conclusión de la inferencia inductiva, no como verdad, sino en el sentido de una proposición, y la inferencia se justifica porque su aplicabilidad constituye una condición necesaria para el éxito. La concepción racionalista de la lógica inductiva fracasa porque se enfrenta con la labor imposible de convalidar un principio sintético mediante la razón. Lo que la lógica puede demostrar es que el uso de ese principio es aconsejable, si se persigue un objeto determinado: el objeto de predecir el futuro. Se permite al empirista el uso de un principio sintético, porque no sostiene que dicho principio es cierto o deba conducir a conclusiones verdaderas, probabilidades correctas, o a cualquier clase de éxito. Todo lo que sostiene es la utilidad que le reporta el uso del principio. Esta renuncia a toda pretensión de verdad le autoriza incorporar un principio sintético en una lógica analítica y satisfacer la condición de que lo que él afirma, basándose en su lógica, es únicamente verdad analítica. Puede actuar así porque no afirma la conclusión de la inferencia inductiva, sino solo la propone. Lo que afirma es que “proponer” la conclusión es útil para su objeto. El racionalista no solo ha presentado al mundo una serie de sistemas de filosofías especulativas insostenibles; envenenado también la interpretación empírica del conocimiento, induciendo empirista a esforzarse en objetivos inalcanzables. Tenía que extinguirse el afán de exactitud en la más precisa de las ciencias antes de que el filósofo pudiera explicar el método científico. (Reichenbach 1965, 178).
Hasta aquí la exposición de Reichenbach. Esta transición del racionalismo al empirismo se ha producido no sin bajas para la metafísica. En primer lugar ha sucumbido la cantidad como pilar de la metafísica, la reducción del mundo a número. Las matemáticas no son ya el modelo (patrón) de verdad segura y firme que la metafísica toma de la teoría de las ideas dePlatón y de la geometría como modelo de conocimiento. Pero también ha sucumbido la verdad metafísica que pasa de absoluta (bipolar: verdad/falsedad) a probabilista o gradual, a función continua de probabilidad. Es mediante estas dos demoliciones (deconstrucción de la metafísica) que el empirismo se impone al racionalismo (idealismo). El giro empirismo/racionalismo ha situado al primero en la situación privilegiada de escoger sistema mediante la experiencia , relegando a la razón a una posición subsidiaria. Por último queda un cuarto giro que implanta el método científico hipotético deductivo y por tanto el método científico o como Reichenbach enuncia la fusión del empirismo y la lógica y que también afecta a la verdad: la verdad como hipótesis, como propuesta y por tanto libre de las restricciones que como verdad analítica la lastran a la hora de añadir nuevo conocimiento. Como argumento de refuerzo aparece el utilitarista del éxito: o así o nada. O aceptamos la pérdida del patrón matemáticas y la verdad fraccionaria o -como el escepticismo de Hume enunció- el conocimiento resulta imposible. En este argumento resuenan los ecos del argumento antrópico: ¿Si no es posible conocer el mundo para qué se desarrolló la inteligencia? ¿Es un arma de supervivencia inútil?
Para rematar esta reflexión cabe destacar el paralelismo entre la pugna racionalismo/empirismo y la pugna conocimiento masculino/conocimiento femenino. En una identificación primaria la mujer es empirista y el hombre racionalista, la mujer es sintética (construye, suma, crea conocimiento) y el hombre es analítico (destruye, divide, no añade conocimiento). Durante estos 25 siglos de preponderancia de la metafísica, el hombre ha regido los destinos del mundo con los resultados positivos (pensamiento sistemático, tecnología, desarrollo, dominio, orden) y negativos (guerra, corrupción, destrucción del medio, desigualdad…) mientras la mujer ha sido sometida, oprimida y soslayada sin que haya desarrollado un pensamiento sistemático oponible al masculino. La metafísica ha entrado en franca deconstrucción a manos de la posmodernidad y sus premisas: la cantidad y la verdad absoluta, han sido superadas (del concepto y la igualdad hablaremos en otra entrega). Lo cierto es que el universo masculino se derrumba -y como ocurrió con el racionalismo- a manos de su propio desarrollo científico (en aquel caso la aparición de las geometrías no euclídeas que relegaron el juicio fundamental del interior del sistema a un estado previo: la elección empírica de la geometría -sistema- a aplicar).
También en el proceso de imposición del pensamiento masculino sobre el femenino (Irigaray) se instauró el primero como el patrón o modelo del conocimiento en general, privando al segundo de cualquier posibilidad de existencia: se produjo el contagio, y dando lugar al argumento de que el pensamiento femenino no existe (desde los parámetros masculinos) porque no se ajusta, no “es igual a” el modelo único. Es la trampa de la igualdad que la establece entre el modelo a seguir y el conocimiento aspirante, una igualdad no igual sino de imitación. Por ello hay que seguir a Despentes y apostar por la libertad y olvidar la igualdad no porque no haya que aspirar a ella sino porque está contaminada de masculinidad. Un pensamiento emergente femenino no tiene que ser sistemático y racional porque no tiene que tomar como modelo al masculino. Un pensamiento difuso (frente a sistemático), sintético (frente analítico), conservador (en el sentido de centrado en el durar, en la continuidad de lo que ya existe, en el reciclaje y la rehabilitación), poético (frente a informacional), conciliador (frente a agresivo). Un pensamiento que haga posible la vida en el planeta.
Solo la mujer será capaz de acceder a ese nuevo pensamiento sin el afán revanchista masculino de destruir lo que existe para edificar lo nuevo. Solo ella es capaz de no aplicar la ley del péndulo e imponer un pensamiento alternativo en el que se repita el modelo de la opresión/dominación. Ambos pensamientos son complementarios y deben coexistir, pero en plan de igualdad (no “igual a” sino recíprocamente iguales). Exactamente igual que en el giro empirismo/racionalismo la fusión de ambos es la solución, en este caso la fusión de conocimiento masculino/femenino tambiñén es la solución. ¿Utopía? O eso, o la distopía en la que nos hallamos. Nos encontramos en un punto de inflexión en el que un paso más y la situación será irreversible, y nuestra especie se dirigirá a la desaparición. Es evidente que el mundo (o mejor dicho: nuestra especie) necesita otros valores que los masculinos para sobrevivir. El feminismo (así entendido) no es una cuestión de justicia sino de supervivencia. No es cuestión accesoria, sino fundamental. En ello nos va la vida.
El desgarrado. Abril 2024.