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» 21-04-2024 |
Hemos visto en la entrega anterior de la mano de Reichenbach como dos de los pilares de la metafísica: cantidad (matemáticas) y verdad absoluta (lógica) se desmoronan ante el giro empirismo/racionalismo. ¿Qué pasa con el concepto y la igualdad como pilares de la metafísica? Sobre ello nada nos dice el autor sino este enigmático párrafo en el capítulo “Racionalismo y empirismo” del libro citado: “Moderna filosofía de la ciencia”, Tecnos, 1965(1947), que utilizaremos como introducción:
“La verdad analítica no plantea problemas al filósofo. Que la razón sea capaz de establecer proposiciones analíticas es posible porque las proposiciones analíticas no anticipan experiencias futuras, no restringen el dominio de lo que es observable. Las tautologías de un lenguaje son simplemente la imagen metafórica de las reglas mediante las que se construye dicho lenguaje. Dicen en lenguaje práctico lo que se expresa mediante la estructura de las proposiciones, y lo que es así consecuencia de reglas metafísico-lingüísticas. El tertium non datur, por ejemplo, no es sino el lenguaje práctico equivalente a una regla que establece el carácter bivalente del idioma. Los juicios analíticos a priori no requieren el racionalismo y son compatibles con el empirismo más crítico” (Reichenbah 1965, 174).
“La verdad analítica no plantea problemas al filósofo”. Analítica: que no añade conocimiento, matemática, que no sale de sí misma, a priori. Es decir no se plantea problemas de anticipación del futuro, de inducción, como las verdades sintéticas. “Que la razón sea capaz de establecer proposiciones analíticas es posible porque las proposiciones analíticas no anticipan experiencias futuras, no restringen el dominio de lo que es observable” La razón (conocimiento a priori, matemático) no tiene prohibido establecer proposiciones analíticas (que no añaden conocimiento, que no anticipan el futuro). “Las tautologías de un lenguaje son simplemente la imagen metafórica de las reglas mediante las que se construye dicho lenguaje”. Vaya por delante que tautología es: “enunciado que, con otras palabras, repite lo mismo que ya se ha dicho, sin que aporte nueva información”. La verdad matemática (analítica) es por tanto tautológica, no aporta conocimiento nuevo. A partir de aquí Reichenbach se adentra en la lingüística, el dominio del concepto. Plantea que en el lenguaje se producen tautologías (es pues analítico) que define como “la imagen metafórica de las reglas mediante las que se construye dicho lenguaje (gramática), y añade “Dicen en lenguaje práctico lo que se expresa mediante la estructura de las proposiciones,”. Existen, pues dos planos: el lenguaje práctico y el plano lógico estructurado por proposiciones. Y continúa: “y lo que es así consecuencia de reglas metafísico-lingüísticas.”. Es decir: las reglas (la gramática) pertenecen a la sección lingüística de la metafísica y tienen una relación causal con las imágenes metafóricas con las que se expresa. Y aún más: “El tertium non datur, por ejemplo, no es sino el lenguaje práctico equivalente a una regla (significante/significado) que establece el carácter bivalente del idioma”. No hay tercero excluido, término medio. El lenguaje es bipolar: una regla y una imagen, un significado y un significante tautológicos. Para terminar: “Los juicios analíticos a priori…” Aquí Reichenbach parece decir lo contrario de lo que hasta ahora venía afirmando, pues en “los juicios analíticos a priori”: juicio quiere decir proposición, enunciado de sujeto y predicado; a priori quiere decir no empíricos y por tanto racionales (en el caso de que no haya tercio excluso); y analíticos que no aportan conocimiento nuevo (tautológicos). Pero todos los juicios analíticos son a priori, puesto que los juicios analíticos a posteriori (empíricos) son una contradicción (Kant). Por tanto son ajenos al racionalismo. Y si no requieren el racionalismo son compatibles con el empirismo: “no requieren el racionalismo y son compatibles con el empirismo más crítico”. Hemos alcanzado una situación dialéctica.
Desde otro punto de vista Reichenbach está enzarzado en una campaña para demostrar que los juicios sintético a priori (que añaden conocimiento y que no son empíricos) son contradictorios pues no se puede añadir conocimiento mediante juicios racionales. Entonces si los juicios analíticos a priori son verdaderos, a contrario los juicios sintéticos a priori resultarán ser falsos. En que sentido se produce la afirmación sobre los juicios analíticos a priori, ya lo he comentado. En cualquier caso el pasaje es oscuro. Lo que es evidente es que Reichenbach otiliza la referencia a la lingüística para admitir juicios analíticos a priori, independientes del racionalismo y compatibles con el empirismo.
Locke distinguió entre definición y concepto. La primera hace referencia a la esencia nominal de un elemento (constitución de sus partes sensibles, fórmula, características perceptibles) mientras que el concepto se refiere a su esencia real (constitución de sus partes in-sensibles). Se aproxima a la distinción entre apariencia (lo sensible), fenómeno y esencia (lo inteligible), el noúmeno. Ambos “explican” -con distinto grado de intensidad- los objetos y relaciones del mundo. Ambos son analíticos y no añaden conocimiento nuevo que no esté enunciado en su formulación. El lenguaje es naturalmente impreciso por varias razones: en primer lugar porque traduce el continuo real a definiciones discretas: clases. Cuanto más grandes (laxas) son las clases más impreciso es el concepto. Los conceptos se desdibujan por los extremos. Es difícil decir donde se acaban los árboles y donde empiezan los arbustos. Los conceptos se producen por abstracción de cualidades a unas cuantas irrenunciables, pero con otras cualidades diferenciales que los distinguen (el género y diferencia aristotélicos). Por tanto los conceptos son relativos a las cualidades esenciales arbitrariamente determinadas. Además la relación entre el significante (el continente) y el significado (el contenido) es arbitraria, por lo que nada impide que existan varios significantes para un significado o viceversa.
Ordenar y clasificar son las primeras manifestaciones de la inteligencia y ya son sicarias de la voluntad que es la que impone la arbitrariedad. Pero la relación del concepto (significado) con lo real debe ser estricta por que, si no, ya no es concepto. Pues el talón de Aquiles del concepto es la ambigüedad. El lenguaje es el hábitat del concepto. Nos pertenece en exclusiva como especie. Los grandes monos utilizan profusamente el lenguaje corporal. Nosotros no comprendemos el suyo pero ellos si el nuestro. Lo mismo pasa con nuestras mascotas. Nos maravillamos de lo inteligentes que son sin percatarnos de que nuestro lenguaje corporal habla con ellos, aunque nosotros no lo sepamos. De hecho cuando les hablamos con nuestro lenguaje fónico -como cuando hablamos con bebés- reforzamos el mensaje con el lenguaje corporal, la entonación y los gestos y es ese lenguaje el que entienden y no las palabras que sin entonación no son nada. Cuando decimos que solo les falta hablar, es cierto porque entienden todo lo que expresamos, más que lo que decimos.
El lenguaje es patrimonio de las especies sociales. Incluso los insectos sociales “hablan” a través de las feromonas o bailando como las abejas. Y la socialización implica la necesidad de mentir. Emitir mensajes no representativos de la realidad. Para que nos acepten, para mejorar nuestra imagen, para ahorrar un sufrimiento o por placer o interés. Y mentir es cometido del lenguaje que no puede ser estrictio sino que necesita ser ambiguo, expresar una cosa y la contraria. El menor de los problemas de los lenguajes sociales es la transmisión de información. Mucho más importantes son los mensajes de intenciones, sensaciones, emociones o pasiones. Y todas estas manifestaciones tienen mucho que ocultar. Los grandes monos mienten con el lenguaje corporal y nosotros lo tenemos mucho más fácil pues tenemos el lenguaje fónico que es simplicísimo de manipular. La polisemia facilta con largueza el cometido. El lenguaje es un medio de comunicación contenidamente ambiguo.
Todos estos juegos de lenguaje (Witgenstein) conducen a que la búsqueda de la verdad sea una ciencia: la lógica y que la cantidad trate de informar el lenguaje de veracidad. También el relato está en el origen de la inteligencia: una historia verosímil es lo más parecido (similar) que se puede encontrar a una historia verdadera. La ficción es una estructura de realidad, tiene la forma de la verdad (Rancière). Su variedad se extiende desde el modelo hasta la mentira. La verdad es una especie de la similaridad. La policía y los abogados tratan de extraer verdad de mentira merced a la coherencia del relato. La tortura es una herramienta de la verdad. El modelo del relato es la novela policiaca. El relato, a pesar de no ser evidente, contiene todos los elementos para acceder a la verdad y en eso consiste el reto. Los lenguajes no verbales complementan esa búsqueda de la verdad. Si la esencia del concepto es la traducción a palabras de lo real, las dificultades estructurales y la comunicación social consiguen que la ambigüedad sea la norma y no la excepción.
El desgarrado. Abril 2024.