» 20-07-2021

La muerte de la metafísica 9-16. La economía política. El fetichismo de la mercancía

 

La economía política supone un buen bocado de la metafísica en general. Es una rama de la economía clásica en su vertiente socio-política, fundamentalmente desarrollada por Marx y Engels a mediados del SXIX. Hay que decir que estos autores no se movieron ni un ápice de las directrices metafísicas. La economía estudia el intercambio de bienes. Pasar del cambalache (personalizado y no dinerario) al comercio (impersonal y dinerario) exigió la abstracción de los agentes, la abstracción de la mercancía y la abstracción del medio de pago. Como sabemos la metafísica es un sistema de pensamiento que se basa en la abstracción-universalización-ley. La abstracción es un método de simplificación-igualación que obtiene la universalización (agrupación en clases de equivalencia, a poder ser universales). La ley es el comportamiento único de esa masa homogeneizada. Es una buen manera de enfrentarse al mundo y de sujetarlo a normas (leyes) para comprenderlo.

 

Las tres abstracciones-universalizaciones básicas de la economía política son los agentes (compradores y vendedores) que participan en el mercado, considerados iguales. Podríamos decir los mercadeantes; las mercancías, que son los equivalentes universales del trabajo abstracto, y el dinero, que es el equivalente universal del valor. El trabajo abstracto es una abstracción (como no podía ser de otra manera) del trabajo humano que lo reduce a su componente de esfuerzo o energía gastada. El valor, es una nueva abstracción que reduce el trabajo al tiempo invertido en efectuarlo. Todas estas abstracciones cuantifican la categorías básicas (valor, mercancía, trabajo abstracto, y dinero)  reduciéndolas a pura contabilidad numérica. Esa cuantificación esconde cualidades que se pierden y de entre las cuales cabe destacar dos: que inducen relaciones sociales que determinan el destino de los productos y de los agentes, y que sostienen la ficción de que la plusvalía (la parte del valor que no se paga al trabajador) es nula. A esas dos ficciones-ocultaciones Marx les llama el fetichismo de la mercancía.

 

Podemos equipara fetiche a plusvalor. El diccionario dice: “1. Figura o imagen que representa a un ser sobrenatural al que se atribuye el poder de gobernar una parte de las cosas o de las personas, y al que se adora y se rinde culto.

2. Objeto al que se atribuye la capacidad de traer buena suerte a quien lo usa o lo posee”. Un plusvalor de poder o de suerte al que se rinde culto o que se posee. Un plusvalor, más, una relación con el sujeto (de atribución y de disfrute). El fetichismo sexual de Freud incidirá también en el plusvalor y en la relación de atribución y de disfrute en el mundo del deseo. Que la mercancía tiene un plusvalor es evidente, tanto en la primera como en la segunda acepción.

 

El razonamiento de Marx avanza de lo abstracto a lo concreto, de lo esencial a lo fenoménico. Las categorías esenciales son las citadas de valor, mercancía, trabajo abstracto y dinero. Las manifestaciones fenoménicas o de apariencia son el capital, salario, fuerza de trabajo, propiedad de los medios de producción, lucha de clases, etc. Como sabemos la metafísica se centra en las esencias (la verdad oculta de las cosas) desdeñando las apariencias como engañosas (Platon). Entender la doctrina marxista es entender las categorías básicas fetichistas y desdeñar las apariencias fenoménicas. Por la misma razón toda reflexión que se centre en lo aparente no podrá ni entender, ni modificar  el mercado laboral, ni la sociedad mercantil. Es lo que hacen los actuales antagonistas: trabajadores y empresarios enzarzados en la lucha clases. Por lo mismo la oposición de política de izquierdas (marxista) y política de derechas (liberal) deberán debatir sus diferencias en el campo de las esencias o las categorías básicas, en una palabra en el fetichismo de la mercancía. Naturalmente… si se mantuvieran dentro del sistema metafísico.

 

Se nos ha quedado fuera, la tradicional distinción entre valor de uso y valor de cambio, la utilidad y el intercambio. El valor de uso es intrínseco, interior al bien en cuestión; el valor de cambio es relacional. Es por ello que Jappe considera al primero accesorio respecto a las categorías básicas: “mientras que la producción de valores de uso no es más que una especie de consecuencia secundaria, casi un mal necesario” (Marx 2014, 12). No por casualidad Marx llama simplemente valor, al valor de cambio, porque es el que pertenece a las categorías básicas fetichistas. Toda la teoría marxista (en su actual lectura) gira alrededor del fetichismo de la mercancía. Puede parecer un giro para evitar un descrédito que la derechona a abonado con denuedo. Pero también puede ser entendido como que la derecha nunca entiende nada… o lo manipula a más y mejor. De cualquier modo es esta la interpretación que se hace hoy del marxismo y que no solo admite que solo el capitalismo es posible, sino que de cuyo desarrollo monstruoso no solo son culpables los opositores sino también los opartidarios.

 

Fukuyama tenía razón: solo el capitalismo es posible, pero se le olvidó un matiz: su debacle no vendrá de la mano de sus detractores sino de sus proselitos. Todos los imperios han acabado por sus propios errores y el capitalismo no será una excepción. Lo que no quiere decir (que como en el franquismo) esperemos sin más. Como dirían los islamistas: ¡imch allah!

 

El desgarrado. Julio 2021.




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