» 19-08-2021

La muerte de la metafísica 9-19. La ontología como abstracción-universalización-ley.

Hasta ahora siempre había caracterizado la metafísica como un sistema de pensamiento en el que cuatro formas de abstracción (la cantidad, la verdad, el concepto y la igualdad) daban lugar a cuatro ciencias (Las matemáticas, la lógica, la lingüística y la ética-política), con las que se abarcaba la comprensión del mundo. De forma previa, establecía la separación entre un sujeto autoconsciente y el mundo, una ontología que potencia al ser sobre el devenir,  unos principios o axiomas indemostrables (identidad, no contradicción y tercio excluso) y la causalidad como motor, que completaban el cuadro. La lectura de la “metafísica” de Aristóteles (Gredos, 2014) me ha hecho cambiar algunas ideas. En primer lugar la integración de la ontología como una quinta abstracción y en segundo, un esquema más claro del funcionamiento del sistema.

 

Aristóteles define la ontología como una ciencia universal que estudia “lo que es en tanto que algo que es” (en la traducción de Tomas Calvo Martínez. Gredos 2014). “Lo que es” se ha traducido en otras ocasiones como el ser, el ente, y quizás con un poco de manga ancha: la ousia, la entidad o la esencia. “En tanto que algo que es” añade el sentido absoluto: el ser en su desnudez. Es decir el ente exclusivamente en su aspecto de ser sin consideración alguna a cuantos accidentes, atributos o categorías, puedan desvirtuar su sentido absoluto. Añade Aristóteles que también se estudiarán los atributos que lo adornan, complementariamente, de manera que recuperamos lo que acabamos de excluir en la segunda parte de la definición. Pues bien, así enfocada, la ontología es una ciencia universal, producida por una abstracción que consiste en podar al ser de todo lo que no es esencial: el ser en tanto que ser, el sentido absoluto del ser, exclusivamente contemplado como ousia, entidad o esencia (aunque posteriormente hará una distinción entre los dos últimos.

 

 

Para ello (esa poda de todo lo accesorio) ha necesitado que el ser se pueda decir de muchas maneras, es decir que no tenga un sentido unívoco, sino que sea multívoco. Pero fundar una ciencia sobre algo que no tiene unidad de género es problemático, tanto como para que Aristóteles haga una pirueta que trata de armonizar esa contradición: ciencia/multívocidad. Para ello echa mano del concepto de referencia, que le permite introducir entre la univocidad y la mutivocidad un término medio: la equivocidad: el ser se dice de muchas maneras (es equívoco), pero dentro de esa homonimia esas diferentes voces están relacionadas y forman una unidad. Salvada la unidad de género (de forma peculiar) ya podemos continuar con el proyecto de fundar una ciencia universal en una aparente multivocidad.

 

El segundo punto ya lo desarrollé en “La muerte de la metafísica 9-18” como explicación del método aristotélico de entender el mundo, pero lo voy a repetir dado que es ahora cuando cobra todo su sentido.

 

“La primera operación para conocer el mundo es ordenarlo. Es esta una operación que ya realiza el pensamiento arcaico. Y ordenar, es en primer lugar, clasificar. Hay que clasificar las frutas en comestibles y venenosas y los animales en peligrosos y amistosos, etc. es decir por el resultado de la interacción. El resultado de la interacción es la experiencia (la memorización y generalización de las experiencias individuales). Es una “realidad” simple porque avanzar en los criterios de clasificación no es fácil. La realidad es esquiva y oculta muchas veces sus secretos. Y pronto se quiere clasificar todo porque produce la primera sensación de poder sobre el mundo: la omnipotencia de las ideas: clasificar es de alguna manera, dominar. La clasificación en géneros y especies ya es una clasificación ordenada. Pero el orden (Clasificación jerarquizada) puede ser físico, emocional o moral (por resumir). Las formas de clasificar y ordenar son infinitas dependiendo del punto de vista que se adopte. Se necesitan unos criterios para clasificar y ordenar de forma eficiente y aceptados generalmente. Clasificar es establecer una partición de lo sensible, como dice Rancière, que puede ser tan loca como la que Borges estableció en “el idioma analítico de John Wilkins” (que puede ser poco científica pero que no desdice su función de clasificación). Esos criterios “científicos” (metódicos, sistemáticos y a poder ser necesarios) son los que Aristóteles busca.

 

El proceso de interacción con la realidad tiene dos partes: la impresión (el input) y la expresión (el output). La impresión es el ingreso desde lo real -mediado por los sentidos- en lo mental. La imagen mental obtenida, puede ser manipulada mentalmente (en forma de ideas) y devuelta a lo real en forma de acción. Obviamente la mediación de los sentidos -en la impresión- enmascara la realidad, como también la traducción a acción -lenguaje incluido- de la expresión… dejando lo real en una cierta nebulosa.  Y no os extrañe que utilice aquí, los nombres de dos famosas escuelas de pintura (Impresionismo y expresionismo) porque se ajustan exactamente a lo dicho. El lenguaje complica el proceso puesto que añade una realidad -procedente de una mente- y mediada por los sentidos, que es devuelta a la realidad como expresión de otra mente, entrando en un bucle infinito. La interacción simple se ha convertido en retroalimentación circular. El proceso involucra lo real, lo mental y el lenguaje de forma no siempre clara.

 

Pero volvamos a los criterios de cientificidad. Sistemático quiere decir que se proceda según un protocolo; metódico quiere decir siempre de la misma manera (vía), es decir un protocolo específico. Pero lo importante es la posibilidad de que sean necesarios (seguros, previsibles). Aristóteles establece dos criterios: la observación empírica (la interacción con el mundo…  memorizada) y la deducción lógica. ¿Como se convierten en necesarias estas estrategias? en el caso de la observación empírica por inducción, elevándose de lo particular (experimentado) a lo general (los universales), de lo determinado a lo indeterminado. En el caso de la deducción lógica por aplicación de una ley universal al caso particular. Y ello de dos modos. Por aplicación de un axioma (principio) que no necesita demostración (intuitivo) o por aplicación de la lógica (formal o proposicional). Pongamos un ejemplo sencillo: hay dos maneras de saber cual es la probabilidad de la cara de un dado, por experiencia (tirando el dado muchas veces) o por lógica: si las seis caras son iguales, la probabilidad será un sexto (en ambos casos). Aristóteles no inventó la lógica por deporte sino porque la necesitaba necesariamente para su método científico.

 

La lógica (que Aristóteles considera una herramienta, y no una ciencia) tiene dos modos de establecer certezas: la primera es la lógica formal que depende exclusivamente del lenguaje (el significante, diría Saussure) prescindiendo del contenido de verdad de sus proposiciones, y la lógica proposicional cuya certeza depende de la certeza de sus proposiciones (el significado). Porque la lógica se complica desde las palabras que son imágenes lingüísticas de lo real (conceptos), a los enunciados, oraciones  o proposiciones, que refleja hechos del mundo, hasta la combinación de proposiciones llamadas silogismos, demostraciones o razonamientos, alcanzando finalmente la verdad. ¿Pero qué es la verdad? La verdad tiene una carga emotiva, ética y política) que la desdibuja. Aristóteles habla de la verdad como certeza (la coincidencia entre lo real y la imagen mental). Si el ser y la entidad se dicen de muchas maneras no otra cosa pasa con la verdad: certeza, corrección, validez, conocimiento científico, previsibilidad necesaria, etc. El método científico busca la certeza pero no opera por simplificación. Ni el ser ni la entidad ni la verdad son ciertos, o al menos, tienen certezas alternativas. La cuestión primordial es que el método científico es una máquina de producir certezas.

 

Todo lo analizado tiene que ver con las relaciones entre realidad, lenguaje y pensamiento pero hay otra premisa que Aristóteles utiliza en su investigación sobre el protocolo del método: la causalidad. El método (la vía) para alcanzar el cientifismo se basa en que todo tiene una causa. Las cosas no se suceden por azar sino “cualquier cosa del mundo es lo que es y se comporta como se comporta, por alguna razón… que es su causa” ¿Qué quiere decir razón? Quiere decir relación necesaria, quiere decir causa, quiere decir motor (en caso de movimiento). Conocer (saber) algo quiere decir establecer sus causas.  Crear un método le permite descubrir la secuencia de causas de todas las cosas. Y este proceso recurrente suscita la cuestión ¿existe una causa primera? En una sociedad -como la griega- que no se cuestiona la existencia de dios (dioses) la causa primera solo puede ser esa. La teología y la ontología se encuentran.

 

El desgarrado. Agosto 2021.

 




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