» 24-08-2021

La muerte de la metafísica 9-21. La metafísica de Aristóteles 2.

Continuamos, y nos toca ahora de hablar de 6) la esencia, que es el paquete imprescindible de cualidades que hacen que esa entidad es (y siga siendo) lo que es. La naturaleza específica de una entidad. Las cualidades necesarias que convierten al resto en accesorias. Eso hace que las cualidades se dividan en dos: los atributos esenciales (imprescindibles para que la cosa siga siendo esa cosa: su ser) y las cualidades accidentales (lo inespecífico, pero concreto). La esencia es la sustancia/entidad abstracta, porque no estamos hablando de lo real sino de lo mental o lo lingüístico. Es el sujeto del que cuelgan las cualidades. Lo concreto (la cosa) no tiene esencia, tiene presencia real. Es la entidad en sí. Esencia y entidad coinciden desde el punto vista epistemológico (el conocer) pero no desde el punto ontológico (el ser, en cuanto ser). La distinción entre la sustancia concreta y la sustancia abstracta Aristóteles las llama sustancia primera y sustancia segunda.  Y la aporía ya está servida: lo específico, lo que confiere la identidad es lo abstracto, lo general; y lo concreto, lo particular es lo inespecífico. La epistemología (el conocimiento) corre en dirección opuesta a la ontología (el ser).

 

7) La física. La física trata de la naturaleza, lo real, el mundo sensible, lo perceptible. Pero eso es su objeto (el de la ontología), no su método (la epistemología). Su método es el del conocimiento y por tanto trata sus objetos concretos en cuanto son abstractos, generales, universales. Aristóteles clasifica a la física como filosofía segunda. Porque la abstracción consiste en reducir lo múltiple real, en “lo uno” mental, mediante una operación de simplificación, de poda de las diferencias concretas. Toda ciencia debe tener unidad de género, univocidad. Debe tratar sobre  cosas del mundo que presenten una homegeneidad de tratamiento. La multivocidad que presentan los objetos del mundo no es susceptible de estudio unitario. Se necesita una operación previa de reducción, de abstracción que las tranforme en objetos idóneos de clasificación y estudio. Y aquí se presenta una nueva aporía: la que se produce entre lo concreto real y lo abstracto mental… que tienen un mismo nombre en el lenguaje, pero distinto enunciado (el ser se puede decir de muchas maneras) y su reducción definitiva a un sentido o significado único en lo mental.  Sustancia es cada objeto material concreto y, además, el objeto abstracto que lo reduce a moneda única. Lo concreto es indeterminado (en el sentido de in-estudiable) y los abstracto es determinado (en el sentido de objeto privilegiado de conocimiento).

 

8) El contenido de la ontología. Aristóteles establece la ontología como la ciencia universal de lo que es (del ente). Su contenido se especifica en el libro IV: 1) lo que es, en tanto que es (abstracto); 2) lo uno, en cuanto se identifica con lo que es; 3) las nociones de lo uno: lo mismo, lo igual y lo semejante; 4) los opuestos de lo uno (la pluralidad) y 5) los contrarios de lo uno (la diversidad). Aristóteles está inmerso en una aporía por cuanto establece tres tesis: a) la ciencia exige unidad de género; b) “lo que es” no determina unívocamente un género, por lo que no podría haber una ciencia de lo que es (ontología) por oponerse a la tesis “a”; c) existe una ciencia de “lo que es” (en oposición a la conclusión “b”. Las tres tesis son inconsistentes por cuanto dos cualquiera de ellas se opone a la tercera. Conviene distinguir entre la homonimia y la polisemia: son situaciones en las que un conjunto de letras o de sonidos tiene varios significados: dos o varias palabras son homónimas si coinciden en su forma escrita u oral pero tienen diferentes orígenes; una palabra es polisémica si tiene varios significados pero un único origen. Para solucionar la inconsistencia Aristóteles rebajará la exigencia de la tesis “b” reconociendo una cierta unidad (univocidad) en la noción de “lo que es” basada en la referencia de sus distintos sentidos a uno: la equivocidad. Referencia que no reducción. Supera así la homonimia (plurivocidad) sin alcanzar la intensidad de la sinonimia o univocidad.

 

9) El movimiento. Lo que caracteriza al mundo de las cosas sensibles (que estudia la física) es el movimiento, entendido como cualquier tipo de cambio. El movimiento (descripción, enumeración de sus formas, determinación de sus causas) se convierte en el eje de la física. Distingue  cuatro tipos de movimiento (que asocia con alguna de las categorías): 1) de generación-corrupción. El cambio puede producir que una sustancia deje de ser la sustancia que es; 2) la alteración, que es el cambio asociado a la cualidad; 3) aumento y disminución, relacionado con la cantidad y 4) la traslación, relacionado con la categoría de posición. Existe otro tipo de sustancias sensibles que no son corrompibles (son eternas): los cuerpos celestes y finalmente -fuera de la física- existe un tipo de sustancia suprasensibles, también eternas, inmóviles, inmateriales (formas puras), que no pueden ser captadas por los sentidos (solo por la inteligencia) que completan las sustancias que forman el mundo.

 

10) Acto y potencia.  Pero lo anterior no nos explica a) qué es el movimiento, b) ni qué lo causa, c) ni por qué se mueven las cosas. a) Todas las sustancias sensibles son a la vez acto y potencia. Son lo que actualmente son, la forma que tienen y son potencialmente el desarrollo de esa forma, lo que pueden llegar a ser. En relación con la estructura de la sustancia el acto es la forma y la potencia es la materia. Forma y materia constituían la estructura estática de la sustancia; acto y potencia corresponden a su estructura dinámica. El movimiento es el paso -durante su duración- del ser en potencia a ser en acto. b) Ya sabemos lo que es, vamos por sus causas: 1) causa material: la materia de que está hecho, su constitutivo interno; 2) causa formal: la forma o modelo, la definición de la esencia y el género; 3) causa eficiente: el principio primero de donde proviene el movimiento, el agente que lo origina; 4) Causa final: el fin para el que se realiza el movimiento. c) Nos falta el por qué. Las causas del movimiento pueden se extrínsecas (porque algo las mueve) o intrínsecas (vivientes), éstas últimas están animadas, tienen alma (que es su esencia). Y esa es la causa primera o el por qué del movimiento. Las plantas tienen alma vegetativa, los animales alma sensitiva y los hombres alma intelectiva de acuerdo a sus potencias.

 

11) El motor inmóvil. Si todo lo que se mueve lo mueve algo debe haber un principio, una causa primera que los mueve y a la que nada mueve: el motor inmóvil. Este punto final es Dios. Hemos salido de la ontología para entrar en la teología. Ese primer principio o causa suprema deberá ser: eterno, inmóvil, acto puro, inmaterial, estrictamente inteligible y perfecto. Llámese Dios o de otra manera es la causa primera que andaba buscando y que, por cierto, se aleja del Dios de la misericordia y la providencia cristiano. Primer motor solo puede haber uno por lo que si hay otros motores inmóviles divinos estarán subordinados a éste. Y ¿cómo mueve algo que es inmóvil? Mediante las causas específicas del movimiento: la causa eficiente impulsa (es el motor de) la cadena causal que llega hasta la causa primera; y la causa final hace que todas las cosas vivas se muevan por amor y admiración a Dios, esa es su causa final. Dios mueve, en tanto que amado, en tanto que objeto de deseo. Dios explica la existencia y el ser esencial de las cosas. El esencialismo y la teleología se convierten en el fundamento del pensamiento físico y metafísico de Aristóteles.

 

El desgarrado. Agosto 2021.

 




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