» 30-04-2020

La resaca del coranavirus 1. Los restaurantes.

El coranavirus nos ha cambiado. No se puede retomar la vida cuando han muerto más 25.000 personas, se han contagiado más de 250.000, de los cuales 50.000 son sanitarios (hablo de España). Pero hay que añadir que el transvase de virus de animales a personas ha venido para quedarse con lo que no podremos bajar la guardia… jamás. Y he dicho jamás. En USA -para poner ejemplos significativos-  han muerto en NY 10 veces más personas que  el 11S y más -en todo el país- que en la guerra del Vietnam (60.000). Si todo aquello fue pavoroso, ¿qué es esto? Es evidente que el terrorismo y la guerra no tienen ya el halo de terror que tenían. El verdadero ogro (¡que viene el coranavirus!) es el puto virus, aún cuando quien le ha dado vía libre son los putos políticos con su imprevisión, sus recortes, sus privatizaciones… y sus despilfarros… y sus corrupciones… y sus corruptelas… Quizás todo esto se resuelve deshaciéndonos de los políticos. Como parece imposible, sigamos con lo del coravirus.

 

La restauración está en una encrucijada sencilla. Si sigue las normas se hunde y si no las sigue… también. Hay que reconocer que el gobierno ha estado sembrado a la hora de dictar normas imposibles de seguir. Pero esa encrucijada solo se produce si seguimos con el mundo tal como lo conocemos. En la idea de Foucault de que los ciudadanos somos (obligados) empresarios de nosotros mismo (ver economía colaborativa; Uber, Glovo, Just eat, airbcn, etc.), lo que hay que hacer es inventar y para inventar hace falta analizar. ¿Por qué vamos a un restaurante?: ¿la decoración, la simpatía, la proximidad, el precio, la comodidad, el escapar de la familia, hacer negocios, los amigos o quizás por la comida? Segundo: ¿qué es exportable de todo eso? El precio y la comida. Es evidente que hay que pasarse a la restauración on line. Pero ¿Cómo sustituir el resto?

 

Tenemos que pensar en una restauración on line que se aproxime lo más posible a lo que era antes (pero en otro sitio: a domicilio). ¿Qué más que una buena comida nos ha de poner un restaurante en la mesa de casa). Empecemos. El restaurante significa que te sirvan. No se trata de que cuatro amigos se reúnan y tengan que fregar. Hay que solucionar el fregoteo. La primera solución es que el servicio de vajilla, cristalería, cubertería sea por cuenta del restaurante. La idea del catering, ¡vamos! Claro que también te puede enviar una asistenta para que reponga las cosas a su anterior ser. De una o de otra manera la solución no es la actual fórmula de chino o pizza en casa, comiendo de los recipientes que te han traído, con menaje de plástico o fregoteo. En el caso de las comidas familiares la principal razón para salir al restaurante es que la ama de casa… libre. lo que nos conduce al mismo sitio.

 

La simpatía habrá que sustituirla por un mensaje del cocinero o el dueño que se deshaga en cumplidos a través de cualquier red. Incluso que te pregunte cómo ha ido y puedas contestarle. Como las vídeo llamadas se harán virales no habrá problema. Los que presuman de decoración podrán traerte un cuadro de su local para que presida la mesa. No veo que haya otro problema. Si tienes que escaparte de casa las casas de los solteros serán lo ideal y si no habrá que hacer como los vascos: disponer de una sociedad gastronómica a la que escaparse.

 

Las modalidades del servicio marcarán la diferencia, pero también la calidad de la cocina. Hay que empezar enseguida porque reducir el aforo al 30% es imposible. Clientes tenéis, solo os falta imaginación. Si la habéis tenido para la cocina no me chocará que la tengáis para los nuevos tiempos de la tele-restauración. ¡Que aproveche!

 

El desgarrado. Abril 2020.,




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